El califato omeya de Abdarramhán III (III). Campañas contra los cristianos

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Fruela II

Cuando Abdarramhán III inicia las aceifas contra los cristianos del norte de la Península, el soberano controlaba gran parte del territorio de al-Andalus, lo que proveía de impuestos al Estado. Además, dominaba el Estrecho de Gibraltar y extendía su influencia sobre el Magreb. El panorama en León y Navarra era muy distinto. La muerte de Fruela II en 925 trajo un periodo de inestabilidad política en el reino de León, la tensión persistió hasta la entronización de Ramiro II (931-951). En Navarra, se reconoce en 925, por primera vez en la historia de España el derecho al trono de un menor, García Sánchez, gobernando su tío Jimeno, pero cuando éste muere se genera otro periodo de inestabilidad.

Ramiro II

Estas circunstancias favorecieron a Abdarramhán III que, aunque tuvo hegemonía también cosechó derrotas significativas como la de 933 contra Ramiro II. Como respuesta a esta derrota, convocó la guerra santa, la “campaña de Osma”, donde reunió a un gran ejército, en el que muchos soldados provenían del norte de África.

Esta aceifa fue concebida para atacar a los cristianos en la frontera media entorno al río Duero, y consigue llegar hasta las cercanías del reino de Navarra. Toda, que era la reina madre envía mensajeros al campamento del califa que estaba en Calahorra, para solicitar una tregua. Firman un pacto, según el cual Toda ha de liberar a una serie de rehenes y promete sumisión al califa. Desde aquí el soberano avanza hasta Álava, saqueando todo lo que puede, llega hasta Burgos, que también es asolado y destruye el monasterio de Cardeña. De seguido se adentra en León y se enfrenta con éxito a las tropas de Ramiro II. Cruza el Duero hasta llegar a Gormaz y vuelve triunfal a Córdoba.

La siguiente etapa consistirá en dominar Zaragoza, para ello hace un pacto con Ramiro II, en 935, que el monarca leonés incumple. Por su parte, el conde Suñer de Barcelona inicia una expedición hacia el Levante peninsular en 936. Es detenido por Ahmad ben Muhammad ben Ilyas que dirigía el asedio de Zaragoza.

Batalla de Simancas

Esta serie de victorias consolidan el prestigio de Abdarramhán III y en 939 decide emprender una aceifa contra el reino de León. De nuevo, reúne a un gran ejército y en Simancas se enfrenta a las tropas de Ramiro II, Fernán González y de la reina Toda. Los cristianos consiguen que parte de la aristocracia árabe se disperse y huya. El califa quedó abrumado por esta derrota y ordenó la inmediata crucifixión de los responsables de la misma. Desde este momento el soberano decide no participar en persona en las aceifas, quedándose siempre en la capital.

Las consecuencias de la derrota de Simancas-Alhandega fueron determinantes, el califa decidió intensificar la profesionalización del ejército, y dio mayor cabida a las tropas mercenarias. Al lado cristiano, el prestigio de Ramiro II llegó a su punto más alto y el reino leonés amplió su extensión hasta el valle del Tormes.

En 940, el soberano omeya decide iniciar otra aceifa contra el reino de León, ahora con ejército propio y mercenarios, sin voluntarios. La campaña no se llegó a realizar porque antes de salir de Córdoba, recibió a un emisario de Ramiro II que le solicitaba una tregua. Abdarramhán III accedió por considerarlo más seguro para la comunidad islámica. En el mismo año, el califa le pide un acuerdo de paz al conde Suñer de Barcelona. Aun con todo esto, las incursiones y rencillas no cesaban de tal forma que el califa aseguró la frontera en torno al río Duero y fortificó Medinaceli que desde ese momento quedó como capital de la Marca media en detrimento de Toledo.

Ordoño III

En 950, Ramiro II consigue vencer en Talavera. Esta fue su última gran victoria, ya que al año siguiente murió y dejó como heredero a su hijo Ordoño III (951-955). Desde este momento, el reino de León emprende un periodo de conflictos dinásticos y luchas internas. Mientras tanto, Abdarramhán III envía expediciones contra los gallegos y castellanos, en 953 y 955, que muestran la hegemonía del califa, aunque en 955 es derrotado cerca de San Esteban de Gormaz. En 956, Ordoño III saquea Lisboa y obtiene un gran botín y concierta una tregua con el califa, pero en ese mismo año muere y el trono pasa a Sancho I el Craso que se niega a mantener el pacto. Sancho I es expulsado de León y se refugia en Navarra al amparo de su abuela Toda. Negocian con el califa y éste decide ayudar a Sancho I. Con la ayuda del ejército califal, Sancho I, toma Zamora en 959. Las tropas navarras vencen a Fernán González, que es hecho prisionero y Sancho I recupera el trono. Mientras se está negociando la entrega de las fortalezas, el califa muere en octubre de 961 a la edad de setenta años. El más poderoso de los omeyas andaluces le deja a su hijo al-Hakam II un Estado sólido y rico.

José Carlos Sacristán

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