Cada sol tiene su ocaso (لِكُلّ شمْس مغْرِب)
Castillejo de Munt.güd. 1165
El ulular del viento parece susurrar al oído esas palabras una y otra vez a Muhammad Ibn Mardanish mientras pasea por los jardines del castillo, un vergel desde donde se puede abarcar toda la ciudad de Mursiya, que ha amanecido recubierto por brillantes perlas del rocío de la mañana, ofreciendo un aspecto tan melancólico como los propios pensamientos del Rey Lobo.
A la espera de una orden suya, a la altura de una fuente ricamente decorada flanqueada por frondosos setos de arrayán, cinco hombres aguardan la decisión de su emir, el hombre más poderoso de la parte oriental de al-Andalus , y sobre cuyo futuro se ciernen negros nubarrones ya que, según la información que acababan de proporcionarles sus espías, el temido ejército al-muwahhidun, el fiero pueblo venido del Magreb , acaba de partir desde Isbiliya con destino a Madina Mursiya .
Arrecia de nuevo la brisa, incrementando la sensación de frío que le estaba acompañando durante toda la mañana. Con un violento movimiento de cabeza Ibn Mardanish se obliga a relegar en la memoria su última derrota, en las cercanías Hins Garnata, inflingida por los almohades y trata de ordenar sus pensamientos. Frente a él, sus generales, seguros de su capacidad defensiva de sus tierras — los flancos norte y sur se encuentran muy bien protegidos gracias al Al-Kabir edificado en la costa y al impresionante castillo de Darrax, desde donde se domina la totalidad del Valle de Ricut — le han planteado atacar a los almohades antes de que estos alcancen la capital, sorprendiéndolos en el llano de al Fundun. Es una decisión arriesgada, y el enemigo muy poderoso, pero las opciones son escasas, y más cuando hay que enfrentarse a fanáticos obsesionados con la yihad.
Así que solo queda vencer o morir, piensa el rey Lobo con la mirada perdida en el horizonte. O como dicen los cristianos, se dice con una sonrisa triste, más vale morir de pie que vivir de rodillas.
EL PERSONAJE
Los almorávides dominaron Al-Ándalus entre el final del siglo XI y la mitad del siglo XII, presionado por los cristianos: el reino de Castilla trasladó la frontera portuguesa al Tajo con la conquista de Lisboa (1147), estableciendo una cabeza de puente en Al-Ándalus con la toma de Almería, el de Navarra culminó la recuperación de su territorio con la ocupación de Tudela y Aragón trasladó la frontera oriental al río Ebro con la recuperación de Zaragoza (1118), al igual que el condado de Barcelona con la anexión de Tortosa y Lérida (1148). Fue en ese contexto de fragilidad almorávide cuando surgió Abu Abd Al-lah Muhámmad ibn Sa‘d ibn Muhámmad ibn Áhmad ibn Mardaniš al-Ŷudhami o at-Tuŷibi, más conocido como o Ibn Mardanís o por el sobrenombre de Rey Lobo por parte de los cristianos.
Nacido en Peñíscola en 1124 o 1125, Ibn Mardanís, descendiente de una familia de aristócratas muladíes de origen mozárabe, fue un personaje principal de los Segundos reinos de taifas. Su padre, Sa‘d ibn Mardanix, fue gobernador de Fraga con los almorávides y luchó contra Alfonso I de Aragón en 1134. El mismo Ibn Mardanís ocuparía el puesto de gobernador de la villa, situada entre los gobiernos taifa de Zaragoza y de Lérida, una presión que el joven supo lidiar a su favor, manteniendo su gobierno independiente. Sin embargo, unos cuatro años después de asumir el poder se vio obligado a firmar una capitulación con los aragoneses, por la que les entregaba la población a cambio de que a los musulmanes que se quedaran les fueran respetadas sus propiedades.
Uno de sus tíos, Abd Al-lah ibn Muhámmad, fue lugarteniente de Abd Al-lah ibn Iyad, militar que a las órdenes de Zafadola tomó el control de Murcia y Valencia en la revuelta contra los almorávides de 1144, que supuso la desintegración de su imperio en la península. Al morir primero Ibn Muhámmad en la batalla de al-Luŷŷ en 1146 y un año más tarde Ibn Iyad en una batalla contra los Banu Yumayl en agosto de 1147, Ibn Mardanís ocupó su lugar, proclamándose emir independiente de la taifa de Mursiyya tras una confrontación con Abd Al-lah al-Thaghri, extendiendo sus dominios hasta Balansiyya, que posteriormente cedería a su hermano Yusuf ibn Mardanix y toda Xarq al-Ándalus gracias a su enlace matrimonial con la hija de Ibrahim ibn Hamushk de Jaén, al apoyo de las tropas mercenarias venidas de la Barcelona de Ramón Berenguer IV, de Castilla o de la Aragón reinada por Alfonso II , así comode los tratados con la República de Pisa y la República de Génova. De hecho, la tradición dice que administró Almería en nombre de Alfonso VII de León después de 1147, tras la toma momentánea de la ciudad por los cristianos.
EL REY LOBO CONTRA LOS ALMOHADES
Apoyándose en su suegro, Ibn Mardanís fue extendiendo sus dominios: Jaén (1159), Baza, Guadix, Écija y Carmona (1158-1160), una breve dominación de Granada(1162) gracias a la colaboración de los judíos…Incluso amenazó Córdoba y puso cerco a Sevilla, causando estragos al nuevo enemigo africano venido desde el norte de África: los almohades, quienes habían ocupado Marrakech a mediados del siglo XII impulsados por Muhammad Ibn Tumar, un fervoroso creyente en la ortodoxia del Islam y en la unicidad de Alá que consideraba la yihad contra el infiel era una herramienta de legitimación muy potente.
Pero en su asalto a la península los almohades descubrieron que muchos musulmanes no se someterían pacíficamente al nuevo credo. Uno de ellos fue Mohamed ibn Mardanis, el rey Lobo.
En respuesta al intento de tomar Córdoba, en 1165 un formidable ejército almohade partió de Sevilla con destino a Murcia, Los almohades vencieron a las huestes de Ibn Mardanís en el castillo de Luque y el 8 de septiembre le arrebataron Andújar. Posteriormente, tras asolar las tierras de Galera, Caravaca, Baza y la comarca de la sierra de Segura, tomaron Cúllar y Vélez-Rubio, aunque la batalla que más se recuerda es la que aconteció en al Fundun gracias a la descripción realizada por Ibn Sahib al-Sala.
LA BATALLA DE AL FUNDUN
15 de octubre del año 1165 en las proximidades de la actual Alhama de Murcia, en su llanura, se produjo un duro enfrentamiento entre el Rey Lobo y el sayyid Abu Hafs, caudillo de los almohades.
Salió [Ibn Mardanish] con ellos [con toda la tropa, incluidos auxiliares castellanos] de Murcia, su residencia, al encuentro de los almohades que estaban en la ciudad de Lorca; avanzó hacia ellos con sus tropas y guarneció un desfiladero en el camino contra ellos, que no les permitía el paso, sino después de un encuentro. Pero los almohades se desviaron de este paso hacia el llano, llamado al Fundun, por un camino más ancho y por una parte más segura, y llegaron a Lorca por el Oeste, estando el rebelde con su ejército en sus cercanías. Entonces ellos [los de Ibn Mardanish] levantaron el campo de sus cercanías y se dirigieron por su camino hacia Murcia […] aquel día marcharon los dos ejércitos, el de los almohades por el lado de la montaña a la derecha del camino; y el ejército de Ibn Mardanish, por la izquierda del camino, en la otra montaña, siguiendo así todo aquel día.
Ibn Sahib al-Sala describe la batalla con bastante detalle, no dejando lugar a dudas quién salió vencedor, quizás de una forma un tanto tendenciosa.
Al llegar el viernes [el día 15 de octubre], llegaron al llano, a la puesta del sol de aquel día, donde empieza el llano de Murcia, al lugar conocido por Hamat bi l quad o Llano de al Yallib, a diez millas de Murcia. El ejército de Ibn Mardanish se detuvo y se dispuso a la defensa; y los almohades desplegaron sus tropas numerosas e izaron sus banderas victoriosas, formaron sus líneas, formaron sus líneas y revistaron sus tropas. ‘Ibn Mardanish los atacó con sus soldados y sus amigos cristianos, los primeros, en tres acometidas, la primera contra los árabes y las otras dos contra los almohades […] y se marchó el sol del día, al acercarse las tinieblas seguidas de otras. Se tropezaron caballero con caballero, crecieron las heridas de las lanzas penetrantes y los golpes de las espadas […] empleadas por los árabes, hasta que Dios le concedió la victoria a los musulmanes y volvieron los infieles las espaldas; lo cual fue […] su perdición. […] Lucharon cuerpo a cuerpo, y la mayoría de ellos cayeron derribados, y huyó Ibn Mardanish derrotado, abandonando el campo de batalla sus partidarios y aliados, […] y se detuvieron, discutiendo y riñiendo, y no encontraron salida del camino, que les cerraba el paso, ni su defensa, sino en las acequias, que cruzaban, resguardándolos y ocultándolos […] y se acogió a la montaña próxima al campo de batalla, donde montó la tienda de campaña […] y se mantuvo con sus restos fugitivos y derrotados durante aquella hora del fin del día hasta lo cubrió la noche y lo rodeó la pérdida y la desgracia. Montó entonces a caballo y huyó a Murcia, y se escondió en ella, derrotado y fugitivo, humillado y afrentado.
Entonces los almohades levantaron el campo, al amanecer del día siguiente […] y se dirigieron a Murcia en su persecución. Acamparon en su llano, y se establecieron en él […] en su vega y en su lugar de descanso de su residencia,a la vista de ella, en las afueras de Murcia, destruyendo sus jardines, y permitiendo toda clase de licencias en los lugares de su esparcimiento y diversión.
Murcia estaba tan bien fortificada que el sitio resultó un fracaso, pero aquel fue el comienzo del final: en junio de 1169, su suegro y aliado Ibn Hamushk adoptó las doctrinas almohades y comenzó a colaborar con ellos en la conquista de la zona levantina o Xarq al-Ándalus, traicionando a su yerno en 1171, con un ya muy debilitado Ibn Mardanish fue asediada nuevamente, y aunque tampoco se consiguió tomar la ciudad buena parte de las demás poblaciones fueron pasándose al bando almohade: Lorca, Elche, Alzira y Baza se rebelaron, así como Almería, que se pasó a los almohades acaudillada por un primo y cuñado del propio Ibn Mardanís. Entre finales del 1171 y principios del 1172 Ibn Mardanís perdió a sus últimos aliados: se alzaron contra él Valencia, Játiva, Segorbe.
El Rey Lobo moriría pocos meses después de un ataque cardiaco, a los 48 años, no sin antes recomendar a sus hijos que alcanzaran un acuerdo favorable con sus eternos enemigos. Así, su hijo Hilal se declaró vasallo de los almohades, manteniéndose como gobernador de la ciudad
MURCIA EN SU ESPLENDOR
Durante el emirato del Rey Lobo, la ciudad de Murcia lograría un esplendor inmenso, tanto que su moneda se convirtió en referente en Europa: los morabetinos lupinos, una moneda de oro que pesaba unos cuatro gramos y que se convirtió en la forma más extendida de pago en el Mediterráneo occidental.
Las cecas de Valencia y Murcia acuñaron muchísima moneda que, bajo el apelativo de morabetinos lupinos, seguía siendo importante todavía en el siglo XIV (Javier Albarrán).
La prosperidad de la ciudad se basó en la agricultura (cereal, vid, olivo), potenciando el aprovechamiento del curso del río Segura a través de la compleja red hidrológica compuesta de acequias, azudes, norias y acueductos que ya existían en la zona, pero también en la artesanía también consiguió un gran desarrollo y prestigio, tanto que la cerámica murciana comenzó a exportarse a las repúblicas italianas.
Mursiya era tan próspera que experimentó un gran crecimiento, llegando a los 28.000 habitantes, extendiéndose intramuros con la creación del Arrabal de La Arrixaca
Relevantes fueron también las construcciones palaciales o militares que se levantaron en aquella época, como el palacio de Al-Dar al-Sugra, sobre el que se levantó a partir de 1228 el Alcázar Menor de Murcia, o el oratorio y panteón real del Alcázar Mayor de la ciudad, ubicados en la actual iglesia de San Juan de Dios, se completó el cinturón defensivo con diversas fortificaciones de la fortaleza de la Asomada y el Portazgo en el Puerto de la Cadena por el sur y la construcción de tres castillos por el norte, para defender la Huerta: el Castillo de Monteagudo (residencia real de verano), y los del Castillejo de Monteagudo (de recreo) y de Larache (explotaciones hortopecuarias) y el de Cabezo de Torres. Además, Ibn Mardanish incrementó la seguridad del reino de Murcia con la construcción de un alcázar (Los Alcázares) en la costa del Mar Menor y el castillo de Blanca para dominar la Vega Alta y el Valle de Ricote.
También se perfeccionó la muralla que acabó defendiendo la ciudad durante toda la Edad Media y parte de la Moderna: 15 metros de altitud, antemuralla, foso, 95 torreones, 6 puertas de entrada, un alcázar (Al-Kabir) junto al río y como colofón el palacio real, sita actualmente en el Convento de las Claras.
UN PERSONAJE SINGULAR
La propaganda almohade ha dejado para la historia a un Ibn Mardanís de relajadas costumbres: libertinaje sexual, vestidos cristianos, hábitos alimenticios que incluían el consumo de alcohol… Se le ha descrito como un libertino apegado a las concubinas, que vestía como los cristianos y que bebía vino, trastornando su entendimiento.
También se cuenta que, al terminar sus fiestas, regalaba con frecuencia a los invitados la vajilla de plata e incluso los tapices que decoraban la estancia.
Más allá de esto, lo que sí se puede asegurar es que el Rey Lobo, el mismo que prefería construir palacios antes que mezquitas, “fue un puente entre dos culturas” (David Omar Sáez Giménez, Juan Jesús Botí Hernández e Isaac Alcántara Bernabé, en el blog de divulgación histórica Ad Absurdum).
“Sólo hay que ver el oratorio de su alcázar que se conserva en la iglesia de San Juan de Dios”. “Esos colores son muy poco frecuentes en el universo islámico”.
Otra demostración de lo distinto de su mundo se encuentra en una rarísima pieza de artesanía que se conserva en el Museo de Santa Clara: la flautista.
La mujer que toca el mizmar parece confirmar las fiestas y banquetes que se organizaban en la corte de Ibn Mardanis, y en las que, probablemente, se daba rienda suelta a actitudes artísticas e intelectuales (Javier Albarrán).
La flautista fue hallada en el castillejo de Monteagudo, escenario principal de la sofisticación y el lujo en el reinado del Rey Lobo.
La representación de la figura humana es algo muy raro en el mundo musulmán.
Ricardo Aller
Un gran rey de Mursiya. Traicionado a veces y y otras acechado por la mala suerte pero siempre un gran rey que hizo grande a Mursiya.