
De todos son conocidas las Justas entre caballeros medievales, bien aprovechadas, en un tiempo pasado, por los guionistas de Hollywood. Sin embargo, en la España del Siglo de Oro, comenzaron a proliferar otro tipo de contiendas, nada cruentas. Nos estamos refiriendo a la Justas Poéticas.
En ellas los contendientes no eran caballeros con larga lanza de justa, sino rapsodas, con plumas de cálamo, que competían lanzando al aire poemas bien propios bien ajenos. Se celebraban en escenarios teatrales ya existentes o acondicionados al efecto. No existía el famoso “juicio de Dios”, sino que recaía en jueces, secretarios y fiscales la elección del mejor poema o el más brillante vate o rapsoda. El público asistente solía ser numeroso y participaba activamente en el acto, ensalzando o censurando al poema o al poeta.
Habitualmente las Justas se celebraban por algún motivo festivo, por ejemplo, el nacimiento de un futuro rey, Felipe IV, en 1605 en Toledo, o la canonización de santa Teresa de Jesús en Madrid en 1622.

A semejanza de las justas de armas, la contienda tenía por objeto demostrar las excelencias e ingenio en la composición de poemas, estando supeditados al motivo o razón de la convocatoria. La organización también contaba con un “mayordomo” responsable de que el acto trascurriese de forma correcta, ordenada, y sin estridencias entre el público. La declamación de los rapsodas era recibida y juzgada, mereciendo en su caso el correspondiente premio o galardón, que podía alcanzar la publicación de las odas, en forma de recopilatorio, para su posterior venta al público. Las formas poéticas que se usaban eran las clásicas, sonetos, décimas, redondillas, romances, con temas variados como religiosos, épicos, cortesanos.
Se celebraban, además de en espacios públicos, en la Corte, en catedrales, ayuntamientos…, incluso se dieron en el Virreinato de Nueva España o del Perú. Los motivos de celebración eran bien festividades religiosas, bodas reales o de nobles, visitas reales, o festejos virreinales o jornadas marianas en la América hispana.

Existe constancia de algunos eventos celebrados, además de los ya mencionados de Toledo y Madrid:
- 1608: en Toledo, dedicada a festejar al Santísimo Sacramento
- 1610: en Toledo, dedicada a la beatificación de Ignacio de Loyola.
- 1610: en Sevilla, también con motivo de la beatificación de Ignacio de Loyola.
- 1616: en Toledo, dedicada a la erección de la capilla del Sagrario en la catedral.
- 1617: en Calatayud, en defensa de la Pureza de la Inmaculada Concepción de la Virgen Santísima.
- 1620: en Madrid, por la beatificación de su patrón san Isidro.
- 1622: en Madrid, con motivo de la canonización de su patrón y otros cuatro santos: san Ignacio de Loyola, san Francisco Javier, santa Teresa de Jesús y san Felipe Neri.
- 1631: en Talavera de la Reina, en alabanza del Santísimo Sacramento.
- 1658: en Alcalá de Henares, organizada por la Universidad de Alcalá por el nacimiento del príncipe Felipe Próspero de Austria.
- 1660: en Madrid, para festejar la colocación de la imagen de Nuestra Señora de la Soledad, obra de Gaspar Becerra, en su nueva capilla del Convento de la Victoria.
- 1672: en Madrid, para festejar la canonización de San Francisco de Borja, en el Colegio Imperial de la Compañía de Jesús.
También se celebraron en Lima y en México, en el siglo XVII.
Igualmente, nos han llegado personajes intervinientes en las justas, debido, fundamentalmente, a la excelencia de sus intervenciones, aclamadas por el público:
Participantes en la península:

- Lope de Vega, siglo XVI.
- Calderón de la Barca, siglo XVI.
- Francisco de Quevedo siglo XVI.
- Juan Iranzo, poeta español del siglo XVI.
- Agustín Collado del Hierro, médico, poeta y humanista español entre los siglos XVI y XVII
- Juan Osorio de Cepeda, escritor y poeta español entre los siglos XVI y XVII.
- Cosme Gómez Tejada de los Reyes, escritor español del siglo XVII.
- Francisco de Quintana, escritor y sacerdote español del siglo XVII.
- José Figueroa y Córdoba, poeta y dramaturgo español del siglo XVII.
Y en los Virreinatos:
- Sor Juana Inés de la Cruz, siglo XVII.
- Carlos de Sigüenza, siglo XVII.
- Juan del Valle y Caviedes, siglo XVII.

Y entre los jueces, nos hemos encontrado con Bernardo Catalá de Valeriola, un valenciano fundador y presidente de la Academia de Nocturnos que, por la noche, de ahí su nombre. se reunían diferentes caballeros y amigos para “exerçitarnos en hobres y actes virtuosos”, según proclamó, cuando su constitución, el juez Bernardo Guillem Catalá de Valeriola y Vives de Cañamás. Celebró tres justas poéticas. La primera dedicada a la devoción de su mujer, la segunda al lugar donde iba a ser enterrado y la tercera a la casa en que vivía, la cual todavía se conserva en la ciudad de Valencia.
Evocación todo ello de «Els Jocs Florals de la Ciutat i Regne de València«, celebrados desde 1879, organizados tradicionalmente por Lo Rat Penat, que en la actualidad es la institución que los organiza todos los años, en valenciano.

Aunque, hurgando en la historia, llama, la atención las Justas Poéticas de 2025 de la población Laguna del Duero, con más de 1.500 participantes, o las Justas Poéticas que se celebran en Dueñas, ya va para más de cincuenta años.
Es decir, que las Justas poéticas, perviven, después de haberse convertido en en juegos florales para poetas incipientes, pretendientes a premios, como el autor recogido en la novela La Colmena, un indolente aspirante a poeta, prometedor a los contertulios de churros y café con leche, en el caso de un anhelado triunfo en algún juego floral.

Francisco Gilet