Nació en Torredonjimeno (Jaén), en el siglo XV y falleció entre La Española y San Juan el dos de julio de 1502 en el curso de un tifón.
Siendo muy joven acompañó al rey Fernando en sus viajes a Aragón cuando era príncipe heredero de aquel reino. Gozó de la confianza real, fue nombrado caballero y participó en la Reconquista de Granada, pasando a residir en Santo Domingo con el segundo viaje de Colón.
Encargado primero de vigilar la construcción de la villa de La Isabela, fue nombrado por Colón alcalde ordinario de la misma, y poco después alcalde mayor de toda la isla, desde cuyo cargo vivió el primer gran pleito que se produjo en La Española, conocido como «Conflicto de las Lanzas Jinetas» , acontecido tras la llegada de Colón en su segundo viaje, y que tuvo sus antecedentes en septiembre de 1493, justo antes del embarque, cuando los Reyes Católicos impusieron el envío de una especie de policía compuesta por veinte escuderos lanceros de la Santa Hermandad, extremo que contrarió sobremanera a Colón, que hizo todo lo posible para que estos no se embarcasen, y que finalmente fue impuesto por Juan Rodríguez de Fonseca, obispo de Burgos, arcediano de Sevilla y miembro del Consejo Real.
Pero el conflicto no se cerró con la imposición de Fonseca, ya que el adelantado Bartolomé Colón confiscó los caballos y los empleó como bestias de tiro.
Consecuencia de la medida fue que quienes habían acudido para ejercer la policía se unieran a los hidalgos rebeldes que, encabezados por fray Bernaldo Boyl y por mosén Pedro Margarit, se amotinaron y regresaron a España. Al arribar al puerto de Cádiz, los escuderos reclamaron a la Corona sus armas y caballos, pues las armas se habían oxidado por el contacto con la humedad del trópico, y los caballos habían sido dejados, considerándolos muertos.
La crispación existente en La Española era manifiesta y creciente, siendo uno de los motivos el hecho de que Diego y Bartolomé Colón fuesen parte del gobierno sin haber sido designados por los Reyes.
En el crescendo de la crispación, y con el apoyo de un importante número de españoles desesperados y hambrientos, Francisco Roldán encabezó en 1497 la primera protesta seria contra los Colón, que fueron presentados como únicos culpables de la situación.
El grito de protesta de Francisco Roldán no era otro Encabezó que “viva el rey”, con el que se enfrentaba a Bartolomé Colón, a quien tildaba de “hombre duro y áspero y cruel y codicioso, y que con él no podía alguno medrar”.
Pero no eran solo los españoles que mostraban su malestar; en contra de los mandatos reales, los nativos estaban siendo esclavizados, y Francisco Roldán se alió con los caciques, llegando a establecer un gobierno en el oeste de la Española que se enfrentaba al adelantado Bartolomé Colón.
Instalado en tierras del cacique Bohechío y hasta el verano de 1498, Roldán y sus seguidores se instalaron en el cacicazgo de Jaraguá.
El cronista Hernando Colón señala que ese asentamiento fue elegido por Roldán porque se trataba de un lugar rico y poblado y “por ser las mujeres de allí más hermosas y de agradable trato que en otra parte; y esto era lo que más les incitaba para irse a Jaraguá”.
Esa circunstancia era el primer argumento aducido contra Roldán y sus seguidores, que eran acusados de tener tantas mujeres y servidores como querían. Es el caso que el bando de Roldán se veía permanente incrementado por quienes desertaban del sector de los hermanos Colón, quienes lanzaban graves acusaciones, al tiempo que por parte del sector de Roldán recibían acusaciones que no eran de menor envergadura.
La situación en La Española era, así, muy complicada, y el poder de los hermanos Colón estaba francamente comprometido, siendo que Roldán presentaba en Jaragua un contrapoder que podía asimilarse a un reino independiente cuyo poder era tan manifiesto que cuando Colón llegó en agosto de 1498 descartó utilizar la fuerza y pactó con Roldán una solución al conflicto.
No por eso acabaron los conflictos. El 10 de octubre de 1499, Roldán relataba los hechos en carta enviada al cardenal Cisneros en la que señalaba que el culpable de la situación no era otro que el adelantado Bartolomé Colón.
Pero un pacto que consistía en ceder a todas las propuestas de Roldán, que nuevamente fue nombrado alcalde mayor.
Teniendo a Roldán sumido en la tranquilidad, surgieron nuevos problemas que significaron la entrada en prisión de algunos, la ejecución de otros y la aparición de motines que solo encontraron su final con la llegada del juez pesquisidor Bobadilla, quien según relata Las Casas: “A Francisco Roldán, autor de todos los alborotos y levantamientos pasados, y a don Hernando de Guevara, que ahora se había alzado, y a los demás que estaban para ahorcar, no supe que penase ni castigase en nada, los cuales yo vide pocos días después desto, que yo a esta isla vine, sanos y salvos, y harto más que el Almirante y sus hermanos prosperados”.
Pero si en 1500 Bobadilla no molestaba a Roldán, en 1502, Fray Nicolás de Ovando, mando apresarlo y enviarlo a España para ser juzgado, en la misma expedición de regreso de Francisco de Bobadilla, objetivo que no pudo ser cumplido, ya que el 2 de ulio de 1502 una fuerte tormenta hundió la flota muriendo todos sus miembros.
Cesáreo Jarabo