Tal día como hoy, en 1541, el Cabildo Guatemalteco nombró a Beatriz de la Cueva Gobernador y Capitán General de Guatemala. No nos confundan los nombres. La Capitanía de Guatemala llegó a abarcar las actuales Repúblicas de Guatemala, Belice, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, además del Estado mexicano de Chiapas y las actuales provincias panameñas de Chiriquí y Bocas del Toro. La sede se encontraba en la actual Antigua Guatemala y basta observar los edificios de la época de gestión española para darse cuenta de la importancia de la ciudad y del cargo.
¿Cómo rayos llegó una mujer a semejante cargo y a mediados del siglo XVI?
Beatriz de la Cueva nació en 1490 en la ciudad de Úbeda en el Reino de Jaén. No. No es una errata del autor. El reino de Jaén existía en esta época y era simplemente el nombre de una de las jurisdicciones administrativas de la época.
No se conoce la formación que recibió, pero debió ser muy esmerada y no se limitó a lo que el vulgo cree que era la norma en la España de 1490. Sabía leer y escribir y conocía lo suficiente de leyes para desenvolverse con soltura a la hora de redactar codicilos y proclamas. El caso es que su hermana mayor, Francisca de la Cueva, se había casado con Pedro de Alvarado, uno de los que participaron en la conquista del Imperio Azteca. Francisca falleció nada más desembarcar en América. La mortandad entre españoles era de igual calibre que entre los indígenas. Ambos no estaban preparados para entrar en contacto con patógenos de ambos lados del Atlántico.
Beatriz aprovechó la ocasión y convenció a Pedro que casarse con ella era un buen negocio. Se casaron, organizaron una expedición a Guatemala y una vez allí, Pedro se fue hacia el norte a la conquista de nuevas tierras (no había tenido bastantes aventuras) y Beatriz se quedó en Guatemala.
A Pedro se le acabó la buena suerte y murió luchando en el centro del actual México durante la llamada guerra del Mixton. Entonces ocurrió lo extraordinario. Reunido el Cabildo de Guatemala, se nombró Gobernador y Capitán General a Beatriz de la Cueva. No era un nombramiento desde la cúspide del imperio, era un acuerdo votado legalmente (hoy diríamos democráticamente) entre los vecinos de la ciudad. A pesar de lo poco que sabemos de Beatriz, no cabe que de era era una persona muy capaz como político.
De sus capacidades como gestoras, no sabemos nada. Dos días después de su nombramiento, unas fuertes lluvias provocaron un alud que arrasó la capilla donde Beatriz se había refugiado con su sequito. Parece que no hubo sobrevivientes.
Sirvan estas líneas como homenaje a las mujeres españolas que contribuyeron positivamente a la epopeya de ultramar. No eran en absoluto floreros y sus tareas no tenían más límite que sus capacidades e imaginación.
Manuel de Francisco
Fuentes: