Puerto de Barcelona, 28 de abril de 1891
El día ha amanecido frío y desapacible, con una espesa niebla cubriendo con un velo de humedad los tinglados, las gruesas estachas encapilladas en los noráis y el lento atraque de los barcos en los puntos de amarre, con los marineros moviéndose por las cubiertas y el último humo saliendo por sus chimeneas. A pesar de lo desagradable del tiempo muchos han sido los barceloneses que han acudido a los muelles en cuanto han visto izada la banderola en los mástiles del telégrafo de Montjuic, señal de la inminente llegada del acorazado Pelayo y los cruceros Reina Regente e Isla de Luzón.
El niño está nervioso porque en uno de esos barcos, en el más grande, va su tío, Antonio Terry y Ribas, al que no ve desde hace meses. Arde en deseos de subir por la escala, pisar la cubierta todavía vibrante por las máquinas, pasear entre los soldados y llegar al puente, junto a la rueda del timón y la bitácora, para abrazar a su tío antes de pedirle que le cuente con detalle todas sus aventuras.
El tiempo pasa lento entre la expectación y la impaciencia, hasta que por fin comienza a intuirse entre la neblina la silueta de un barco aproximándose. Por las características — el chaval se lo sabe de memoria: 105 metros de eslora, 20,2 de manga, 9.950 toneladas surcando los mares — debe ser el Pelayo, así que el niño sale corriendo hacia la escollera del este para ser testigo de la primera visita del acorazado a la ciudad condal.
Mientras el barco termina las maniobras de atraque el joven se reafirma en su idea: un día él también se hará marinero, vivirá aventuras y conocerá otros cielos y otros mares junto a su tío, subidos los dos a un barco y compartiendo un silencio cómplice mientras miran fijamente a la raya del horizonte. Allí donde se encuentran sus destinos.
EL PELAYO
Es el buque más hermoso de nuestra Marina de Guerra (Revista de Navegación y Comercio, Año IV, Núm. LXXIX de 10 de Enero de 1892)
En la segunda mitad del siglo XIX España solo conservaba del Imperio las preciadas islas de Cuba, Puerto Rico, en América, y los archipiélagos de las Filipinas, Carolinas, Palaos y Marianas, en el Pacífico. Para defender los intereses nacionales en ultramar la construcción del Pelayo fue promovida por el almirante Juan Bautista Antequera, ministro de Marina en el gabinete de Cánovas, encargándose al ingeniero naval francés Amable Lagane el diseño y construcción del acorazado.
Basándose en los acorazados pre-dreadnought de la clase Marceau, fue construido por los astilleros franceses de Forges et Chantiers de la Mediterranée en La Seyne (Tolón) por un precio en torno a los 20 millones de pesetas. Fue botado el 5 de febrero de 1887 y entregado a la Armada el 9 de septiembre de 1888.
Para la marina española tiene el PELAYO una deficiencia grande, que con cariñoso apodo le señalo, al recibirlo en su seno, el personal joven. En las cámaras de oficiales se le bautizó desde un principio con el nombre de El Solitario… (Mario Rubio Muñoz, teniente de navío de la Armada, hace en la revista El Mundo Naval Ilustrado, Año 1, Núm. 15, edición de 1º de Diciembre de 1897, págs. 343 a 346)
Apodado como el solitario al ser el único en su clase, el buque insignia de la Armada y único acorazado de la flota española hasta la entrada en servicio del acorazado mono calibre España en 1914 y la conversión en acorazados costeros de las fragatas blindadas Numancia y Vitoria, tenía una eslora algo más larga que el modelo original, así como un calado menor para permitirle el paso por el Canal de Suez.
Baste saber que, al decir de los marinos, el PELAYO gobierna como un bote, que en los años que navega, buenos y malos tiempos le han mecido, y que hasta ahora todos los informes de los comandantes le señalan estas cualidades como sobresalientes; únase a todo esto un calado muy moderado y estratégico que le permite pasar por el canal de Suez, excelente previsión, y por fin, defensa de redes, proyectores eléctricos y artillería numerosa de pequeños calibres contra los torpederos. (Mario Rubio Muñoz)
El barco disponía de mástiles con cuatro cofas, doble fondo estanco con un revestimiento interior con chapas de acero, con capacidad para desplazar 9.900 toneladas, eslora de 105,6 metros por 20,2 metros de manga y 7,5 metros de calado. Era propulsado por 16 calderas Niclause en 4 grupos y 2 máquinas verticales Compound. Su velocidad máxima era de 16,7 nudos y su autonomía 3.000 millas náuticas a 10 nudos. Dotación, 520 tripulantes.
Por lo que respecta a su armamento, la disposición de la artillería principal era de la llamada en rombo y su armamento principal lo constituían enteramente piezas diseñadas por González Hontoria, estas eran 2 cañones de 32 cm. en proa y popa en torres Canet, 2 de 28 cm. en los costados, 12 de 12 cm. (seis en cada banda sin protección) y 1 cañón de 16 cm. en la parte alta de la roda, también iba equipado con cañones de tiro rápido como 13 cañones revolver de 37 mm., 3 cañones Hotchkiss de 57 mm., 4 ametralladoras y 7 tubos lanzatorpedos que posteriormente sería reducidos a 3.
Como novedad revolucionaria se le agregó una estación Telefunken de TSH (telegrafía sin hilos), conjuntamente con el crucero Extremadura, siendo las dos primeras unidades de la armada que utilizaron este sistema, en aquel entonces revolucionario.
El acorazado PELAYO marca en nuestra moderna historia naval la era de la regeneración de la Escuadra de combate, como su ilustre padrino, el insigne caudillo de los montes de Covadonga, sintetizó el establecimiento de la nacionalidad española (Mario Rubio Muñoz).
Una de sus primeras acciones como buque de guerra fue en Marruecos en septiembre de 1889, integrado en la Escuadra de Instrucción en aguas de Cádiz se les ordenó dirigirse a Marruecos. Más tarde, con el estallido de la guerra hispano-estadounidense el Pelayo fue asignado a la Escuadra de Reserva en Cádiz al mando del contraalmirante Manuel de la Cámara Livermore. La misión principal de esta Escuadra de Reserva era la de acosar a las fuerzas navales norteamericanas y en especial al tráfico marítimo desde Nueva Escocia en Canadá hasta el Cabo San Roque en Brasil, sin embargo el gobierno decidió mandarla hacia Filipinas pasando por el Canal de Suez.. Esta decisión fue un grave error ya que el canal estaba bajo control inglés y estos bajo presión norteamericana retrasaron a la flota española hasta lo indecible. Finalmente con la destrucción de la Escuadra de Cervera, la Escuadra de Reserva tuvo que volver a España.
El Pelayo mostró el pabellón nacional en multitud de puertos: en El Pireo en 1891 fue agasajado con la visita de los Soberanos griegos; en 1892 fue uno de los buques participantes en Génova de los festejos del cuarto centenario del descubrimiento de América; en 1895 junto al acorazado Infanta María Teresa y el crucero Marqués de la Ensenada para asistir a los festejos de la inauguración del Canal de Kiel.
Durante la guerra contra Estados Unidos, se planeó un contragolpe que aliviara la situación del almirante Cervera y de paso realizar algún bombardeo sobre la costa americana. Para ello se iban a crear tres divisiones navales que pudieran desconcertar al enemigo; el Pelayo formó parte de la 2ª División, a cuyo cargo estaba el capitán de navío José Ferrándiz y Niño, y estaba compuesta por el acorazado-guardacostas Vitoria y los destructores Audaz, Osado y Proserpina.
Debido a la corta autonomía del acorazado Pelayo y del Vitoria, la 2ª División haría una maniobra diversa, navegando unos días en dirección al teatro de operaciones del Mar Caribe, cambiando el rumbo posteriormente para regresar a aguas nacionales y proteger las costas españolas de un posible ataque estadounidense, uniéndosele el crucero protegido Alfonso XIII.
Con posterioridad, el Pelayo encabezó la escuadra española enviada a Filipinas en 1898. Sería retenida en el canal de Suez hasta lo indecible, mientras que el magnate de la prensa amarilla William Randolph Hearst dio la orden para adquirir un buque y hundirlo en el lugar donde pudiera obstaculizar el paso de la escuadra española.
Finalmente, tras la destrucción de la escuadra de Cervera y el temor a un ataque sobre las costas españolas, la escuadra del almirante Cámara retornó a la Península.
Tras su frustrada participación en la guerra del 98, el PELAYO volvió a Tolon el 12 de Febrero de 1.899 para completar las obras de reforma pendientes, permaneciendo en el astillero de La Seyne hasta el mes de octubre en que regreso a España, procediéndose en los meses siguientes a realizarle diversas obras menores y a la modificación de su armamento de tiro rápido, que quedaría constituido finalmente por 12 cañones Nordenfelt de 57 mm, 5 cañones-revólveres Hotchkiss de 37 mm y 4 automáticos Maxim de este mismo calibre.
En mayo de 1901 tras la huelga de trabajadores del tranvía en Barcelona se declaró el estado de guerra. Se detuvieron a tantos obreros que las cárceles de la ciudad se hallaban colapsadas y muchos fueron encerrados en la bodega del acorazado. Ese mismo año asistió en Tolón a la visita del presidente francés Loubet, en 1903 estuvo en Lisboa para la visita del monarca inglés Eduardo VII y en 1904 viajaría a Vigo para recibir al Emperador Guillermo II de Alemania.
El acorazado fue reformado y actualizado en 1910, momento en el que se le retiraron cuatro de sus tubos lanzatorpedos.
A diferencia de lo que sucedió en la guerra del 98, el acorazado sí empleó la artillería en la guerra de Melilla de 1909 y durante el Protectorado, bordeando la costa del Rif a partir de septiembre de 1911.
En la noche del 22 al 23 de noviembre de 1912 tuvo una varada cerca de Mahón, en la bahía de Fonduko, que le produjo leves averías, marchando a repararlas a Cartagena. Al año siguiente volvió a utilizar su artillería sobre objetivos en Marruecos, seguido de su presencia en Cartagena en octubre con motivo de la visita del Presidente de la República Francesa, Raymond Poincare, que sería cordialmente recibido por Alfonso XIII.
Cuando entraron en servicio los acorazados Clase España, el Pelayo quedó obsoleto: era demasiado lento y antiguo para operar con ellos. En 1918 fue retirado de la Escuadra de Instrucción y al año siguiente quedó asignado como escuela de aprendices en Ferrol, en 1923 pasó a situación de desarme y causando baja el 1 de agosto de 1924 para ser desguazado en Róterdam.
Nació este bravo e inteligente marino en Medina Sidonia (Cádiz), el día 18 de Febrero de 1.839, y a los 13 años ingreso en el Colegio Naval como aspirante de numero; examinado de sus primeros estudios, obtuvo la nota de sobresaliente y se le expidió la carta orden de Guardia marina de segunda en junio de 1.855, comenzando su carrera a bordo del vapor VELASCO, y luego en el CASTILLA, LEPANTO, ISABEL II, VILLA DE BILBAO y otros. Ascendió a Guardia marina de primera en Enero de 1.859, y obtuvo los empleos sucesivos en las fechas que se expresan a continuación: Alférez de Navío en 1.860, Teniente de Navío de segunda en 1.862, id de primera en 1.868, capitán de fragata en 1.873, Capitán de Navío de primera en 1.891 y Contraalmirante en 1.896.
En su larga y honrosa carrera de marino demostró siempre, ya como oficial o en calidad de Jefe, poseer en pleno dominio las más estimables cualidades que deben adornar a todo el que aspire a ejercer con gloria tan difícil profesión: valor a toda prueba, indomable energía para el mando y acendrado amor a la bandera que simboliza el honor de la Patria.
Fallece en 1.909 en Puerto Real”… (El Mundo Naval Ilustrado, Año II, Núm. 25, edición de 1º de Mayo de 1.898, pág.215)
Ricardo Aller Hernández
El solo surca los mares en defensa de España