Derrota de Inglaterra frente a Cartagena de Indias (20 de mayo de 1741)

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Bahía de Cartagena de Indias

Comienzo el artículo con unas disculpas por el título. No fue derrotada Inglaterra sino el Imperio Británico, pero es que el titulo me quedaba demasiado largo. Ya escribí hace algún tiempo sobre esta efeméride, pero ahora quisiera tratarla desde otro punto de vista. Puede que este hecho sea conocido por muchos, pero en mi libro de historia no se hizo mención alguna. El 20 de mayo de 1741, el almirante británico Vermont, daba orden de quemar cinco de sus buques por falta de tripulación y retirar al resto de su escuadra de la Bahía de Cartagena de Indias. Una derrota en toda regla de una escuadra del imperio británico frente a una población española bien defendida en la América del siglo XVIII.

Todo se había gestado desde principios de siglo, cuando un pujante Imperio Británico, vio la ocasión en la debilidad aparente de España, para arrebatarle el comercio entre América y Europa. La España del siglo XVIII no era la del siglo XVI y parecía que era el momento de sacar partido de un imperio decadente y repartirse los despojos. En el Golfo de Méjico se había empezado con Jamaica, cuando en 1655 William Penn y el general Robert Venables lograron hacerse con el control de la isla y la convirtieron en un emporio esclavista centrado en la producción de caña de azúcar. A partir de ahí parecía fácil bloquear las comunicaciones con la península y hacerse con el control total de América.

Después de años de tira y afloja y guerra encubierta de corsarios por ambos lados, en 1738 un guardacostas español, La Isabela, apresó a un capitán contrabandista británico, Robert Jenkins, y supuestamente en castigo le cortó una oreja. El incidente acabó en el Parlamento Británico y declararon la guerra a España. Tras un éxito inicial en Portobello, donde Edward Vernon se apoderó de la plaza con solo 6 buques y fue celebrado por todo lo alto en Londres, la calle Portobello Road debe su nombre al evento, el Reino Unido pensó que era el momento de dar la estocada final y se programó una gigantesca operación anfibia contra un punto neurálgico de la América española. Cartagena de Indias.

Se reunió una formidable flota de 186 buques, con 27 600 hombres, armada con 2000 cañones, pero como en muchas operaciones británicas adoleció de una pésima planificación y falta de provisiones básicas. Se abasteció en Port Royal (Jamaica) y a principios de marzo de 1741 estaba frente a la costa de Cartagena de Indias. Esta ciudad está situada frente al mar, pero es de muy difícil acceso de frente, ya que el mar se encuentra plagado de bajíos y arrecifes. Cartagena solo era accesible desde la bahía interior y para entrar se tiene que pasar por dos estrechos, situados a derecha e izquierda de una isla insalubre llamada Tierra Bomba.

Las defensas españolas estaban basadas fundamentalmente en dos fortines que defendían el estrecho más accesible y el lado interior de la bahía. Se tenían informaciones del inminente ataque y se habían enviado para reforzar la defensa, seis navíos de línea y 400 infantes de marina y 600 marineros al mando de Blas de Lezo que debía ejercer de comandante general de la defensa. En la plaza había 1100 soldados, 600 indios flecheros y 300 milicianos locales. También se había desplazado al lugar, Sebastián de Eslava, el virrey de Nueva Granada, que como se puede imaginar, fue una fuente de conflictos con el comandante en jefe.

No vamos a describir todas las peripecias de la campaña, en la que se enfrentaban dos fuerzas talmente dispares, baste decir que finalmente, después de una guerra de desgaste, durante la cual los británicos perdieron más 3600 hombres y 50 barcos, Vernon se tuvo que retirar el 20 de mayo.

Los británicos aprendieron la lección y en sucesivas campañas prestaron mayor atención a la planificación previa, a la utilización de tropas acostumbradas al clima tropical y el factor sorpresa. Los españoles pensaron que la estrategia futura debía seguir siendo la construcción de fortalezas masivas, con poca guarnición, cuyo objetivo era solo mantenerse a la defensiva hasta la llegada de refuerzos o el desplome del enemigo debido a las enfermedades tropicales. No se dieron cuenta que tal vez con apoyo más consistente a la marina de guerra y con ella hacer una política más agresiva, hubiera sacado mayor rendimiento a los recursos siempre escasos para defender un territorio de semejante extensión.

Puede que tengamos poco que ver con aquellos españoles que pelearon hace más 270 años en América, pero podemos aprender nosotros algunas lecciones. En aquella acción, había dos jefes que se interfirieron continuamente. Fue un milagro que no acabara en tragedia. Moraleja, nunca pongas muchos gallos en el mismo gallinero. Otra lección proviene de la unidad de acción a pesar de la diversidad de la composición de las tropas. Había hombres nacidos en la Península Ibérica, otros en el continente americano, criollos descendientes de europeos y además indígenas, descendientes de hombres que jamás habían salido del continente en miles de años. Todos ellos se consideraban españoles y todos ellos trabajaron en un proyecto común  con un único objetivo. Objetivo que alcanzaron.

Manuel de Francisco Fabre

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