En 1462 en virtud de un acuerdo entre la Corona de Castilla y el reino nazarí de Granada reinaba una cierta paz entre ambos reinos, si bien el interior de Granada contemplaba una lucha entre Yusuf V y su hermano Saad Ciriza, rivalidad que ya anunciaba la decadencia del califato nazarí.
El alcaide de Tarifa, Alonso de Arcos, recibió información de un renegado gibraltareño, Ali el Curro, quien le comunicó que la población de Gibraltar estaba indefensa dado que las tropas se habían desplazado hasta Málaga para recibir al hijo del sultán Saad Ciria, Muley Hacén.
Tales noticias impulsaron a Alonso de Arcos a formar una partida de 80 caballeros y 180 peones para salir el 13 de agosto de 1462 hacia la conquista de Gibraltar. Al mismo tiempo solicitaba refuerzos a las ciudades de Jerez, Arcos, Cádiz, rogando al duque de Medina Sidonia y al conde de Arcos, Juan Ponce de León y Ayala, que acudiesen con todas sus tropas.
Fue Alí el Curro quién convenció de la debilidad de la defensa, junto con unos prisioneros musulmanes que confirmaron la certeza de las informaciones del renegado. Los cristianos dudaban ante la posibilidad de un largo asedio para el cual no se hallaban preparados. Sin embargo, la captura de unos fugitivos y la insistencia de Ali, impulsaron a los caudillos cristianos a perseverar en la conquista. La confirmación provino de la propia guarnición gibraltareña que propuso entregar la plaza a cambio de permitírsele salir de ella con sus bienes con destino a Granada, recibiendo compensación por las pertenencias que no pudiesen trasportar,
Empero recibir con suma satisfacción la oferta las tropas cristianas, Alonso de Arcos, estimo que no gozaba de la suficiente autoridad para aceptar el pacto. Debía esperar la llegada de su señor, el duque de Medina Sidonia o, en su lugar, el conde de Arcos. Fue el hijo del conde, Rodrigo Ponce de León, quien llegó el primero con 300 lanzas. La llegada de tal tropa alarmó a un más a la guarnición musulmana que salió a parlamentar. Sin embargo, la respuesta fue la misma; había que esperar al conde de Arcos y al duque de Medina Sidonia para tomar decisiones. Así pues, Rodrigo de Ponce se retiró y como respuesta, el corregidor de Jerez, Gonzalo de Ávila, amenazando a los gibraltareños que la llegada del Conde seria fatal para ellos si no se rendían, le abrieron las puertas presos de pánico. Enterado Rodrigo del apaño del corregidor Gonzalo, acudió veloz hacia la plaza, penetró con sus lanzas en ella, colocó sus banderas en las torres, al tiempo que lo moros huían o eran matados. Únicamente quedó el castillo en poder musulmán. Sus defensores, enterados al día siguiente de la llegada del duque de Medina Sidonia, le hicieron llegar que únicamente se rendirían a sus banderas, motivado todo ello por respeto a su padre, fallecido en un asedio ante Gibraltar en 1436. El acuerdo de rendición contemplaba naturalmente las mismas condiciones que las ofrecidas a Alonso de Arcos.
Rodrigo de Ponce no estaba de acuerdo con la aprobación de tal rendición y exigió que no se aceptase dado que el castillo ya estaba ocupado y la ciudad tomada, siendo precisa la presencia de su padre, el conde de Arcos, para la toma de la fortaleza por parte de ambos nobles.
Sin embargo, la decisión ya estaba adoptada; entrarían y tomarían posesión de la plaza ambas banderas, con cien hombres cada una como escolta. Los moros pretendieron rendirse únicamente al duque, y, viendo que el alférez de este les daba la bandera, Rodrigo Ponce de León, se sintió engañado, dando un golpe con su espada en la espalda del Duque. Este se desentendió del gesto y prosiguió con lo acordado. Ambas banderas entraron en Gibraltar y se izaron en el castillo. Aunque, las tropas del duque penetraron lentamente y se posesionaron de toda la fortaleza.
Fue el 20 de agosto de 1462 cuando Gibraltar dejó de ser musulmana. También en esa fecha se inicio la gran contienda entre los Guzmanes y los Ponce de León, que perduraría en el tiempo. Y ello a pesar de que Enrique IV, no haciendo caso a las disputas de sus nobles, incorporó la ciudad al dominio real, proclamándose rey de Gibraltar. El duque de Medina Sidonia no hizo oposición alguna a tal gesto real y entregó la plaza.
En 1463 Enrique IV visitó su posesión, siendo recibido por Alfonso V de Portugal, que se hallaba en Ceuta. Durante la estancia de Enrique hizo entrega de la alcandía de Gibraltar a su valido, Beltrán de la Cueva, con protesta por parte del duque al estimar que el valido no gozaba de ningún mérito para tal cargo. Lo cierto es que, delegada la alcaldía su cuñado, Esteban de Villacreces, no fue hasta la farsa de Ávila con la conjura de los nobles contra Enrique IV y la entronización de “Alfonso XII” como rey de Castilla, cuando este hizo la merced al duque de Medina Sidonia de la fortaleza, siendo inmediatamente aceptada la dádiva y ocupada por sus tropas.
Así pues, aquel 20 de agosto Gibraltar fue tomada por tropas castellanas, manteniendose bajo tal dominio hasta 1704, cuando la conquista por la flota angloholandesa comandada por George Rooke y el príncipe de Hesse-Darmstadt, en el marco de la guerra de Sucesión española. El 4 de agosto de dicho 1704, Gibraltar dejó de ser territorio del Reino de España.
Francisco Gilet