“Hay que dejar grabado en la conciencia de la clase trabajadora que, para lograr el triunfo, es preciso luchar en las calles con la burguesía, sin lo cual no se podrá conquistar el poder” (Francisco Largo Caballero, Enero de 1.934)
La Revolución de Octubre de 1.934, acaecida en España entre los días 5 y 19 de dicho mes, fue el hecho más grave que ocurrió en nuestra Nación durante la nefanda Segunda República. Para la mayoría, o por lo menos, para muchos historiadores significó la constatación de la inviabilidad del régimen republicano de una manera manifiesta y práctica. Lo que hasta entonces habían sido desencuentros y amenazas, se convirtieron en hechos sangrientos. El número de muertos ascendió hasta los 1.335, y el de heridos hasta los 2.951, amén de los cuantiosos daños materiales.
Tras las elecciones de Noviembre de 1.933, en las que las derechas consiguieron 217 escaños, el centro 163 y las izquierdas 93, se formó un gobierno, presidido por Alejandro Lerroux, en el que la derecha quedaba fuera del mismo. La razón “democrática” de esta exclusión era que la derecha no era republicana, tal y como la izquierda, y el mismo centro, concebían este carácter republicano. El mismo Niceto Alcalá Zamora, Presidente de la República, vetaba la posibilidad de que hubiera ministros de la CEDA, principal partido de las derechas.
El PSOE, principal partido de las izquierdas, venía organizándose vivamente desde la derrota electoral. En Enero de 1.934 se impone la vía de la insurrección frente a la vía parlamentaria. La primera la encarnaba Francisco Largo Caballero, y la segunda Julián Besteiro. Una vez más, en la historia del socialismo español, se impone el radicalismo como extremismo frente a la moderación. Largo Caballero con el apoyo de Indalecio Prieto, que hasta ese momento había mantenido una posición más moderada, derrotan las propuestas de Besteiro. Éste, el 27 de Enero, dimite como Secretario General de la UGT siendo sustituido por Largo, quien acumula en su persona los cargos de presidente del partido y secretario del sindicato. Nada más producirse estos cambios, se crea una Comisión de Enlace presidida por Largo e integrada por dos representantes del PSOE, Juan Simeón Vidarte y Enrique de Francisco, dos de la UGT, Pascual Tomás y José Díaz Alor, y dos de las Juventudes Socialistas, Carlos Hernández Zancajo y Santiago Carrillo Solares. La misión de la misma era organizar una huelga general revolucionaria, que desencadenase un movimiento de insurrección armado.
La Comisión de Enlace encargó a Prieto la organización militar del movimiento revolucionario dada su reconocida capacidad de trabajo, y su tupida red de relaciones personales, profesionales y políticas. Afortunadamente para España, la labor de don Indalecio fue un fracaso, pues no sabemos qué habría ocurrido de haber tenido éxito. No consiguió atraer a la oficialidad del Ejército, y sólo logró un relativo acierto en el tema económico y financiero merced a su amistad con el empresario Horacio Echevarrieta. Éste le ayudó en la compra y transporte de armamento que, dichosamente, fue descubierto por los carabineros en Asturias (buque Turquesa) y por la policía en Madrid (Casa del Pueblo).
Hay elementos y documentos para pensar que el momento elegido, inicialmente, para el golpe era el traslado de los restos de los capitanes Galán y García Hernández, desde Huesca para ser inhumados en la Puerta de Alcalá de Madrid. Este acontecimiento estaba previsto para la segunda quincena de Septiembre, pero los descubrimientos del buque Turquesa, el 11 de ese mismo mes, y unos días antes de los alijos de armas en Madrid, suspenden el evento de la inhumación. El cálculo de los urdidores era que la capital se hubiera llenado de masas de trabajadores, con ocasión de los actos, quedando el Gobierno, el Presidente de la República y los representantes institucionales atrapados en la encerrona.
No obstante, lo anterior, a pesar de todo el fracaso habido en el tema logístico y organizativo, el PSOE y la UGT no se rinden y continúan con sus planes. Ahora implican también a ERC y a la FAI-CNT. El detonante final es la inclusión de tres ministros de la CEDA en el nuevo gobierno de Lerroux, con fecha de 4 de Octubre.
Por todo lo relatado anteriormente el intento revolucionario quedó, venturosamente, limitado a toda una serie de escaramuzas desperdigadas geográficamente, con la excepción de Asturias, donde el Ejército se tuvo que emplear a fondo. Fue en esta región donde, con diferencia, hubo más muertos y heridos, siendo de señalar la saña que se empleó contra el Clero. La Catedral de Oviedo fue asaltada e incendiada, quedando la Cámara Santa totalmente destrozada por la voladura de dinamita. También hay que destacar los episodios sangrientos de las cuencas mineras de León, Palencia y Burgos.
En Cataluña, sin ser tan sangriento como en Asturias, tuvo también su virulencia y se llegó a declarar el día 6 de Octubre, por unas horas, el Estado Catalán. La intervención del General Domingo Batet puso fin a la intentona del Presidente Companys.
Este episodio dejó herida de muerte a nuestra Segunda República, que veía como la intolerancia y el sectarismo de las izquierdas hacían inviable, de una manera pacífica y civilizada, el régimen republicano, si no era para implantar los “soviets”.
Estos acontecimientos, también pertenecientes a la memoria histórica, sorpredentemente pueden ser contemplados desde estatuas dedicadas a Laro Caballero e Indalecio Prieto en el Paseo de la Castellana, levantadas con la excusa de haber sido los promotores de los llamados Nuevos Ministerios.
Francisco Iglesias