San Isidoro de Sevilla, que fue el gran transmisor por excelencia de la tradición cristiana medieval, define al peregrino como el que “se encuentra fuera de su casa”. No hay un lugar de peregrinación como Santiago. Durante la Edad Media será el peregrino el que se expatria para hacer el viaje: visitare loca sacra.
Las reliquias, según la antigua tradición de Roma, debían permanecer en el lugar en el que habían sido depositadas o encontradas; por ello se prohibía el traslado de todo tipo de restos, incluso del sepulcro.
Uno de los elementos más importantes de las peregrinaciones, fue la herencia del renacimiento carolingio. Europa estaba dividida en multitud de reinos y territorios feudales, pero sus pueblos estaban unidos por la misma fe, y la Iglesia fue la argamasa de la unión cultural y religiosa.
Para el surgimiento de las peregrinaciones fue relevante la importancia que la Iglesia le dio a las reliquias, o restos en general de santos, mártires y milagros. Entre los siglos IX y XI se sucedieron con un ritmo muy acelerado, sobre todo en Occidente por la escasez en comparación con los territorios de Oriente. En la Península proliferan los restos de los mártires y santos recuperados según se iba retirando el islam: san Isidoro, san Zoilo, san Facundo, etc., pero ninguno de la categoría de un apóstol.
A mediados del siglo XIII, podemos leer en las Partidas de Alfonso X el Sabio que “romero” es el que “va a Roma” a visitar las tumbas de san Pedro y san Pablo y que “pelegrino tanto quiere decir, como ome estraño, que va a visitar el sepulcro de Hierusalem (…) o que andan en peregrinación a Santiago (…), o a otros lugares de luenga e de estraña tierra”
Tres fueron los centros de peregrinación que hubo en la Edad Media para rendir culto a las reliquias de: Jesucristo en Jerusalén, san Pedro en Roma y Santiago el Mayor en Compostela. La peregrinación a Santiago es menos antigua y sus reliquias menos importantes en jerarquía eclesiástica, pero acaba eclipsando a las otras dos: la peregrinación jacobea termina por ser sinónimo de peregrinación cristiana desde el siglo XII. Peregrino es el que va a la tumba del Apóstol en el fin del mundo.
En la Vita Nuova de Dante Alighieri, medio siglo después de las Partidas, se puede leer que “es peregrino quien se halla fuera de su patria”, y añade “sólo se llaman peregrinos a quienes van a Santiago o de allí vuelven (…), pues la sepultura de Santiago está más lejos que de cualquier otro apóstol”
El afianzamiento de Santiago de Compostela como foco principal de la peregrinación medieval es consecuencia de la consolidación religiosa, política y social de los herederos del Imperio Romano occidental frente al oriental y el musulmán. La peregrinación a Compostela triunfó por sus ventajas respecto de los otros centros de atracción de peregrinos por su capacidad de satisfacer la nueva religiosidad, como necesidad de movilidad, apertura y libertad, comercio y vida urbana de la nueva sociedad feudal.
Podríamos resumir en tres factores el carácter idóneo del Camino de Santiago para impulsar la espiritualidad de la Edad Media:
Primero porque Santiago el Mayor se adapta al ideal de vida apostólica, evangelización y predicación, que retorna con fuerza en el siglo XII, animando el culto a las reliquias de los apóstoles y los primeros mártires. El apóstol Santiago estaba entre los más admirados porque se decía que había predicado en las tierras más inhóspitas, en los confines del mundo.
Segundo porque el deseo colectivo de austeridad y pobreza evangélicas se plasman en la peregrinación. Penitencia y ascesis, rigor y voluntad de superación son las señas de identidad del Camino.
Tercero porque el Camino de Santiago conduce al peregrino al fin del mundo conocido. Muchos prolongan unos kilómetros más su viaje para llegar a Finisterre, encontrándose así donde la tierra se acaba, el lugar del mundo que más se asemeja a la patria celestial (anunciado en el Juicio Final del Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago).
En el siglo XIII se consagra la catedral compostelana, a la ceremonia en 1211 asistió el rey Alfonso IX (1188-1230). A partir de aquí fueron los monjes de la orden de Cluny los principales promotores de las peregrinaciones, y son los reyes Sancho el Mayor de Navarra y Alfonso VI de León los que determinan el trazado del Camino Francés. Lo verdaderamente importante, desde el punto de vista histórico, es que la creencia colectiva en la leyenda de Santiago fue determinante en lo religioso y cultural, en lo económico y lo político, para la España cristiana y para el desarrollo de la Europa medieval. Sin el Camino de Santiago, España y Europa serían distintas a como las conocemos.
Gran parte de las naciones europeas contribuyeron a la creación de los caminos y rutas que llevaban a Compostela. En el Codex Calixtinus del siglo XII ya se plasma lo esencial y significa el fin del aislamiento que España tenía de Europa en la Alta Edad Media. Se construyeron hospitales, puentes y calzadas, ciudades, iglesias y catedrales que reanimaron la religiosidad y la economía europeas. Se fundaron órdenes militares para garantizar la paz en “el camino de las estrellas”.
Los reyes cristianos fomentan la vida monástica y crean hospederías donde se da cobijo a los peregrinos. Por otro lado, y gracias al Camino, se extendió por España el arte románico de forma brillante en lugares como Jaca, Fromista, León, Santiago y Lérida.
El papa Calixto II en 1126 instituye el Año Santo Jacobeo, y su sucesor, Alejandro III dicta en 1179, la bula Regis Aeterna, por la que se otorga la indulgencia plenaria a quienes visiten el templo compostelano los años que el 25 de julio coincidiese en domingo, lo declaró perpetuo y lo equiparó a Roma y Jerusalén.
¿Qué es en realidad ser peregrino?, la acción peregrina es una opción abierta a todos los cristianos: pobres y ricos, plebeyos y nobles, laicos y clérigos; tiene un carácter temporal que lo hace compatible con todas las ocupaciones y trabajos. La peregrinación supone la forma renovada de religiosidad más extendida en el mundo medieval. El Codex Calixtinus insta a “que los peregrinos, tanto pobres como ricos, han de ser caritativamente recibidos y venerados por todas las gentes cuando van o vienen de Santiago”
El Codex Calixtinus fue escrito por un monje francés, Aymeric Picaud, que finalizó en 1139. Se puede decir que es la primera guía turística de la humanidad. Da multitud de consejos para recorrerlo y gran cantidad de detalles del itinerario.
A finales del siglo XIV el Camino empieza a declinar, la peste negra que asoló Europa hizo que las peregrinaciones se redujesen de forma significativa. Esta decadencia se acrecentó en el siglo XVI con la aparición del protestantismo y el temor a un ataque de los piratas de Francis Drake. Los siguientes siglos presentarían una atonía de tal modo que en el año 1867 cuentan las crónicas que tan solo habían acudido a Compostela unas pocas decenas de peregrinos. La segunda edad dorada de la peregrinación a Santiago ocurre en la segunda mitad del siglo XX.
Con la finalidad de proteger al peregrino se aprobaron cantidad de normas, civiles y eclesiásticas que darán lugar al “Ordenamiento jurídico, o código de Peregrinos”. Y dado que muchos peregrinos proceden de tierras lejanas, la peregrinación jacobea dará lugar a una especie de derecho internacional que protegerá al peregrino hasta el siglo XIX.
Una de las primeras manifestaciones jurídicas para la protección de los peregrinos la constituye el canon IV de las Leyes de León de 1114. De igual forma el rey Alfonso IX de León establece sanciones para quienes atenten contra la seguridad personal de los peregrinos. El rey Alfonso X, introduce en las Partidas una legislación encaminada a defender el derecho a ser guardado y protegidos durante el viaje.
El peregrino debía portar los certificados de peregrinación expedidos. Para la vuelta convenía que dispusiesen de la “compostelana”, documento que servía al peregrino como salvoconducto.
Muchos fueron los peregrinos que durante la Edad Media emprendieron el viaje, forzados por una penitencia canónica o una sentencia civil. Santiago de Compostela fue, desde siempre, destino preferido como una meta impuesta a los sancionados por la iglesia o la autoridad civil.
La tradición de perdonar determinados delitos siempre que el infractor se comprometa a realizar el Camino, tuvo un mayor desarrollo en Bélgica y Francia. Dicha práctica se sigue manteniendo hoy en día en Bélgica, se conoce como “proyecto oikoten” y permite a jóvenes condenados por delitos menores hacer el Camino para evitar ir a la cárcel. En España algunos jueces han valorado esta solución al modo belga para determinadas sentencias. De servir el Camino para educar en prácticas más humanas y razonadas, cobran actualidad las palabras del escritor Paulo Coelho: “Santiago no es el final del camino, es el principio”.
José Carlos Sacristán Abad
San Isidoro de Sevilla, al igual que sus hermanos San Leandro de Sevilla, Santa Florentina de Cartagena y San Fulgencio de Cartagena, son los cuatro santos nacidos en Cartagena (Murcia). En su honor y recuerdo hay una calle en su ciudad natal, Cartagena (Murcia) llamada «calle Cuatro Santos». Los dos primero llevan el apelativo «de Sevilla» por ser en esta ciudad donde ejercieron, principalmente, su magisterio. Un saludo
Excelente articulo!! Inspirado e inspirador; preciso y entretenido.
Gracias!!