Abd al-Rahmán II (822-852) reorganiza al-Andalus

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Abd al-Rahmán II

El reino que heredó Abd al-Rahmán II, por parte de al-Hakam I, fue pacificado de forma cruel. Esto hizo que tomase dos medidas encaminadas a incrementar sus apoyos. La primera de ellas fue la conseguir la pena de muerte del comes Rabi, al que el pueblo culpabilizaba de la imposición de tributos excesivos del gobierno de al-Hakam. La segunda fue ordenar la destrucción del mercado de vinos del arrabal cordobés de Secunda, objeto de escándalo para los alfaquíes.

El apoyo popular y el de los alfaquíes fue el intento de organización clave para salir de la crisis en la se había sumido el gobierno de al-Hakam. La organización del Estado, aplicó el abandono de los modelos hispanovisigodos, para sustituirlos por un sistema de administración califal abbasí.


Diwan

Esta nueva organización representó una centralización político-administrativa basada en el Diwan, que hasta ese momento se había ocupado de funciones económico- financieras, y ahora fue colocado al frente del Estado. Del Diwan dependen dos grandes secciones: la Cancillería y el Tesoro. Cada una de las secciones las dirigen visires, consejeros o colaboradores del emir, que entre ellos elegirán a un hayib o primer ministro.

Saragusta islámica

La administración territorial no sufrirá grandes cambios, sí se perfeccionarán los mecanismos de control sobre ellas, a la vez que las regiones fronterizas quedan definidas como Marcas: la Superior, con capital en Zaragoza, integraba las zonas limítrofes con la cuenca del Ebro; la Media, con capital en Toledo, que iba desde el alto valle del Duero hasta los tramos inicial y medio del Tajo; y la Inferior, con capital en Mérida, comprendía desde el norte y noroeste de la Sierra de Gata hasta el Atlántico.

Los distritos básicos de la administración seguían siendo las kuras gobernadas por un vali, con un jefe militar y un juez o qadi (el de Córdoba era el consejero judicial del emir). La reorganización emprendida por Abd al-Rahmán II afectó principalmente al sistema económico-financiero. Las rentas del Estado provenían de cuatro fuentes:

Dirham
  • Quinto del botín.
    • Monopolio sobre la acuñación de moneda.
    • La actividad mercantil se activó con el comercio con las principales plazas del norte de África y con la construcción de astilleros en Sevilla.
    • La política fiscal se centró en los impuestos directos como el diezmo anual (zakat o usr), los impuestos personales (yizya) y los territoriales (jaray). Además, existieron los impuestos indirectos, como podían ser tasas sobre ventas (qabala).

La política de organización centralizadora llevada a cabo por Abd al-Rahmán II llevó al engrandecimiento de al-Andalus y a la islamización del régimen. Esto explica los problemas políticos a los que tuvo que hacer frente, así como las decisiones que adoptó, que fueron esencialmente cinco:

  • Logró una relativa pacificación interna.
    • Incrementó la ofensiva contra los núcleos cristianos del norte.
    • Dio una contundente respuesta a las acciones ofensivas exteriores contra el emirato.
    • Reforzó la imagen y la influencia de cara al exterior.
    • Aumentó el control sobre la oposición interna.

Abd al-Rahmán heredó un reino pacificado, sin embargo, podemos decir que sólo cuatro o cinco años de los treinta que comprende su reinado fueron pacíficos. Los motivos de desestabilización fueron esencialmente tres.

Abd al-Rahmán II

El primero de ellos fue el brote de rebelión que se desencadenó con la entronización de Abd al-Rahmán II, como solía pasar en toda transición política. El segundo fue el provocado por dos sediciones locales de carácter bereber: las rebeliones de Ronda (826) y Algeciras (850). Y, por último, el más importante que comprende las sublevaciones en la Marcas. No resulta extraño que las insurrecciones apareciesen en las Marcas como territorios más alejados del gobierno central. Como fueron los rebeldes beréberes, los muladíes de raíz hispánica, los escasamente arabizados como mallorquines y menorquines y los socialmente oprimidos como trabajadores y campesinos toledanos.  Lo que sí resulta novedoso es que estos movimientos fuesen la respuesta a la radical islamización del régimen. El nuevo modelo implicaba el incremento de mecanismo de control sobre la sociedad y la creación de instrumentos para hacerlos efectivos.

José Carlos Sacristán

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