El estrecho de Magallanes

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Fernando de Magallanes

Dentro de las efemérides del primer viaje de circunnavegación del mundo, que protagonizaron Fernando de Magallanes ― portugués, nacionalizado español al servicio de España ― y  el guipuzcoano Juan Sebastián Elcano, el 27 de noviembre de este año se conmemoran los quinientos años del descubrimiento del Estrecho de Magallanes, el paso hacia las ansiadas Molucas, objeto de la expedición.

Ésta había partido el 19 de septiembre de 1519. Desde las atarazanas de Sevilla y tras recalar en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), las cinco naves (la capitana Trinidad, al mando de Magallanes; la San Antonio al mando de Juan de Cartagena; la Concepción capitaneada por Gaspar de Quesada y con Juan Sebastián Elcano como maestre; la Victoria comandada por Luis de Mendoza, y la Santiago mandada por Juan Serrano), pusieron rumbo al sur. La dotación estaba compuesta por 239 hombres.

Tras hacer escala en la isla de Tenerife y, ya en Brasil, en Recife y Río de Janeiro, llegaron a la desembocadura del río de la Plata, en la antigua colonia de Santa María de Buenos Aires. Pronto se dio cuenta Magallanes que aquel inmenso caudal de agua dulce no era el paso que buscaban.

El 31 de marzo recaló en una bahía a la que llamó Puerto de San Julián, y decidió invernar allí los siguientes cinco meses. Durante esa estancia, la Santiago naufragó y hubo un amotinamiento. Magallanes perdonó a Juan Sebastián Elcano, uno de los amotinados. Fue aquí donde conocieron a los aborígenes, hombres de gran estatura, a los que llamaron patagôes o patagones, y a aquella región Patagonia.

Aquellos indios son descritos por el cronista Antonio Pigafetta, que acompañaba a la expedición y que fue uno de los 18 que sobrevivieron a los tres años que duró el primer tornaviaje a la Tierra, así: “Este hombre era tan grande que nuestra cabeza llegaba apenas a su cintura. De hermosa talla, su cara era ancha y teñida de rojo, excepto los ojos, rodeados con un círculo amarillo, y dos trazos en forma de corazón en las mejillas. Sus cabellos, escasos, parecían blanqueados con algún polvo. Su vestido, o mejor dicho, su manto estaba hecho de pieles muy bien cosidas, de un animal que abunda en este país… este animal tiene cabeza y orejas de mula, cuerpo de camello, patas de ciervo y cola de caballo; relincha como este último”

El 21 de octubre descubren un cabo, al que denominan de las “Once Mil Vírgenes” (en honor de  las doncellas mártires del siglo III que, según la tradición,  habrían acompañado a Santa Úrsula, en su peregrinación hacia Roma) que actualmente se conoce como Punta Dungeness y tras el cual parece abrirse un canal. El 1 de noviembre se adentran por el estrecho, al que llaman de “Todos los Santos”, al ser esa la festividad que celebraba la Iglesia Católica ese día.

Al navegar por el estrecho, en la ribera sur avistaron numerosas fogatas, encendidas por los aborígenes, por lo que llamaron a aquel territorio Tierra del Fuego. Ciertamente era una tierra inhóspita, que no desvió la intención de Magallanes de dar con el paso. Arribaron a la bahía de San Bartolomé, donde fondearon. A partir de ahí, el Estrecho se dividía en dos canales, por lo que la Armada hubo de dividir a su vez sus fuerzas, para explorar ambas vías.

Magallanes esperó al resto de la flota, que se adentró por el otro canal, sin salida al mar. De las dos naves que entraron por esta segunda vía, la Victoria, al mando de Duarte Barbosa, regresó a encontrarse con el jefe de la expedición. La otra, San Antonio, regresó pero no encontró a Magallanes. Su capitán, Álvaro de Mezquita, primo de Magallanes, fue depuesto por el piloto Esteban Gómez, quien sublevó a la tripulación y dio la vuelta hacia España. La expedición quedaba, así, privada de su navío de mayor porte y de buena parte de las provisiones, lo cual estuvo a punto de malograr el viaje.

Magallanes, temiendo que la nave hubiera naufragado, empleó varios días tratando de dar con posibles supervivientes, pero tras lo infructuoso de su intento, decidió proseguir su viaje por un territorio que ya vislumbraba como el cono sur del continente americano. Con determinación, continuó su travesía por el angosto canal, hasta dar con el Océano Pacífico, como él mismo lo denominó, el 27 de noviembre, culminando así la primera exploración europea de esa parte de Chile.

Precisamente en este país suramericano, se acaba de conmemorar también el V Centenario de la primera misa celebrada en su territorio, el pasado 11 de noviembre. Efectivamente, en tal día de hace quinientos años, el clérigo Pedro Valderrama ofició la primera misa en Chile, en el Puerto Las Sardinas (llamado así porque estaba resguardado del viento y había agua dulce y mucha comida), uno de los cabos del Estrecho de Magallanes, usando a tal fin como altar natural el cerro Monte La Cruz, de casi mil metros. Poco después, el mismo capellán bautizó al indio patagón Pablo, quien moriría unos días más tarde.

Dentro de los actos del V Centenario hubo otra celebración previa, con el mismo motivo. El 21 de octubre, se celebró una Misa compartida por los buques escuela de las Armadas española y chilena, el Juan Sebastián Elcano (el piloto guipuzcoano sería quien culminase la aventura iniciada por Magallanes, retornando el 6 de septiembre de 1522, tres años después, al puerto de partida, Sanlúcar de Barrameda) y el Esmeralda, frente a ese mismo punto de la costa.

Sin embargo, Fernando Magallanes no habría de culminar la expedición a la Especiería, pues murió en un enfrentamiento con guerreros musulmanes, en la isla filipina de Mactán, el 27 de abril de 1521. Sería Juan Sebastián Elcano, al frente de la Victoria y 18 famélicos supervivientes, quien completara la primera circunnavegación del mundo, al cabo de tres años de iniciado el viaje.

Fdo. Jesús Caraballo

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