El 25 de mayo de 1588 salía de Lisboa la Grande e General Armada. Su destino sería los Países Bajos, desde donde tras el embarco de tropa debía dirigirse a Inglaterra con el objetivo de iniciar una invasión.
La mala fortuna hizo que quién debía comandarla, Álvaro de Bazán hubiese sido enterrado tres meses antes de su partida, y en su lugar fuese un inexperto, el duque de Medina Sidonia, que además desoyó los consejos de marinos expertos y no atacó a la flota inglesa, que, cuando la Armada llegaba a sus costas, estaba surta en puerto. Tal vez ese fue el error que sirvió de espoleta del desastre.
Otro error fue la falta de estructura para el embarque de las tropas de Flandes, pero… ese es asunto para tratar aparte.
¿Qué pasó, al fin con la Armada?
La persecución de la armada británica que, por un mal acto de guerra, se libró de ser aniquilada, inició el acoso de la armada española, que se vio inmersa en un terrorífico temporal con naves no atlánticas, sino mediterráneas, y viéndose forzada a adentrarse en unos mares para las que no estaban diseñadas, fueron rumbo norte a dar la vuelta a las Islas Británicas, donde finalmente serían destruidas por los temporales.
Embarcado en la nave veneciana la Lavia, iba un hombre, el capitán Francisco de Cuéllar, por cuyo relato tenemos conocimiento de la odisea que pasaron los hombres que iban a bordo de hasta 37 buques (los ingleses dicen que 60)
El 21 de septiembre de 1588, tres de estas naves, la Santa María del Visón, la Juliana y la Lavia, fueron arrojadas sobre la playa de Streedagh, en Irlanda, muriendo en el naufragio más de mil hombres entre soldados y marineros.
Las penalidades de los supervivientes pueden ser resumidas en el relato que en primera persona vivió el capitán Cuéllar, que pasó 8 meses atravesando el territorio en una marcha por la supervivencia, que se encontraba amenaza por dos tipos de enemigo: algunos salvajes del lugar, y tropas británicas.
Si el destino que esperaba a los náufragos era incierto con los irlandeses, era cierto con los ingleses: el ahorcamiento, extremo que pudo comprobar a poco de iniciar su huída al recalar en un monasterio que había sido destruido por los ingleses en el que encontró doce españoles ahorcados.
Pero si entre los irlandeses había salvajes que los robaban y maltrataban, también los hubo que les prestaron la más desinteresada ayuda. De hecho, en un momento que creía llegado su final, un gigante armado de una enorme hacha, tras robarle, lo escondió en su huída de los ingleses, lo curó de sus heridas, lo atendió durante una semana y le indicó la dirección del castillo de Brian O’Rourke, «muy grande amigo del Rey de España, que recogía y hacía bien a todos los españoles que a él se iban»… Efectivamente, en el castillo de O’Rourke había más de setenta españoles acogidos… y O’Rourke sería ahorcado por los ingleses tres años más tarde.
Tras abandonar la protección de O’Rourke, fue esclavizado por un herrero, pero en su penuria tuvo la suerte de ser encontrado por un fraile que le había asistido anteriormente, y que estaba en relación con un patriota irlandés, Manglana MacClancy, un señor que ayudaban a los españoles en su huida, y que como consecuencia sufrió el ataque del virrey inglés Fitz William comandando un ejército de 1.700 hombres dispuestos a la caza de los náufragos de la Armada española.
Ante este ataque, MacClancy, huyó con su pueblo y su ganado a las montañas del norte del lago Melvin, a cuya huída invitó a los españoles que tenía bajo su protección.
Nueve españoles, entre ellos Francisco de Cuéllar, se negaron a huir, prefiriendo encontrar la muerte en defensa del castillo. Ellos solos harían frente al ejército inglés. Contaban con siete mosquetes, seis arcabuces, unas pistolas, alguna espada… y una despensa para resistir seis meses.
Diecisiete días duró el asedio, en el curso del cual los ingleses, para amedrentar a los defensores, asesinaron a varios españoles que tenían prisioneros. Transcurrido ese tiempo, los ingleses, acosados por las inclemencias, abandonaron el sitio, MacClancy recuperó su castillo y ofreció en matrimonio a Cuéllar a una de sus hermanas.
Cuéllar declinó la oferta y con cuatro compañeros reinició su marcha, mientras los otros compañeros quedaron en el lugar y hoy hay en el mismo un nutrido grupo de habitantes de pelo oscuro.
Pasó a buscar cobijo con el señor Ockan O’Cahan, de donde finalmente saldría embarcado en una barca que la tormenta desviaría a las islas Shetland, de donde partirían días más tarde hasta Escocia, donde durante seis meses sólo encontraron apoyo en algunas familias católicas, momento en que escribió un memorial dirigido a Felipe II, antes de embarcar hacia Flandes, acogidos a la promesa británica de brindar paso franco.
Pero, tratándose de una promesa inglesa… además, pagada… En Dunquerque fueron atacados por buques holandeses, aliados de los ingleses, que hundieron el barco, muriendo doscientos setenta hombres que habían superado todas las penalidades. Cuéllar sobrevivió y se incorporó al ejército de Alejandro Farnesio, con el que participará, entre 1589 y 1598 en las campañas de este gran capitán, y en 1600 lo encontramos en Nápoles bajo el mando del Conde de Lemos.
En 1601 fue nombrado capitán de infantería en un galeón con destino a las Antillas y en 1602 salía hacia América, en la flota de don Luis Fernández de Córdova.
Siempre bajo el mando de grandes capitanes, las hazañas que más se recuerdan son las realizadas en solitario, siendo que los irlandeses lo recuerdan por su bravura ante los ingleses, lo que lo ha convertido en un personaje legendario en Irlanda. Allí es donde, además de libros, le han dedicado un monumento junto a la playa de Streedagh y una ruta turística – De Cuéllar Trail – que recuerda el itinerario que siguió por las provincias de Connacht y el Ulster.
En la colonia británica conocida como España es absolutamente desconocido.
Gloria a un hombre que ante las desdichas supo responder como un valoroso caballero español.
Cesáreo Jarabo
Nuestra Armada llena de grandes y humildes héroes.
Hicieron por su Patria, lo indecible. Así como en investigación marítima y matemática, por nuestros hombres de la ARMADA, 🇪🇦🇪🇦⚓⚓