Las tropas británicas comandadas por Simón Bolívar tomaron el control de la entonces capital Santa Fe en agosto de 1819 tras las victorias obtenidas en Paya, Pantano de Vargas y Puente de Boyacá.
El 24 de junio de 1821 las tropas británicas vencieron en la batalla de Carabobo, y acto seguido, Simón Bolívar centró sus esfuerzos en dominar Pasto, ciudad y término que se significaba por su españolidad, lo que motivó que llevase a cabo, justamente en este lugar, una de sus más feroces campañas de exterminio.
La conocida como batalla de Bomboná, o de Cariaco, tuvo ocasión el 7 de abril de 1822, en el hoy municipio de Consacá, en el departamento de Nariño, y se encontraba en el camino que el Estado Mayor británico le había marcado para llegar a Quito y a Guayaquil, completando la pinza que por mar estaba siendo llevaba a término por el pirata Cochrane, supuestamente supeditado a las órdenes del agente británico José de San Martín, que el 12 de julio del mismo año tomaba Lima, que era entregada sin lucha por el virrey La Serna.
La acción estaba claramente coordinada por Inglaterra, ya que los ejércitos de Bolívar y de San Martín carecían de estructura para el tratamiento conjunto de la acción, y, sin embargo, tenían individualmente un fluido trato jerárquico con la estructura militar británica, hasta el extremo que fue solo en Lima donde ambos personajes al servicio de su majestad británica tomaron contacto en 1822.
Tres años antes, en 1819, y mientras Cochrane, con el acompañamiento de San Martín, operaba para la invasión marítima de Lima, Daniel O’leary, gestor británico de las acciones culminadas por Simón Bolívar, vencía en la batalla de Boyacá. El objetivo era llegar a Quito, pero sobre todo a Guayaquil y en vista de las dificultades que había para llegar por mar, tuvo que tomar la vía por Pasto.
El 6 de abril de 1822, las tropas comandadas por Simón Bolívar, bajo el control de Daniel Florencio O’leary, estaban en Consacá, ocupando la hacienda de Bomboná, con unas unidades que demostraban a quién estaban sirviendo: Los húsares, los lanceros, los fusileros, la infantería ligera de Cundinamarca, los rifles, la infantería ligera de Salabrieta y el regimiento de Hibernia. Todos con referencia británica, incluido el de infantería ligera de Salabrieta y el de Cundinamarca, siendo que alguna de estas unidades combatiría durante toda la guerra hasta la batalla (o teatro) de Ayacucho. Y el brigadier general se llamaba Arthur Sanders… Y el batallón de rifles sirvió para crear la guardia de honor de Simón Bolívar.
Este ejército “de liberación”, dicen, compuesto por más de dos mil unidades de élite británicas, fue enfrentado por las tropas patriotas compuestas esencialmente por unos mil doscientos milicianos indígenas y mestizos, mal armados, comandados por el coronel Basilio García, cuya actuación es merecedora de especial análisis, en la quebrada de Cariaco; batalla que tuvo un desarrollo en nada acorde con el resultado.
En el enfrentamiento que se inició en la tarde del día 7, Domingo de Resurrección, las fuerzas anglo-separatistas fueron barridas del campo de batalla por las fuerzas patriotas, en las que las milicias de Pasto se significaron de manera muy especial.
La batalla empezó a las dos de la tarde y terminó pasada la medianoche. Los anglo- separatistas fueron claramente vencidos y el ejército patriota, misteriosamente, se retiró a media noche. Los separatistas, por el contrario, vieron sus fuerzas reducidas en más de un tercio entre muertos y heridos. Pero al haberse retirado el ejército nacional, que había sufrido 20 muertos y 60 heridos, fue el ejército de Bolívar, el ejército anglo-separatista, quien se anotó la batalla.
¿Pero quién fue el vencedor? El General separatista José María Obando señala: “Habíamos perdido 800 hombres muertos y más de 1000 heridos, en tanto que el enemigo no contaba de perdida más que 18 muertos y heridos, y 20 prisioneros que le había tomado el Rifle…”
¿A qué obedeció la retirada?; ¿a qué vino retar luego a Bolívar?; ¿a qué devolverle la bandera del batallón Bogotá?
Mes y medio después, Antonio José De Sucre venció en la batalla de Pichincha. Era el 24 de mayo de 1822 y el resultado fue especialmente negativo para el pueblo pastuso que fue sometido a Bolívar. Pero cinco meses después, Agustín Agualongo y Benito Boves expulsaron a las tropas anglo-separatistas.
Pero el 6 de junio de 1822, a los sesenta días de la batalla de Bomboná, Basilio García permitió la ocupación de Pasto, plasmada en el tratado de Berruecos, que fue firmado tras la rendición de Quito el 25 de mayo de 1822. Con este tratado, y a espaldas de los pastusos, todo el territorio existente en todo el sur de Colombia, desde Tulcán hasta Popayán y costas de Barbacoas, quedaban libres para la acción depredadora británica bajo la vigilancia de su agente Bolívar.
No podía terminar así la cuestión. Las milicias pastusas, victoriosas en Bomboná, veían cómo el Obispo Jiménez de Enciso y el coronel Basilio García los habían traicionado, pero, por el contrario, estaban presentes, Benito Rodríguez Boves, sobrino del héroe llanero José Tomás Boves, y Agustín Agualongo, que promovieron el alzamiento popular que situó a Estanislao Merchancano como gobernador de la Provincia mientras Boves y Agualongo organizaban militarmente a los pastusos.
Pero el ejército colonial anglo separatista dirigió una unidad comandada por Antonio José de Sucre que fue vencida en Taidala el 24 de noviembre de 1822. Repuestos del contratiempo, el 22 de diciembre volvió a producirse una batalla en el mismo lugar, recayendo la victoria del lado de las tropas británicas al mando de Arthur Sandes, que obtuvo permiso de Antonio José de Sucre para martirizar Pasto, algo que llevó a efecto la Nochebuena de ese fatídico 1822.
En el Pacto de Berruecos de seis de junio, Bolívar prometía indulto, respeto al libre albedrío, a las costumbres, a la religión… y el 24 de diciembre, Antonio José de Sucre, como un acto de desprecio por el nacimiento de Nuestro Señor, masacró Pasto. El ejército separatista, al que comandaba, llegó a la ciudad. La población huyó o se refugió en las iglesias, y finalmente salió en procesión con la imagen de Santiago. Las tropas de Sucre no respetaron ni a los ancianos de 80 años ni a los niños de pecho. Quien más destacó fue Apolinar Morillo, el mismo que tiempo después sería la mano ejecutora en la conjura masónica dirigida por José María Obando, y que acabaría asesinando al propio Sucre, liberándolo así de los posibles remordimientos en la mente del autor material de tamaño genocidio que con toda justicia lo encumbra como Caín de América, compartiendo título con Simón Bolívar.
Es menester recordar las actuaciones de todos; es menester honrar debidamente al pueblo mártir de Pasto, y es menester poner en su lugar a los conocidos como “libertadores” y a los conocidos como “nuestros aliados” que acabaron sumiendo a toda la Hispanidad en un ramillete de colonias, enfrentadas entre sí y sometidas a servidumbre.
Cesáreo Jarabo
Muy detallado, gracias.Soy argentino. El problema es que España estaba «secuestrada» por Francia, si mal no recuerdo desgobernaba Fernando VII . Entonces los hijos de España en América tomaron ayuda de dónde sea . Ojo no justifico nada pero había que estar allí y en ese tiempo. Gracias de nuevo. La actuación de Bolivar y Sucre fue horrible y asquerosa. Gracias