
Alfonso III decidió lanzarse a una política de expansión y para ello contó con las condiciones favorables que le brindó el caos interno de al-Andalus. Bereberes, árabes y muladíes se levantaban constantemente contra los Omeyas. El monarca decidió apoyar a los cabecillas que mantenían la lucha con Córdoba: en la frontera superior los Banu Qasi, en el oeste Ibn Marwan y en la Serranía de Ronda Umar ben Hafsún.
Los escenarios geográficos que protagonizaron las campañas militares de Alfonso III fueron dos: Galicia y Portugal, y León y Castilla.

El conde Vimarano Pérez llega a Oporto en 868, mientras el conde Odoario emprende la repoblación de las tierras entre el Miño y el Duero. En 868, Ibn Marwan, se declara en rebeldía contra Muhammad I y se hace fuerte en Mérida. Es reducido en poco tiempo y huye hacia el norte, hace las paces con el emir, pero rompe el pacto y se apodera de Badajoz solicitando la ayuda de Alfonso III. En 877 es obligado a abandonar Badajoz por las tropas de al-Mundhir. Entonces emigra hacia Oviedo, donde residirá durante varios años, pero en 884 rompe con el monarca y vuelve a Badajoz, donde consolidará su independencia.
Hacia 880, toda Galicia y el tercio norte del actual Portugal estaban bajo el dominio de Alfonso III. Con la ocupación de Coímbra la frontera del reino se fija en el río Mondego.

Mientras tanto, los cordobeses retrocedían en todos los frentes, Muhammad I no podía aplacar la insumisión de otro cabecilla muladí: Umar ben Hafsún que encenderá la rebelión en la Serranía de Ronda, la cual no se logrará apagar hasta muchos años después con Abd al-Rahman III. Alfonso III aprovecha la circunstancia para atravesar Lusitania y cruzar el Tajo. Se interna en la baja Extremadura y pasa el Guadiana, lugar donde ningún monarca astur había estado antes. El rey regresará a Oviedo sin ser molestado por los musulmanes y con un importante botín en 881.
Si la ocupación del norte de Portugal se realizó sin serias dificultades, la expansión de la región castellano manchega se encontrará con una fuerte resistencia islámica. Entre los años 875 y 883, el genio militar de Alfonso III se encontrará con un digno oponente: el príncipe al-Mundhir, hijo y sucesor de Muhammad I. Las ofensivas partirán casi siempre del ejército musulmán, pero la resistencia alfonsina junto con sus feroces contraofensivas forzarán a Muhammad I a concertar una tregua.

Parece que las primeras incursiones islámicas fueron hacia el 870, cuando los musulmanes lanzan un ataque contra Castilla que es rechazado. Las primeras incursiones de al-Mundhir fueron contra León y el Bierzo, pero representaron un fracaso. La campaña de 878 quiso ser decisiva para Muhammad I, realizó un ataque doble contra Astorga y León, a la vez que otro que llegaba hasta el río Órbigo capitaneado por Walid ben Ganim. El rey cristiano elude el enfrentamiento con al-Mundhir y marcha contra las tropas de ben Ganim, a las que derrota en Polvoraria – lugar sito en la confluencia de los ríos Órbigo y Esla-. Al-Mundhir se retira y Alfonso, volviendo contra él, lo derrota en el valle de Valdemora.
Los años siguientes entretienen a Muhammad I en la pacificación de Andalucía para sofocar los focos de rebeldía de los Banu Qasi. Una vez reducidos los rebeldes, al-Mundhir remonta el Ebro y se interna en la Rioja, pero fracasa en su intento de tomar Cellorigo y Pancorvo defendidos por los condes Vela Jiménez y Diego Rodríguez. Aun así, los musulmanes llegan hasta el río Órbigo donde rehúyen el enfrentamiento con el rey Alfonso, optan por la retirada y por el pacto de un intercambio de prisioneros.

Viendo el resultado de las campañas, el emir Muhammad decide iniciar negociaciones con Alfonso III para establecer una paz cuyas condiciones se discutirán en Córdoba; el emisario del rey será el presbítero Dulcidio será el encargado de dicha empresa. En 884 regresa de su misión portando los restos de los mártires mozárabes Eulogio y Leocricia. La paz se respetará por ambas partes.
La crisis de al-Andalus adquiere proporciones dramáticas con el gobierno de Abd Allah (888-912). La guerra civil estalla por casi toda Andalucía, la explosión no tiene precedentes y provoca casi un fraccionamiento de una magnitud solo comparable a la que sucederá con las Taifas.

José Carlos Sacristán
Gloriosa época de España.