Mucho se ha escrito sobre la capacidad que tuvo san Leandro para convencer a Hermenegildo en su conversión al catolicismo desde el arrianismo propio de los visigodos, y en concreto de su padre Leovigildo.
Las principales fuentes sobre las que nos podemos nutrir a la hora de conocer la vida y hechos de san Leandro parten de las obras de Gregorio Magno (Epistolae, Dialogi y Moralia in Iob), Juan de Biclaro (Chronicon), Isidoro de Sevilla (De uiris illustribus) y de Gregorio de Tours (Historia Francorum). San Leandro fue el hermano mayor de san Isidoro al que precedió en la prelatura hispalense. Su familia provenía de Cartagena y se cree que emigraron a Sevilla por las luchas internas que existían entre hispanorromanos-godos y bizantinos. Aparte de Isidoro, tuvo otros dos hermanos Fulgencio y Florentina. Los cuatro son santos de la Iglesia.
Desde muy joven se distinguió por su facilidad en el habla, sobre todo en público, y por su personalidad. Fue monje en un convento de Sevilla y probablemente ascendió a obispo hacia el año 578, año en el que Hermenegildo se sublevó contra su padre. Desde el momento de tomar su cargo se dedicó a convertir a los arrianos al catolicismo con la intención de que admitiesen que la figura de Jesucristo era la del propio Dios. Por su intercesión Hermenegildo se convirtió al catolicismo, este hecho contrarió en exceso al rey Leovigildo, quien mandó matar a su hijo, convirtiéndose éste en mártir de la Iglesia. A su vez, Leovigildo envió a Leandro al destierro y, en éste, aprovechó para escribir dos libros contra el arrianismo, con la intención de probar que esta corriente era errática en su planteamiento de que de Jesucristo no era el Dios verdadero.
Por esa época, Leandro fue enviado con una delegación a Constantinopla donde entabló amistad con Gregorio Magno, que era embajador del Papa. Ambos tuvieron una relación epistolar que les sirvió de apoyo y consejo mutuo. Se ha llegado a decir que esta embajada fue ordenada por Hermenegildo en el momento que rompió relaciones con su padre. No obstante, la tradición nos cuenta que Leovigildo en su lecho de muerte encomendó a Leandro el cuidado de su hijo Recaredo. Leandro tomó el encargo a conciencia y Recaredo se convirtió en un ferviente católico.
Tras la conversión del rey Recaredo, éste convocó el III Concilio de Toledo (589) en el que se decretó la conversión todo el reino al catolicismo. San Leandro de Sevilla y San Eutropio de Valencia fueron los personajes de mayor relevancia en dicho concilio. Al enterarse de la noticia el papa Gregorio Magno, celebró la buena nueva con gran entusiasmo y nombró arzobispo a Leandro.
San Leandro instruyó a los sacerdotes y a los fieles en la importancia de la Santísima Trinidad, en hacer ver a Jesucristo como Dios, como Padre y como Espíritu Santo. De esta manera incluyó la tradición de rezar el Credo en la misa, tal y como se dice hoy en día en la liturgia católica de todo el mundo.
San Leandro sufrió varias enfermedades que sobrellevó con paciencia. La de mayor gravedad fue la gota ― inflamación de las articulaciones provocada por el ácido úrico ―. En esto también coincidió con su amigo el papa Gregorio Magno, quien al conocer que Leandro sufría de su mismo mal le escribió diciendo: «Dichosa enfermedad que nos hace ganar méritos para el cielo y al obligarnos a estar quietos nos brinda la ocasión de dedicarnos más al estudio y a la oración».
Se conserva una obra importante de san Leandro titulada De institutione uirginum et de contemptu mundi libellus y otra que se le atribuye, pero de la que no tenemos total certeza De triumpho Ecclesiae ob conuersione Gothorum. La primera es un tratado que se divide en dos partes: comienza con una introducción sobre la virginidad, sigue con normas y consejos para aplicar en la vida ordinaria y trata las virtudes y la vida monástica.
Pero la gran aportación que nos ha dejado san Leandro, cargada de simbolismo, fue el discurso que dio en la clausura del III Concilio de Toledo: De triumpho Ecclesiae ob conuersione Gothorum, también conocido como Homelia in laudem Ecclesiae. El discurso se centró en la Gracia recibida por la conversión de los arrianos al catolicismo y se centra en dos temas que van unidos: la unidad y la alegría. La acogida de los arrianos en la iglesia católica es evocada por san Leandro como una nueva visión de la parábola del hijo pródigo. La vuelta a casa está presente en todo el discurso envuelta en un ambiente de total alegría. Las fuentes de las que san Leandro se nutrió para este magnífico discurso fueron: el Evangelio de san Lucas y los textos de san Agustín.
La importancia de san Leandro como político, teólogo y erudito quedó reflejada en sus obras y en su trato con reyes y altas personalidades visigodas. Cabe destacar su relación con san Gregorio Magno. Murió en el año 596 siendo considerado un eminente benefactor .
Ricardo Aller Hernández