El camino español

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Se llama Camino Español al que recorrieron los Tercios desde el año 1567 hasta 1633 para trasladarse desde Milán hasta Bruselas, al objeto de abastecer el ejército español durante las Guerras de Flandes acaecidas como consecuencia de la sublevación de las Provincias de los Países Bajos que tuvo inicio en 1566.

El conflicto se incrementó en los siguientes años con la ofensiva dirigida por Guillermo de Orange, que al frente de  un ejército de mercenarios alemanes al que se unieron las provincias del norte, tomó posesión de Holanda, Frisia, Utrecht, Güeldres, Groninga, Overjssel y Zelanda.

Si bien las tropas que combatían a los rebeldes eran flamencas, el curso de la sublevación desbordó todas las expectativas y forzó el aporte de tropas, que bien podía haberse llevado a cabo por mar, pero esta conexión acarreaba una serie de dificultades que se veían agravadas por el hecho de que una parte importante de la costa de los Países Bajos estaba bajo el control de los rebeldes, lo que se unía a que el Canal de la Mancha estaba bajo el control de Francia y de Inglaterra, enemigos de España.

La alternativa, obra de Fernando Álvarez de Toledo, duque de Alba, se basaba en el proyecto diseñado por Antonio Perrenot de Granvela (que era natural del Franco Condado) en 1563, y consistía en hacer el trayecto por tierra. Partiendo de Milán, las tropas transitarían por territorios que estaban bajo control español o de aliados. Éstos eran Génova, Ducado de Milán, Ducado de Saboya, Franco Condado, Lorena, Ducado de Luxemburgo y Obispado libre de Lieja.

Consecuencia tanto de las alianzas como de las circunstancias climáticas, el camino conoció varios trazados, siendo que se llegan a contabilizar hasta seis rutas, y cada una de ellas con variantes.

La ruta principal, iniciada por el duque de Alba en 1567, comenzaba en Milán, traspasaba los Alpes por Saboya y continuaba por el Franco Condado, Lorena, Luxemburgo y el Obispado de Lieja y Flandes, pero recién iniciado el siglo XVII, y como consecuencia de la alianza entre Francia y Saboya, se abrieron rutas alternativas a través de los valles suizos de la Engadina y la Valtelina, para seguir por Alemania hasta Alsacia donde, tras cruzar el Rin continuar hacia Flandes.

La creación del camino significó el desarrollo de multitud de cuestiones, entre las que no son de orden menor las logísticas y las diplomáticas, siendo que emisarios de la Corona precedían los viajes con objeto de obtener los preceptivos permisos, sin los cuales no podían avanzar.

El camino era estudiado y decidido antes de la partida, pero en Europa no había un camino como el de Tierra Adentro del Virreinato de Nueva España, y si bien había tramos bien acondicionados, dificultades como vadear  grandes ríos o pasar por desfiladeros, debían ir siendo sorteadas,  y todo existiendo peligro de emboscadas, para lo cual avanzadillas hacían un reconocimiento previo del terreno.

Durante más de medio siglo más de 120.000 soldados de los Tercios realizarían el viaje, y durante ese tiempo los mejores diplomáticos allanaban el terreno político mientras los mejores ingenieros dedicaron su labor a crear pasos de montaña, a ensanchar caminos y a levantar puentes.

La logística era de envergadura; así, la primera expedición, de 1567, compuesta por 8.646 soldados a pie y 965 a caballo significó la contratación de alimentos para 16.000 personas y 3.000 caballos…, para cada uno de los 57 días que duraba el trayecto recorriendo una media de veintitrés kilómetros diarios. La respuesta a la incógnita es que los soldados viajaban con su familia.

Logística que tenía reflejo en cada una de las paradas del ejército, en cuyo lugar se había contratado todo lo necesario, que era servido por comerciantes del lugar y por lugareños, que hospedaban en su casa a los soldados.

Impacto que tenía reflejo en obras que se llevaban a efecto para facilitar el tránsito. Así, se construían puentes para atravesar ríos, aunque lo más habitual era la contratación de embarcaciones existentes en las localidades de paso.

Pero llegó a darse el caso de construir un puente que permitió el paso de las tropas, que fue destruido al día siguiente porque impedía el paso de embarcaciones. Tal sucedió en 1582 en el rio Saona, afluente del Ródano.

Pero el 1622 el Camino español recibió un duro golpe, premonición de lo que acabaría sucediendo, cuando Carlos Manuel I, duque de Saboya pasó de ser aliado de España a serlo de Francia, lo que obligó a buscar una alternativa que haría pasar el camino por los cantones suizos, pasando por el Tirol, Alsacia y Lorena.

Pero la suerte estaba echada, el tránsito del Cardenal Infante sería el último viaje de los Tercios por el Camino Español. Francia tomó Alsacia, y en 1633 Luis XIII ocupó el ducado de Lorena, lo que representó el tiro de gracia para el Camino Español, que tomó cuerpo el 17 de diciembre de 1638 en la batalla de Breisach con la derrota ante los ejércitos franceses, y es que el aprovisionamiento de Flandes dependía en su totalidad de tener expedito el paso en ese territorio. Los efectos del camino tienen reflejo histórico, y su desaparición fue esencial para la posterior composición de Europa, siendo que, además de la pérdida de los Paises Bajos por parte de España, significó la absorción por parte de Francia de Alsacia, Lorena y el Franco-Condado.

Cesáreo Jarabo

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1 thought on “El camino español”

  1. Impecable como de costumbre: Felicitaciones Cesareo!! Y saludos desde Buenos Aires en la otra costa de ese Oceano que para Cerviño “no figura mas que un caudaloso rio que une ambas orillas de España…”

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