Andrés de Urdaneta

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Fr. Andrés de Urdaneta y Ceráin, nació en Villafranca (Guipúzcoa) alrededor de 1508 y falleció en la Ciudad de México el 3 de junio de 1568.

Educado en el conocimiento de la filosofía, acabó siendo marino, cosmógrafo, explorador, militar y fraile agustino, formó parte en las expediciones de García Jofre de Loaisa y de Miguel López de Legazpi, pasando a la historia por haber descubierto la ruta de vuelta que llevaba de Filipinas a Acapulco que años antes resultó imposible de encontrar a Juan Sebastián Elcano.

En 1524, contando 16 años, formó parte de la fracasada expedición al archipiélago malayo en busca de especias que, comandada por Juan Sebastián Elcano, organizó fray García Jofre de Loaysa, comendador de la Orden de Santiago.

Las penalidades que padeció esta expedición, acosada por el hambre, el escorbuto y los enfrentamientos con portugueses, serían una buena lección que aprovechó debidamente Urdaneta para su futura trayectoria de marino y explorador.

Señalando la necesidad de introducir en la tripulación una dieta rica en frutas. No era vana la preocupación si tenemos en cuenta que en navegaciones que superaban los 45 días era normal el desarrollo del escorbuto entre un 33 y un 40 por ciento de la tripulación.

Urdaneta y el resto de los expedicionarios fueron hechos presos por Portugal, y liberados tres años después en virtud del Tratado de Zaragoza de 1527, que permitía la presencia de España en las islas.

Como consecuencia, la finalización del viaje significó que Urdaneta protagonizase la segunda vuelta al mundo en 1536, durante la cual hizo un importante acopio de información geográfica y antropológica que, aunque incautada por la corte portuguesa, pudo recomponer de memoria siendo entregada a Carlos I.

Los importantes conocimientos de Urdaneta le permitieron comprender que, en el sureste asiático, los problemas de las naves españolas, propulsadas a vela, estaban ocasionados por los monzones, que durante medio año soplan en un sentido y durante el otro medio en el contrario, por lo que, para efectuar el tornaviaje, señala la necesidad de zarpar en los meses de abril, mayo o primeros de junio, cuando con el monzón de verano que sopla del suroeste, se puede ganar en latitud antes de que den comienzo las tormentas tropicales.

Con estos datos señaló la necesidad de ascender hasta la latitud de Japón, donde, además, había la posibilidad de reponer provisiones.

En el informe técnico que redacta en 1560 para el virrey Velasco, describe las corrientes del Pacífico, tanto la del Kuro-shivo como la injustamente conocida como Corriente de Humbold, cuyo nombre fue aplicado en el siglo XIX, y que discurre desde el Polo Sur hacia el Ecuador, pegada a la costa de Suramérica y que es la causante de la riqueza pesquera de las costas de Ecuador, Perú y Chile.

Es el caso que en 1536 estaba en la Península; en 1538 fue a la Nueva España, donde desempeñó varios cargos oficiales, como el de corregidor de la mitad de los pueblos de la zona de Avalos y el de visitador de las localidades de Zapotán y Puerto de Navidad; en 1547 formó parte de una expedición contra Pizarro, que no llegó a tener lugar, y en 1553, con 45 años, profesó como fraile en la Orden de los Agustinos y abandonó toda otra actividad.

En 1564, el rey ordenó nuevas expediciones de descubrimiento, y requirió los servicios de Urdaneta como jefe de una de ellas. Urdaneta aceptó, pero no como comandante, sino como asesor de quién él estimaba mejor comandante: Miguel López de Legazpi, escribano y alcalde ordinario de la ciudad de México.

La flota, compuesta por dos naos, la «San Pedro» y la «Almiranta», los pataches «San Juan» y «San Lucas» y un bergantín del puerto de La Navidad, en Nueva España, el 21 de noviembre. Le esperaba una travesía de dos meses por una ruta ya conocida.

El día 13 de febrero de 1565 llegaron a la isla de Ibabo (Filipinas), de donde fueron a la de Samar antes de llegar a Cebú, donde el 8 de mayo se fundó la primera ciudad española en Filipinas, la villa de San Miguel.

E inmediatamente comenzaron a preparar el tornaviaje. Las condiciones meteorológicas se presentaron el 1 de junio. La emoción estaba a flor de piel: iban a intentar realizar el sueño que Elcano no pudo alcanzar, y que permitiría abrir una línea marítima que conectase, no ya la Nueva España con Filipinas, sino Filipinas con la Nueva España.

Urdaneta navegó hacia el norte buscando hallar una corriente favorable, y al llegar a la latitud de Japón, salieron de la influencia de los vientos alisios y, aprovechando la corriente del Kuro Shivo, lograron llegar a Acapulco el 8 de octubre de 1565. Habían recorrido 7644 millas náuticas (14.157 km) en 130 días, a una media de 59 millas náuticas (109 km) por día.

Acababan de descubrir la ruta de navegación más corta entre Asia y América, y la misma sería la que utilizaría el Galeón de Manila hasta 1815. Y hoy sigue siendo una de las principales rutas marítimas del mundo.

Tras informar personalmente al rey Felipe II de su descubrimiento, Andrés de Urdaneta regresó a su convento de la Nueva España donde falleció el 3 de junio de 1568 a los 60 años.

Cesáreo Jarabo

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