
Gosalbes de Cunedo
Muchas cosas, y bien importantes, perdí yo cuando seguía,
Gran Felipe, las sagradas banderas de vuestro padre, Felipe II.
Aceptad ahora con misericordia los fragmentos de mi naufragio
cuyos restos voy forjando con constantes pulidos.
Yo soy aquél que, pobre de mí, fui capturado por el enemigo
en el barco San Mateo junto con marineros, siervos y soldados.

Cuando Gosalbes de Cunedo termina de escribir el poema recordando su epopeya a bordo del galeón San Mateo, echa un vistazo por la ventana, observando cómo Bruselas amanece un día más con un sol negro y hereje que ni calienta ni seca la lluvia que moja los huesos para siempre, tan diferente a su Alicante natal y a su casa familiar en Muchamiel donde pasaba los veranos.
Es precisamente ese mal tiempo lo que le ha hecho evocar su propio pasado, tan oscuro y lúgubre como la prisión donde estuvo prisionero junto a don Diego Pimentel y los otros supervivientes del San Mateo, después de encallar entre Ostende y Sluis, y aunque quiso Dios ser rescatado por Justo Lipsio, un pellizco de su alma siempre quedará prendido en la arboladura del galeón donde tantos españoles lucharon mucho y bien, al grito de nunca habrá derrota si nos hacen presos y la decidida convicción dichas en palabras de cierto capitán que no era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero sí un hombre valiente:
Para crear el infierno en el mar o en la tierra, no eran menester más que un español y el filo de una espada (Arturo Pérez-Reverte, Corsarios de Levante)
GALEÓN SAN MATEO

Tras la anexión de Portugal al Imperio español, Felipe II encargó a don Álvaro de Bazán que integrara en la flota hispánica las grandes carracas lusas que invernaban en el puerto de Lisboa. Entre estas enormes embarcaciones se contaba un rocoso galeón nombrado San Mateo, de 600 toneladas, que fue apresado por el propio Bazán en los combates marítimos en Setúbal.
Bazán fue nombrado comandante de la campaña para recuperar el Archipiélago de las Azores y, tras asignar al San Martín como capitana, se dirigió con 25 galeones, entre ellos el San Mateo, frente a los 40 barcos del Prior Antonio, al mando de Felipe Strozzi, almirante florentino al servicio de Francia.
El galeón San Mateo, construido en la India portuguesa a principios de la década de 1570, había partido de La Coruña con ciento diez marineros y doscientos setenta y nueve hombres de guerra. A bordo, como oficial superior, embarcó don Diego de Pimentel, maestre del tercio de Sicilia (Grupo de Estudios de Historia Militar).
DIARIO DE UNA BATALLA

Después del consejo de guerra del día 22 de julio en el San Martín, Figueroa de regreso a su nave reunió a los oficiales y designó los puestos para la batalla que se daría, si no ese día, al siguiente. De este modo: a la primera y segunda cubierta de popas destinaría 50 arcabuceros y mosqueteros con su alférez Gonzalo de Carvajal y bandera, agregando a los caballeros aventureros Hugo de Moncada, Godofre Bardaji, Gaspar de Sosa, Antonio Manuel, el capitán Villalobos y el alférez Gálvez. Al castillo de proa destinaba al capitán Rosado con su alférez, bandera y 25 de sus arcabuceros y mosqueteros, reforzado por los caballeros aventureros Félix de Aragón, Fadrique Carnero y Juan Fernández Galindo. En el combés 80 soldados a distribuir por babor y estribor de la compañía de don Lope y del capitán Rosado, con 8 caballeros de la escuadra de plana del maestre. Bajo la primera cubierta montaba su reserva con cincuenta arcabuceros con dos cabos de escuadras; los sargentos mayores del Tercio y de la compañía de Rosado quedarían como volantes para analizar e indicar la acción de esta reserva (Grupo de Estudios de Historia Militar).
Desde el día 22 al día 26 el galeón se prepara para la batalla: baldes y medias pipas serradas con agua, arena y vinagre convenientemente repartidos para apagar fuegos, mantas, sábanas y colchones. Bajo el pie del palo mayor un barril de pólvora, piñas, pelladas y piedras puestas en las bordas de los castillos y combés

26 de julio de 1582, las dos flotas se topan frente a frente. El galeón amanece con todos los gallardetes, fámulas y el estandarte con el escudo de armas de don Lope de Figueroa ondeando al viento.
Tras una serie de maniobras, los españoles se preparan para lanzar una ráfaga de artillería, a pesar del viento y las mareas contrarias.
En la proa el capitán Rosado y su alférez y bandera, y don Félix de Aragón, Fadrique Carneiro y Gaspar de Sousa, hidalgos portugueses, con treinta arcabuceros y diez mosqueteros. En la plaza de armas del galeón, cincuenta arcabuceros y mosqueteros, con los sargentos de Rosado y del maestre de campo general, y el alférez Fernando de Medinilla. En la cubierta baja de popa a don Francisco Ponce, con veinte arcabuceros y mosqueteros. En la cubierta alta de popa, a don Gonzalo de Carvajal, alférez del maestre de campo general, con su bandera y treinta soldados arcabuceros y mosqueteros. El maestre de campo general, el veedor general don Pedro de Tassis, el capitán Villalobos, portugués, acudirán a todas las partes. En el balcón (corredor), ocho soldados arcabuceros; en cada gavia, cuatro arcabuceros y dos mosqueteros. Con la artillería alta el alférez Bernabé; con la baja, el alférez Juan Franco y el sargento Manuel Correia. Con el socorro el alférez Zapata y el alférez Luis de Leiva; con la pólvora el capitán Rodovalho, portugués, con otros dos hombres principales. A cada pieza de artillería un artillero y seis ayudantes, y en cada porta dos mosqueteros (Grupo de Estudios de Historia Militar).
El San Mateo, al mando del maestre de campo Lope de Figueroa, se adelanta al resto en dirección al corazón enemigo.

Alonso de Bazán
El hecho de que Alonso, hermano de Bazán, fuera el capitán de este galeón armado con 32 piezas de artillería sugiere que todo (adelantarse al resto) pudo ser parte de un plan concebido antes del combate (César Cervera, ABC).
Strozzi se lanza a por el San Mateo con cinco naves. El ataque llega desde babor por parte del Saint Jean Baptiste y por la otra banda por el Brissac, mientras otros tres barcos más se sitúan por los extremos de proa y popa.
Los españoles prefirieron no responder al fuego a discreción de los franceses (Agustín R. Rodríguez González, biografía sobre Álvaro de Bazán, Edaf, 2017).
Dos horas después del ataque. El San Mateo ha recibido más de 500 proyectiles. Los 250 soldados del San Mateo arden en deseos de lanzarse al abordaje enemigo, obligando al maestre de campo a prohibirlo bajo pena de muerte.
Estos son españoles, ahora puedo
hablar encareciendo estos soldados
y sin temor, pues sufren a pie quedo
con un semblante, bien o mal pagados.
Nunca la sombra vil vieron del miedo
y aunque soberbios son, son reportados.
Todo lo sufren en cualquier asalto.
Sólo no sufren que les hablen alto.
(Calderón de la Barca)

El San Mateo es atacado por cuatro bajeles, mientras otros cuatro barcos se ocupaban de cerrar el paso a un posible socorro, creándose una maraña de barcos luchando cuerpo a cuerpo. Strozzi muere durante el combate y la flota enemiga se dispersa. Las bajas francesas rondan los 2.000 muertos, siendo apresados o hundidos diez buques del tamaño del San Mateo.
Con cubiertas más altas y con soldados adiestrados para el combate marítimo -Lepanto da fe de ello-, las fuerzas de Bazán suponían un rival inabordable una vez iniciada la fase de los abordajes. Sin la protección de la flota francesa, cuyos barcos restantes iniciaron la huida al ver caer a la nave capitana, la isla de las Terceiras quedaba lista para su conquista. Solo una tormenta otoñal y la inoportuna llegada de la flota de Indias impidieron que se pudiera realizar el desembarco militar en ese mismo año (CésarCervera, ABC).
INGLATERRA
La flota española, aquí, y muy numerosa, ha de ser aguardada con toda nuestra fuerza, escasamente suficiente. Habrá que disponer de una infinita cantidad de pólvora y balas, sin lo cual se cierna sobre nuestro país un gran peligro; pues se trata, a mi entender, de la mayor y más poderosa combinación jamás reunida en la Cristiandad (carta de John Hawkins, tesorero de la marina inglesa y capitán del Victory, a Francis Walsingham, secretario de estado de la reina Isabel, 10 de agosto de 1588).
Tras la anexión completa de Portugal el próximo objetivo viró hacia la guerra con la Inglaterra de Isabel I.

César Cervera,
Sin el fallecido Bazán, algunos de sus almirantes de confianza presentes en las Terceiras trataron de emular la estrategia allí ofreciendo un señuelo como el San Mateo a los ingleses. Pero ni estos cayeron en la trampa, ni el nuevo comandante español, Medina-Sidonia , era partidario de presentar batalla a los ágiles barcos británicos. Su empeño en hacer las veces únicamente de convoy de transporte condenó al peor de los desenlaces a la Armada (César Cervera, ABC).
DIARIO DE LA ÚLTIMA BATALLA
6 de agosto de 1588. La escuadra española recala en las proximidades de Calais.
Madrugada del 7 al 8 de agosto. La Armada española recibe el ataque de ocho brulotes que rompen el orden de la flota. En un momento de desconcierto, algunos capitanes ordenan soltar las cadenas de sus anclas para salir cuanto antes de Calais, una salida desordenada que, unido al fuego inglés, causa averías de gravedad en el San Felipe, el San Marcos, el San Martín o el San Mateo, donde está embarcado Diego Pimentel, maestre de campo del tercio de Sicilia, que en Lisboa había reclutado a 277 hombres de las compañías de Ávalos, Pimentel y Francisco Márquez. El capitán del galeón es Juan Iñiguez Maldonado .
Todos ellos se propusieron vender cara la piel del San Mateo.
La columna inglesa, al mando de Drake, castigan a los españoles. El San Mateo, entre otros barcos, cubren la retaguardia.

Este movimiento heroico rescató al San Juan de Recalde , que más retrasado estaba a pleno cañonazo del enemigo. Rodeado por el Ark Royal, el Golden Lion y el White bear, el San Mateo y el San Felipe combatieron contra al menos diez navíos durante varias horas (César Cervera, ABC).
Noche del 8 de agosto. Medina-Sidonia envía un socorro para que se traslade a la tripulación del San Mateo, pero Diego Pimentel se niega a abandonar el barco a pesar de los graves daños. Pimentel rogó al capitán general que le mandase algún piloto para poder seguir navegando y un buzo para estancar el casco de la nave, lo cual le niegan por ser ya tarde y los mares muy grandes no pudieron llegar.
El San Mateo encalla entre Ostende y Sluis. Dos buques holandeses, ayudados de tres bajeles británicos, se apoderan de él. Solo Diego Pimentel y un puñado de hombres sobreviven, entre ellos Gosalbes de Cunedo, quedando presos de los holandeses durante un tiempo en Ámsterdam.

Pieter van der Does
En total, el galeón recibió otros 350 impactos de cañón. La nave fue saqueada hasta sus raíces. Aunque solo fue posible aprovechar la artillería debido al estado calamitoso del barco, el holandés Pieter van der Does llevó a Leiden una gran flámula del San Mateo para exponerlo a modo de trofeo en la iglesia Pieterschurch, donde permaneció tres siglos.
CARACTERÍSTICAS:
- Astilleros: India portuguesa, 1570.
- Eslora: 32-35,2 m. Manga: 9,6-0,5 m.
- Arqueo: 750 Tn.
- Aparejo: bauprés y 3 mástiles. Vela latina en mesana.
- Armamento: 32-36 cañones de bronce.
- Dotación: 120 gente de mar y 277 gente de guerra.

Ricardo Aller Hernández
FUENTES:
*www.abc.es/historia/abci-san-mateo-roca-flotante-imperio-espanol-combatio-ocho-galeones-franceses-solitario-201801080404_noticia.html
* www.armadainvencible.org/gosalbes-de-cunedo/
*radioelcampello.es/opinion/pascual-rosser/un-alicantino-en-la-armada-invencible/
*gehm.es/edad-moderna/los-tercios-en-las-terceiras-el-galeon-san-mateo-se-apresta-para-la-batalla/