En Canarias hay un lugar mágico al que llaman el Machu Picchu español. Se trata del núcleo poblacional de Masca, que pertenece al municipio de Buenavista del Norte, en la isla de Tenerife. Evidentemente no tiene nada que ver con el imperio inca ni es tan famoso como el original.
El motivo por el que comparan esta pequeña población o caserío con la antigua ciudad inca situada en la Cordillera Oriental de Perú es que se encuentra en la montaña a 680 metros sobre el nivel del mar y está rodeada de impresionantes barrancos y acantilados que van a parar al Océano Atlántico y que ofrecen unas vistas espectaculares y cuenta con apenas 90 habitantes. Toda la zona pertenece al Parque Rural de Teno, que se asienta sobre un antiguo macizo volcánico y que destaca por su densa vegetación que varía dependiendo de la altitud.
Cuenta la leyenda que la historia de este pueblo está íntimamente ligada a los piratas los cuales se escondían en un roque utilizado como santuario aborigen guanche en los que no lejos del caserío se han encontrado restos arqueológicos con grabados rupestres que dan fe de las ofrendas que realizaban los guanches a las entidades divinas que veneraban, siendo de esta manera un lugar sagrado y que es percibido rápidamente por aquellos que se adentran en los senderos que acercan a este paraje, y en el que por su carácter de sitio apartado y solitario los piratas se mantenían ocultos ya que no podían ser vistos desde el mar y donde al parecer mantenían sus tesoros, reparaban sus naves y descansaban entre sus campañas marítimas.
La carretera o los caminos serpenteantes que conducen a Masca son tan mágicos como la propia población. La carretera, que sale desde Buenavista del Norte, nos conduce a un camino muy sinuoso de estrechas y cerradas curvas acompañadas de profundos y entrelazados barrancos, por lo que la emoción está completamente garantizada para llegar y disfrutar de este lugar que captura la imaginación con su singular y espectacular belleza y su glorioso y mágico pasado.
Durante mucho tiempo, su única comunicación con el exterior era el conocido Camino de los Guanches. Los barrancos, algunos con degolladas que dan paso a los acantilados que rodean Masca van a desembocar al Océano Atlántico y ofrecen unas vistas únicas de todo el parque. Goza de espectaculares miradores, el Mirador de Cherfe o el de Cruz de Hilda son dos de los que ofrecen mejores vistas de todo el macizo de Teno y del mar.
Además de por sus paisajes, Masca también destaca por conservar la arquitectura rural tradicional de Canarias. Sus casas se levantan en las crestas de la montaña formando un lugar mágico que merece la pena conocer.
Lo primero que nos llamará la atención es la pequeña sucesión de casas de todos los colores imaginables, se levantan alineadas sobre las crestas de las montañas ocupan prácticamente cada fragmento del espacio habitable, alzadas al borde de espectaculares barrancos al borde del abismo desde donde parecen colgar. Fueron construidas siguiendo la línea de la arquitectura tradicional de Canarias, en mampostería y madera, y buscando la total integración con el entorno. Sus casas, que no son demasiado antiguas, se levantan en las crestas de la montaña y al borde de espectaculares barrancos. Muy cerca hay un roque que fue santuario aborigen, y en el que se conserva un interesante conjunto arqueológico con grabados rupestres. Toda la población, situada a 680 metros sobre el nivel del mar, está declarada Bien de Interés Cultural con categoría de Conjunto Histórico.
Entre palmeras datileras y escarpadas rocas volcánicas se encuentran casitas, que pese a que la mayoría de sus construcciones no tengan una gran antigüedad, concentran los elementos que hacen inconfundible a la arquitectura rural y tradicional de Canarias como el uso de mampostería y madera, sencillez y una completa adaptación al entorno, desde donde se proyectan los barrancos más hondos de la isla circundados por bosques antiguos y producen una sensación única y diferente.
Durante años solo tuvo una vía de comunicación con el exterior, el Camino de los Guanches, que conectaba Masca con Santiago del Teide, quizá debido a este “olvido” es que mantiene su increíble encanto de antaño. Don José Pérez fue el primer alcalde pedáneo de Masca cuando las comunicaciones con el caserío no eran tan buenas como hoy día. Una buena persona que en su escultura situada en el pueblo figura una placa con palabras de A. Fajardo que indican “que le robó la luz a tinieblas y el camino a las bestias de carga, y que ya es historia entre estos andenes y barrancos”.
Pero ser un rinconcito pequeño no le ha impedido poseer valiosos tesoros como la casa de los Avinculados en el Caserío de Piedra, la pequeñísima iglesia parroquial, de nuestra señora de la Concepción que data del siglo XVIII, también de un pequeño pero hermoso y singular museo etnográfico y un centro de artesanía, que se encuentran asentados en una de las casas del núcleo. En un gran incendio que se produjo en el monte del norte de la isla en julio de 2007 el caserío fue pasto de las llamas y muchas de las edificaciones que lo formaban quedaron destrozadas, además de la vegetación de sus alrededores.
Jaime Mascaró
Muchas gracias por compartir sobre ese precioso lugar.
Es de mencionar el sistema de depuración de aguas residuales que tiene instalado… No hay olores, no hay cerramientos, bajo un mirador público y visitable. Ningún gasto de mantenimiento, y una efectividad cercana al 100 %.
Digno de conocer para extender su uso por todo el mundo