España no fue sólo pionera al circunnavegar por primera vez el globo terráqueo, en virtud de la gesta protagonizada por Magallanes (de origen portugués, pero naturalizado español y al servicio de España) y culminada por Juan Sebastián Elcano, sino que además, en 1866, cuando lejos quedaba la época de esplendor del Imperio español, a la fragata Numancia le cupo el honor de ser el primer buque acorazado que daba la vuelta al mundo.
En aquel entonces, tan sólo siete países disponen, además de España, de barcos acorazados: Reino Unido, Francia, Estados Unidos, Austria, Piamonte-Cerdeña, Alemania y Dinamarca. Sin embargo, todas ellas se dedican a la navegación de cabotaje, siempre con la costa a la vista, con lo que la singladura de la Numancia la hace aún más meritoria.
Fue construida en los astilleros de la Sevne, en Tolón (Francia), por la empresa francesa Forges et Chantiers de la Mediterraée. Apenas dos años después, y sin haber tenido aún la oportunidad de bregar en alta mar la nueva fragata, España se ve envuelta en un extraño incidente con las nuevas repúblicas hispanas de Chile y Perú. El gobierno español decide enviar tres navíos de madera, la Blanca, la Berenguela y el Villa de Madrid, a los que se suma la Numancia, que parte de Cádiz, al mando del capitán de navío Casto Méndez Núñez, quien dirige la expedición.
Así, en su travesía al escenario del conflicto, la Numancia se convierte en el primer barco acorazado en cruzar la línea del Ecuador; en atravesar el Atlántico Sur; en cruzar el Estrecho de Magallanes; así como el primero en navegar por el Océano Pacífico.
Abiertas las hostilidades, la Numancia se estrena en el bombardeo del puerto fortificado peruano de El Callao. Tras la victoria española y cumplidos los objetivos militares asignados, la Numancia emprende el regreso, esta vez al mando de Juan Bautista Antequera. El gobierno ordena que continúe su singladura por el Pacífico y el Índico.
Sin embargo, al llegar al Cabo de Buena Esperanza, al sur del continente africano, Antequera recibe noticias de nuevas complicaciones en América, por lo que en vez de continuar cómodamente su periplo bordeando África de regreso a España, decide correr en socorro de sus compatriotas en América. De esta forma, aunque no regresa a su puerto de origen en la Península Ibérica, sino que arriba a la ciudad brasileña de Río de Janeiro, la fragata Numancia habrá sido el primer barco acorazado en dar la primera vuelta al mundo, pues en el inicio de su viaje para emprender la campaña del Pacífico, ya había recalado en dicha localidad.
El reconocimiento de la gesta será unánime, como confiesa el comandante Juan Bautista Antequera en el Congreso, al transmitir la felicitación del lord gobernador inglés de la isla de Santa Elena, quien “felicitaba a la Marina española por ser la primera que había dado solución al problema de la navegación de los buques blindados en aquellos mares tormentosos, y que de no haber sido la Marina inglesa la que lo hubiera practicado, tenía una gran satisfacción en que hubiera sido la española”.
No concluye ahí la vida de la Numancia, que habría de conocer otros hitos históricos, como el traslado a España del nuevo rey Amadeo de Saboya, para ser coronado al inicio de su efímero reinado – 1870-; su participación, en 1873, en la desactivación de la rebelión cantonal de Cartagena; su adscripción como buque insignia, al mando nuevamente del ya Vicealmirante Antequera, de la escuadra que rápidamente organizó España para la que se preveía inminente Guerra Hispano – Prusiana, por la posesión de las islas Carolinas, en el Pacífico (finalmente, la intermediación del Papa León XIII evitó el conflicto), o su presencia en la Exposición Universal de Barcelona, de 1888.
Lamentablemente, al encontrarse en reparación, no pudo participar en los luctuosos hechos de Cuba y Filipinas, en 1898, por los que la rapiña yankee se hizo con los restos del Imperio español. Quien sabe si la presencia de la Numancia y del acorazado Pelayo, así como de los submarinos de Peral – en caso de haberse llegado a construir, si no fuera por la desidia de nuestros gobiernos-, hubiera cambiado el curso de la Historia.
La brillante hoja de servicios de la Numancia, buque insignia de la Armada española durante más de medio siglo, terminó tristemente en 1916, hundido frente a las costas portuguesas de Sesimbra. Pese a los intentos de darle un final digno – conservarlo en algún puerto, convertirlo en museo o, incluso, buque escuela de la Armada-, el Gobierno decide mandarlo al desguace en Bilbao. Como resistiéndose a tan triste destino e incapaz de afrontar el temporal que se levantó en la zona, el otrora orgulloso navío se hundió en el Atlántico. La población de Sesimbra se volcó para ayudar a los náufragos.
Jesús Caraballo
Incomparable singladura de un navío que la Nación nunca debió dejar que se perdiese en ela negrura de la profundidades atlánticas. Recuerdo y agradecimiento muy especial para el Vicealmirante Antequera, bisabuelo de un gran amigo, Luis Antequera.
No veo donde dice que Mendez Nuñez hubiera fallecido en el combate de el Callao. Solo dice, y es cierto, que el mando de la Numancia pasó a Antequera, que fue quien terminó el periplo. Méndez Núñez, herido en aquél combate, regresó a España por el Atlantico
se rectificó ante el error. gracias.
Casto Méndez Núñez no murió en el combate del Callao, como cualquiera con un mínimo de conocimientos sabe.