Conservatorio de Valencia, 1940.
Apoyado en la pared, el director del conservatorio no puede dejar de mirar cómo uno de sus alumnos toca la guitarra. Apenas tiene 13 años, pero maneja el instrumento con la destreza de alguien de 40, con los dedos deslizándose por las cuerdas de la guitarra de forma resuelta, diríase que casi perfecta : mano izquierda abierta sin rastro alguno del pulgar pinzando el mástil que ha colocado en su parte inferior para pulsar las notas más recónditas y difíciles que exigen una apertura digital total; por su parte, la mano derecha está perfectamente situada, los dedos juntos y alineados para mimar las cuerdas individualmente, pero con toda la fuerza de una mano coordinada y firme, impulsando su energía desde las falanges proximales.
Curioso, el director se acerca a Vicente Asensio, uno de los mejores profesores de la institución, para preguntar quién es ese niño.
Narciso Yepes, le responde el músico. De Murcia.
La música impregna el ambiente de un aire melancólico, muy personal, dotando de vida los versos de un poema de Federico García Lorca.
Empieza el llanto de la guitarra.
Se rompen las copas de la madrugada.
Empieza el llanto de la guitarra.
Es inútil callarla.
Llora monótona como llora el agua,
como llora el viento sobre la nevada.
Llora por cosas lejanas.
Llora flecha sin blanco,
la tarde sin mañana,
¡Oh guitarra!
Corazón malherido
por cinco espadas .
Y así, cinco minutos después, el director abandona el aula, todavía sobrecogido por lo que acaba de presenciar, mientras le da vueltas a un pensamiento: el niño está aprendiendo la técnica, pero lo que lo diferencia del resto es algo que nadie puede enseñar: talento en estado puro.
EL PERSONAJE
Narciso García Yepes nació en Marchena (Lorca, Murcia) el 14 de noviembre de 1927, en un hogar de campesinos y agricultores. Hijo de Agustín García Méndez y Teresa Yepes Franco, desde muy temprana edad mostró interés por la música: con 4 años su padre le regaló una guitarra en una feria del pueblo, le enseñó a afinar el instrumento y dos semanas más tarde ya era capaz de imitar todo tipo de melodías….
Con seis años se inició en la guitarra y el solfeo con Jesús Guevara, dando susprimeros pasos los da en el Teatro Guerra de Lorca y en la radio local. Acabada la Guerra Civil, nada más cumplir los 13 años, comenzó a estudiar en el Conservatorio de Valencia con Vicente Asensio. Allí simultanearía el bachiller con los estudios musicales, aleccionado por Manuel Palau, Estanislao Marco, Joaquín García de la Rosa y Rafael Balaguer, que habían sido discípulos de Francisco Tárrega.
Con tan solo diecisiete años, Yepes ofreció su primer recital en Valencia. Ese mismo año, acabado el bachiller, regresó con su familia a Lorca y allí tuvo la oportunidad de conocer a Ataúlfo Argenta con ocasión de una visita del director de orquesta a la localidad murciana. Argenta debió ver el enorme talento del muchacho y le animó a ir a Madrid.
En la capital le presentaron a Joaquín Rodrigo y en 1947 interpretó el Concierto de Aranjuez en la capital bajo la dirección de Argenta, para después presentarlo, también con el mismo Argenta, en Suiza e Italia, en cuya capital el concierto fue retransmitido en directo por radio a toda Europa, obteniendo un éxito abrumador.
En 1952 recompuso una canción tradicional para guitarra: Romanza española (anónimo), pieza musical incluida en la película Jeux interdits, dirigida por René Clément, alcanzando numerosos premios en distintos festivales. Ese año obtuvo también un gran éxito en la Sala Gaveau de París, iniciando así una gran actividad por toda Europa, desde conciertos hasta labores de investigación sobre música antigua, actividad que mantuvo a lo largo de toda su vida por distintas bibliotecas europeas y cuyo resultado fue un buen número de transcripciones para la guitarra, procedentes de la vihuela, laúd y guitarra barroca, algunas de las cuales fue editando en distintas editoriales, hasta que en 1982 la Schott presentó la colección Edición Narciso Yepes.
A lo largo de 1954 grabó el Concierto de Aranjuez con Ataúlfo Argenta y la Orquesta Nacional de España. El disco obtuvo tal éxito que el nombre de Yepes quedaría para siempre asociado al concierto de Rodrigo.
En 1958 se casó con Marysia Szumlakowska, con quien tuvo tres hijos: Ana, bailarina y coreógrafa, Ignacio, compositor y director de orquesta, y Juan de la Cruz, fallecido trágicamente a los dieciocho años.
Durante 1960 tramitó el cambio legal del orden de sus apellidos y viajó por vez primera a Japón, país en el que obtuvo un gran éxito y al que volvería hasta en quince ocasiones más, no solo como concertista, sino también para impartir cursos y clases magistrales. También inició habituales giras por Estados Unidos, Sudamérica y Europa, donde conoció al gran concertista Andrés Segovia en un viaje a París.
En 1967 firmó contrato con la discográfica Deutsche Grammophon, casa con la llegó a grabar casi medio centenar de discos. El interés por la interpretación fiel de la música antigua llevó a Yepes a hacerse construir una réplica de laúd barroco con el que grabó la integral de las obras de Juan Sebastián Bach para este instrumento; un año después repetiría la grabación con su reconocidísima guitarra de diez cuerdas.
Con el deseo de mejorar la sonoridad de la guitarra y abordar con mayor fidelidad el repertorio renacentista y barroco, Yepes encargó al guitarrero madrileño José Ramírez la construcción de una guitarra de diez cuerdas, añadiendo cuatro cuerdas más graves a las tradicionales seis de la guitarra.
La guitarra de diez cuerdas permite mostrar un abanico de matices que hasta ese momento solo era posible con el laúd, consiguiendo una mayor ecualización y balance en los grupos de sonidos y neutralizando cierto desequilibrio sonoro provocado por la ausencia de armónicos naturales en la guitarra de seis cuerdas.
En el año 64, Yepes comenzó a utilizar la guitarra de diez cuerdas con el objetico de reavivar una experiencia vivida en siglos pasados. Presentó el nuevo instrumento en Berlín en marzo y a partir de entonces siempre tocó con guitarra de diez cuerdas.
AÑOS DE ÉXITOS
En 1969 viajó a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y en los años siguientes desplegó una intensa actividad, llegando a dar alrededor de ciento veinticinco conciertos al año por todo el mundo, tanto a solo como solista con orquesta como practicando la música de cámara con intérpretes como Nicanor Zabaleta y el Melos Quartett.
En reconocimiento a su trayectoria Yepes fue nombrado caballero de la Orden de Isabel la Católica, miembro de honor de las Juventudes Musicales de Italia en 1976, doctor honoris causa por la Universidad de Murcia y académico de número de la Academia Alfonso X el Sabio en 1977. Le otorgaron el Premio Nacional de Música en 1986, en 1987 el rey Juan Carlos I le hizo entrega de la Medalla al Mérito de las Bellas Artes y en 1989 ingresó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, ocupando el sillón que dejara vacante Andrés Segovia.
Su actividad solo se vio reducida cuando en los últimos años de su vida fue aquejado de una grave enfermedad. Su último concierto fue en Santander, ya con la enfermedad muy avanzada, en marzo de 1996 y en agosto del mismo año ingresó en el Hospital de Murcia, donde poco menos de un año después falleció.
Yepes murió en Murcia en 1997, apenas unos meses antes de cumplir los 70 años. Su vida siempre estuvo ligada a la música, a la que tan bien trató con ese estilo propio caracterizado por la perfección técnica y la brillantez y tanto aportó con su guitarra de diez cuerdas.
Mi vida de cristiano tuvo un largo paréntesis de vacío, que duró un cuarto de siglo. Me bautizaron al nacer, y ya no recibí ni una sola noción que ilustrase y alimentase mi fe… Desde 1927 hasta 1951, yo no practicaba, ni creía, ni me preocupaba lo más mínimo que hubiera o no una vida espiritual y una trascendencia y un más allá. Dios no contaba en mi existencia. Pero… luego pude saber que yo siempre había contado para ÉL. Fue una conversión súbita, repentina, inesperada… y muy sencilla. Yo estaba en París, acodado en un puente del Sena, viendo fluir el agua. Era por la mañana. Exactamente, el 18 de mayo. De pronto, le escuché dentro de mí… Quizás me había llamado ya en otras ocasiones, pero yo no le había oído. Aquel día yo tenía «la puerta abierta»… Y Dios pudo entrar. No sólo se hizo oír, sino que entró de lleno y para siempre en mi vida… Fue una pregunta, en apariencia, muy simple: «¿Qué estás haciendo?» En ese instante, todo cambió para mí.
Yepes fue una persona de profunda religiosidad, siempre quiso dar testimonio de su fe cristiana en sus declaraciones, en su actitud personal y sobre todo en su actividad profesional, afirmando que la música es una constante invocación a Dios, de quien se confesó ser instrumento en su discurso de ingreso de la Real Academia de Bellas Artes.
El matrimonio Yepes se sintió espiritualmente vinculado a la Comunidad de Taizé (Francia) y al Monasterio Cisterciense de Buenafuente del Sistal (Guadalajara), a cuya comunidad y amigos ofreció Yepes, desde 1976 hasta 1995, un concierto anual en el Día de la Amistad.
Ricardo Aller Hernández
Gran músico. Murciano de pro. Una bella historia y una bella vida. Su descripción de su relación con Dios es de una gran profundidad.