El San Juan Nepomuceno no fue un barco cualquiera y tampoco lo fue su historia. Fue botado en el astillero de Guarnizo en Cantabria. En principio, su construcción se había ordenado dentro del tercer sistema de construcción empleado durante el siglo XVIII en la armada española y esto nos lleva a plantearnos algunas preguntas: ¿Tercer sistema de construcción? ¿Cómo se diseñaban los navíos en el siglo XVIII en España?
A pesar de lo que mucha gente piensa y las películas de Hollywood proclaman, los navíos españoles que surcaban los mares no eran en lo más mínimo producto de un diseño rutinario y fruto de una administración deficiente. Al final del siglo XVII, la armada del imperio español había, efectivamente, caído en su punto más bajo y sus sistemas de proyecto y construcción dependían del criterio de los maestros de ribera. O sea, que cada navío era hijo de su padre y de su madre.
Con la llegada al trono de Felipe V todo cambió. Dicho monarca encargó a Gaztañeta la implantación de reglas de diseño que normalizaran la construcción de los barcos de la armada. Esto hizo abaratar los costes de construcción y conseguir que la técnica no se perdiera con la muerte de los maestros de ribera. España, como no, fue pionera en la normalización de las artes de construcción en la armada y fue imitada por el resto de potencias mundiales, pero los españoles de aquella época no se durmieron en los laureles y siguieron investigando y mejorando el procedimiento.
Hasta cinco sucesivos sistemas de construcción se vieron en el siglo XVIII, y de ellos cabe destacar el segundo, promovido por Jorge Juan Santacilia, ya que por primera vez se implantaron cálculos científicos y de ingeniería en el diseño. Al tercer sistema, cuyo artífice fue Francisco Gautier, perteneció el San Juan Nepomuceno.
Hay otro aspecto importante de la vida de este navío, y es que fue protagonista de uno de los escasos motines que sucedieron en la armada española. Y decimos escasos porque en comparación con lo sucedido en la marina inglesa y francesa durante este siglo, los episodios de rebeliones y motines fueron realmente escasos, y esto dice algo en favor de los marinos españoles al mando de nuestras naves. El hecho sucedió en 1805 y es de destacar que no hubo ningún derramamiento de sangre, ni fue nadie ajusticiado, por intercesión de su capitán Cosme Damián Churruca.
Apenas unos meses más tarde, Churruca murió al mando del San Juan Nepomuceno, durante la batalla de Trafalgar, donde acabó más que derrotado, sobrepasado, por el ataque de seis navíos ingleses.
El navío fue apresado y enviado a Gibraltar, pero su estado era tan lastimoso que nunca fue operativo y los ingleses lo emplearon como pontón y lugar de recepción de autoridades a partir de 1808. Se colocó una placa con el nombre de Churruca en la cabina que él había ocupado como muestra de respeto a nuestro compatriota. En 1818 fue desguazado.
Manuel de Francisco
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