A Dios gracias todos conocemos la figura de Félix Rodríguez de la Fuente, y su obra la tenemos bien presente, como presente está en gran parte del mundo.
Nació en Poza de la Sal, Burgos, el 14 de marzo de 1928 y murió en acto de servicio en Shaktoolik, Alaska, el 14 de marzo de 1980.
Por presiones de su padre, estudió medicina, pero no sería este el campo en el que destacaría, sino que fue su afición por la cetrería la que acabaría convirtiéndolo en lo que posteriormente alcanzaría a ser de forma autodidacta: Zoólogo, biólogo, expedicionario, escritor y divulgador del amor por la naturaleza.
Y no porque le fuese mal el desarrollo de la carrera a que se vio abocado por su padre, porque también en 1954 se graduó en Estomatología en Madrid con el Premio Extraordinario Landete Aragó.
Su amor por la naturaleza se vio influenciado por el biólogo José Antonio Valverde, que en los años cincuenta se enfrentó a los planes del Ministerio de Agricultura para desecar las marismas del Guadalquivir, lo que llevaría a la creación en la zona del Parque de Doñana.
Trabajador incansable, enamorado de la cetrería cuando ya hacía siglo y medio que había dejado de practicarse en España, se imbuyó del arte recurriendo a los escritos medievales, especialmente el Libro de la caza de las aves, de Pero López de Ayala, y el Libro de la caça, de Don Juan Manuel.
Esas actividades lo llevaron a ser miembro fundador de la Sociedad Española de Ornitología, creada en 1954, sin por ello dejar su actividad profesional como odontólogo, algo que ocurriría tres años más tarde, tras fallecer su padre, para dedicarse a lo que era su pasión.
Su éxito fue tal, que en 1961 fue requerido como asesor de cetrería en la película El Cid, lo que le acarrearía contactos con científicos de toda Europa que, en 1964 le posibilitaría participar en el Congreso Internacional para la Protección de las Aves de Presa, celebrado en Caen (Francia), donde presentó un estudio sobre la situación del halcón peregrino en España, y la publicación de su primer libro: El arte de la cetrería.
No era el final, sino el principio de su actividad, que tendría especial desarrollo al entrar en contacto con TVE, donde fue invitado a una entrevista de tres minutos que se convertiría en la espoleta de su carrera profesional.
El amigo Félix entró en los estudios con un halcón en el puño y con esos tres minutos tuvo tiempo suficiente para demostrar su sabiduría. Tanto que el popular periodista Joaquín Soler Serrano llegó a solicitar para él un puesto en la Real Academia de la Lengua por ser «el español de mejor prosodia».
Pero no fue sólo Joaquín Soler Serrano quién quedó prendado, sino la audiencia, de suyo seno surgieron centenares de cartas solicitando más intervenciones de Félix.
Efectivamente, fue contratado por TVE, donde acabaría realizando una ingente labor naturalista, que tuvo en la preservación de especies de grandes mamíferos ibéricos que, como el lobo y el lince ibérico, el oso pardo y el muflón, se hallaban en serio peligro de extinción.
En 1966, y como “Félix, el amigo de los animales” inicia el espacio Televisión Escolar, donde habla de la fauna y la flora destacando los valores que tienen ambos conceptos, en ocasiones tan alejados de su valor económico.
Con su actividad logró acabar con las Juntas de Extinción de Animales Dañinos y Protección a la Caza, promovió la delegación española del Fondo Mundial para la Vida Silvestre, promovió y fue vicepresidente de Adena, auspició los Parques Naturales y Nacionales… y con su actuación consiguió que el halcón peregrino y las rapaces nocturnas fuesen catalogadas como especies protegidas. Sería el pistoletazo de salida para que esa iniciativa fuese adoptada también en otros países para esas u otras especies.
Y esa actividad la compaginaba dirigiendo y presentando programas de radio, escribiendo libros y desarrollando un trabajo de campo que luego convertiría en programas de divulgación. Así, en 1965 salvó dos lobeznos, los crió y domesticó, repitiendo la experiencia con otras manadas, consiguiendo que la población tuviese un singular cambio de actitud con relación a este animal.
Su facilidad de palabra, su actitud, su espíritu de trabajo lo habían convertido en un referente que TVE no dudó en promocionar, dándole un programa, Fauna, que ocasionaría la creación de una enciclopedia que vería la luz con el mismo nombre.
Y además, siempre además con nuestro amigo Félix, fueron utilizados sus conocimientos en el desarrollo de un plan que naturalmente resultó ser exitoso: utilizar aves rapaces en los aeropuertos para controlar a las aves potencialmente peligrosas para los aviones.
En 1970 daría comienzo otra cumbre de su obra: la realización del programa televisivo Planeta Azul, y la Enciclopedia Salvat de la Fauna, que sería traducida a catorce idiomas y publicada en los cinco continentes, transformándose en una obra de referencia, que ocupará lugar de honor en la mayoría de los museos de ciencias naturales.
Félix supo divulgar las maravillas que nos rodean. Su obra es inmensa: libros, reportajes, documentales, películas, programas de radio de naturaleza… y supo convertirse en un referente mundial por su capacidad pedagógica y por su capacidad de trabajo, habiendo conseguido grabar lo que hasta entonces nadie había conseguido.
Su influencia en el gran público es incuestionable, siendo que, según su biógrafo, Miguel Pou, entre 1971 y 1974 en España se le consideró «el personaje más famoso después de Franco», y siendo que el 70% de los estudiantes de biológicas entrevistados en 1983 decían hacer la carrera por la influencia de Rodríguez de la Fuente. En su honor fue erigido un gran número de monumentos y placas conmemorativas, amén de parques e institutos que llevan su nombre. Su nombre causa respeto y admiración.
Y no sólo en España, ya que se calcula que sus series de televisión han sido vistas por varios cientos de millones de personas.
En abril de ese mismo año, el Ayuntamiento de Burgos le otorgó la Medalla de Oro de la Ciudad a título póstumo.
Cesáreo Jarabo