Gonzalo de Sandoval, el joven capitán de Cortés

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Nació en Medellín (Badajoz) el año 1497  y falleció en Palos de la Frontera (Huelva) el año 1528.

Fue uno de los primeros pobladores de la ciudad de Trinidad, en Cuba, donde se significó como director de las primeras construcciones de la misma.

Cuando en 1519 partía Cortés para la conquista de México, y contando 22 años, se unió a la expedición, siendo el más joven de los capitanes de la hueste, donde mostraría sus cualidades de mando y sus virtudes humanas en las que destacaba por su valentía, su entrega y su misericordia, con las que ganó la confianza de Hernán Cortés, que acabaría asignándole tareas de gobierno cuyo desarrollo sería tan exitoso como en el ejercicio de la guerra, aspectos que le granjearían reconocimiento de sus mandos y de la Corona.

Héroe intachable, es reconocido como tal por el propio Hernán Cortés, quién en sus cartas de relación llega a citarlo centenares de veces, unas con su nombre y otras como “el alguacil mayor”, cargo al que accedería después del apresamiento de Moctezuma.

No era para menos, ya que, entre los cuatro capitanes que acompañaron a Cortés en la entrevista mantenida con Moctezuma el 9 de noviembre de 1519, se encontraba Gonzalo de Sandoval. Y Cortés, Velazquez de León, Ordás, Alvarado, y él mismo, serían quienes siete días después decidirían tomar preso a Moctezuma.

Nombrado gobernador de Veracruz, al mando de un destacamento compuesto por unos cincuenta soldados, en su mayoría heridos, defendió la plaza ante Pánfilo de Narváez, que encomendó su rendición a un clérigo, un jurista y un soldado, que fueron apresados y remitidos a Cortés.

Planteada finalmente la batalla entre Narváez y Cortés, el 28 de mayo de 1520 comandó el ataque contra el campamento de aquel en Cempoal, tomándolo preso, marchando acto seguido a Tenochtiltlan para enfrentarse a la revuelta que acabaría en la Noche Triste, donde nuevamente volvió a destacar por sus artes militares.

Nuevamente destinado en Veracruz, sería pieza esencial en el desarrollo de la toma definitiva de Tenochtiltlan. Sometió a  los indios Chalco, con lo que garantizó la retaguardia, tras lo cual atendió la construcción de los bergantines que serían esenciales en la toma de la ciudad, y de cuyo transporte a través de la selva sería el responsable, al mando de doscientos infantes quince jinetes y miles de tlaxcaltecas, misión que compaginó con la represión de los indios de Tecoaque, que habían ocasionado graves bajas entre los soldados y los aliados tlaxcaltecas.

Durante el sitio de Tenochiltlan estuvo al frente de una compañía compuesta por veinticuatro caballos, trece ballesteros, cuatro arcabuceros, ciento cincuenta soldados a pie y treinta mil indígenas, y cuando el 13 de agosto se lanzó el ataque definitivo se encontraba al mando de los bergantines, siendo que uno de sus hombres, García Holguín, fue el protagonista de la captura de Cuauhtémoc.

No acabarían sus acciones con la toma de Tenochtiltlan, tras lo cual fundó Medellín y el puerto de Espíritu Santo en el Pacífico.

En 1523 reprimió ferozmente la rebelión de los huaxtecas y organizó una expedición a Jalisco. Fundó  San Sebastián de Coloma, y San Esteban del Puerto, junto a la desembocadura del río Panuco.

En 1524 emprendió junto a Hernán Cortés la campaña de Hibueras, adentrándose en las tierras del sur de México.

Tras más de un año de exploración regresó a México, encontrando una ciudad donde reinaba la anarquía. Nombrado justicia mayor a finales de 1526, intentó controlar la situación, y el 17 de marzo de 1528 se embarcó hacia España junto a Hernán Cortés, que iba a someterse a juicio de residencia.

Llegado a la Península, muy mal de salud, sería asesinado en una posada de Palos de la Frontera, donde con la connivencia del posadero unos bandidos le asaltaron y le robaron el oro que portaba.

Lamentable muerte de un hombre que, si intachable fue en las acciones de guerra y administración, intachable fue también en su vida familiar. Tras la batalla tenida contra los tlaxaltecas, había casado con Tolquequetzaltzin, hija de Xicoténcaltl el Viejo, Señor de Tizatlán, a la que fue fiel toda su vida, y con la que tuvo un hijo: Juan.

Cesáreo Jarabo

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