1 de agosto de 1909.
Sentado en su escritorio, el periodista Rodríguez de Celis se recuesta en la silla y, somnoliento, mira por la ventana desde su despacho en La Correspondencia de España. Afuera Madrid se despereza bajo el calor plomizo del verano, con las calles todavía desiertas antes de que la gente comience a hormiguear, iniciando un nuevo día en el que el sol aparece entre los tejados cubierto de un velo rojizo, como si se empeñara en recordar de esa manera la sangre de los caídos en Melilla.
Barranco de Lobo. Aunque seguramente ese nombre proviene del caíd de Beni Said, Mohamed Amar Ouchen, el lobo, Rodríguez de Celis concluye que ese es un gran nombre periodístico para describir la derrota del 27 de julio, allá por tierra mora, con más de 100 muertos y 600 heridos. Un desastre absoluto, y precisamente por esa razón el periodista ha preferido no centrarse en el aspecto negativo del asunto y sí en los positivos, como el acto heroico de ese cabo al que entrevistó ayer y cuyo testimonio va a en la portada del diario que ya tiene en la mano, recién salido de la imprenta.
“…Tenía noticia de la heroicidad realizada por Hermenegildo Cesteros Cruz , cabo del batallón de Cazadores de Llerena. Hoy he sabido que estaba en la plaza y he ido a verle. Con toda ingenuidad me ha contado su hazaña el cabo Cesteros.
Ocurrió que él, con unos pocos soldados, dio en perseguir a un grupo de moros que les habían molestado bastante con disparos no interrumpidos en largo tiempo. Hábianse propuesto dar buena cuenta del grupo. Tal era el ímpetu con que el cabo Cesteros se lanzó en seguimiento del grupo enemigo, que acabó por distanciarse mucho de los soldados que le acompañaban desde el principio. De ello se dieron cuenta los moros que huían, y volvieron pasos atrás.
En un instante se vio Hermenegildo Cesteros rodeado de ocho moros, en disposición de vengar en él la apurada persecución de que hasta entonces habían sido objeto.
Convencido el cabo de Llerena de que su vida solo se salvaba jugándose el todo por el todo, aprestóse a la defensa, haciendo uso de todo género de armas y de todas sus fuerzas. Mató a dos moros; hirió a otros tres de tal suerte que ya no pudieron intentar agresión ninguna, y a los tres restantes les obligó a emprender la fuga precipitada, temerosos de correr suerte análoga.
Por su parte, Hermenegildo Cesteros se apresuró también a las posiciones antes de que los tres fugitivos tuvieran tiempo de avisar a otros para volver contra él.
¿Qué impresión- le he preguntado-experimentó usted en el tiempo que duró tan empeñada, tan terrible lucha?
–Si he de decirle la verdad, la verdadera impresión la sentí cuando todo terminó y pude darme cuenta de lo que había hecho. La escena fue tan rápida como violenta. Al verme rodeado de ocho moros, me acordé de España, de mi familia, de mí mismo; sentí la necesidad de la vida, y como esta estaba en manos de aquellos enemigos, hice un esfuerzo supremo, me defendí, les ataqué con rabia loca; con esa furia que solo se siente una vez en la vida, y todo acabó como ya usted sabe.
Conmovido por la ingenua relación del cabo de Llerena, he estrechado su mano, felicitándole entusiásticamente…
Tras releer de nuevo la entrevista, Rodríguez de Celis deja el diario sobre la mesa y vuelve a mirar al cielo a través de la ventana. El sol sigue su ascenso sobre los edificios, manteniendo ese color inquietante que el periodista interpreta como una señal: que el Barranco del Lobo no va a ser la última desgracia que va a tener que escribir sobre la guerra de África.
ANTECEDENTES
La política exterior española de comienzos del siglo XX estuvo centrada en territorio marroquí, dando lugar a lo que se conoció como La guerra de África. La relación de España con el Magreb venía de antiguo, con raíces en la Reconquista, la piratería berberisca, las expediciones militares españolas y las plazas soberanas situadas en la zona (Véase Ceuta y Melilla, pura España, https://espanaenlahistoria.org/episodios/ceuta-y-melilla-pura-espana/), las cuales llevaban siendo acosadas desde mediados de la centuria anterior por los rifeños, que estaban en rebeldía tanto contra España, como contra el sultán.
1859-1860. PRIMER CONFLICTO
En agosto de 1859 un destacamento del ejército español que daba protección a las obras de reparación del fortín de Santa Clara, fue atacado por los rifeños de Anyera, que acabaron con parte de las obras de fortificación y arrancaron y ultrajaron el escudo de España. Enterado el general Leopoldo O’Donnell, exigió al sultán, Muley Abd al-Rahman, una reparación, así como un castigo a los causantes de la afrenta. Poco después falleció Abd al-Rahman y su hijo y sucesor, Muhammad ibn Abd al-Rahman, nunca cumplió con el requerimiento de O’Donnell. Utilizando este incidente, se tomó la decisión de emprender un conflicto armado contra Marruecos comandado por el general Juan Prim, quien obtendría sendas victorias en Castillejos (1 de enero de 1860), Tetuán y Wad Ras.
La pérdida de los territorios terminó en una rebelión interna entre la población de la zona del Rif, zona rodeada por el mar mediterráneo y la cordillera del Atlas, lo que hacía que tuvieran un sentimiento de independencia social y cultural del sultanato y de España. Este grupo quedaba organizado en cabilas, un grupo familiar formado por un conjunto de familias.
1893-1894. LA GUERRA DE MARGALLO
Las cabilas reaccionaron ante la ampliación de las defensas de Ceuta y Melilla, iniciándose la guerra comenzó el 3 de octubre de 1893, cuando unos 6.000 hombres, procedentes de hasta 39 cabilas y armados con rifles Remington, descendieron de las montañas y atacaron a los cerca de 400 soldados que guardaban la periferia de la ciudad.
Rechazado ese día el primer ataque, la artillería española comenzó a bombardear a las tribus rebeldes, pero uno de esos disparos acertó en una de las mezquitas derruyéndola. Este incidente convertiría la rebelión en una guerra santa.
Abandonados los españoles ante la inacción de Marruecos para pacificar a sus súbditos, los ataques rifeños continuaron hasta destruir los fuertes de Camellos y San Lorenzo. Como respuesta, el gobernador Juan García y Margallo envió otro contingente para cavar nuevas trincheras en los fuertes de Cabrerizas y Rostro Gordo y, al mando de 2.000 soldados, se enfrentó a 3.000 enemigos, a los que pronto se unieron otros 6.000 de refuerzo que intentaron flanquear a los españoles. Margallo interpretó aquel hecho erróneamente al pensar que el centro del ataque se dispersaba presa del pánico, de modo que ordenó cargar contra las trincheras rifeñas, siendo rechazado con multitud de bajas. En ese momento se percató del error y comenzó sopesar la retirada, pero no le dio tiempo: minutos más tarde fue abatido de un disparo en la cabeza. Ante esta dramática situación, de poco sirvieron las actuaciones del general Manuel Ortega Sánchez Muñoz en la retaguardia para evitar la desbandada.
Posteriormente se volvió a intentar otro ataque, y esta vez sí se expulsó a los rifeños de sus trincheras en Cabrerizas. Pese al éxito parcial de esta última acción, no se consiguió romper el cerco a Melilla hasta la llegada de los cruceros Alfonso XII e Isla de Luzón para romper el asedio y del general Arsenio Martínez Campos al mando de más de 7.000 efectivos.
En abril de 1894, el general se reunió con el embajador de Marruecos para negociar directamente la paz con el sultán.
Las potencias europeas observaron desde la lejanía, pero con mucha atención, los acontecimientos que se desarrollaban en Marruecos. Francia, que buscaba un aliado para sus propios planes en la región, animó a España a expandir su territorio por Marruecos.
1903. REBELIÓN. Los rifeños no aceptaban estar sometidos ni ser controlados por el sultán y mucho menos por la presencia extranjera. Por esos motivos en 1903 surgió una rebelión en el Rif, encabezada por el rogui rebelde Yilali Mohamed el-Yusfi ez-Zerhuni, apodado Bu Hamara.
Cuando se descubrió que el territorio de la cabila de Beni Bu Ifrur albergaba riquezas mineras, Bu Hamara concedió en 1907 la explotación de las minas de plomo argentífero de Afra a la Compañía del Norte Africano, de nacionalidad española, pero de capital francés, y las de hierro a la Compañía Española de Minas del Rif, propiedad de la familia del conde de Romanones y de la casa Güell. La concesión también incluía el permiso para construir un tren minero que uniera los yacimientos con el puerto de Melilla
1906. CONFERENCIA DE ALGECIRAS
Entre el 16 de enero y 7 de abril de 1906 se trataron los problemas en los que se encontraba el protectorado español y el francés. El objetivo era solucionar lo que se conocía como la primera crisis marroquí, que enfrentaba a Francia con Alemania provocada por el Kaiser Guillermo II al buscar la creación de una conferencia para “esclarecer” la situación colonial de Marruecos con motivo del acuerdo en 1904 suscrito entre Francia y España para ejercer un protectorado en Marruecos, con el visto bueno del Reino Unido, para delimitar el reparto colonial en África donde Alemania salía perjudicada.
1906. GUERRA DE MELILLA
Las obras del ferrocarril minero se estaban viendo retrasadas por culpa de las injerencias rifeñas. Para solventar el problema, Francia y España entablaron relaciones con el nuevo sultán, mando de tropas mediante.
Al final se consiguió reanudar las obras, pero sin el consentimiento de las cabilas rifeñas que cumplieron sus amenazas de atacar, provocando en 1909 las primeras bajas entre los obreros españoles del ferrocarril.
1909. EL BARRANCO DEL LOBO
En el Barranco del Lobo/ hay una fuente que mana/ sangre de los españoles/ que murieron por la patria. (…)/ Melilla ya no es Melilla, / Melilla es un matadero/ donde van los españoles/ a morir como corderos. (Canción popular)
El 9 de julio de 1909, un capataz y trece trabajadores españoles fueron tiroteados cuando iniciaban la jornada laboral en la construcción del puente sobre el barranco de Sidi Musa, en la línea del ferrocarril minero de esta ciudad a Beni Bu Ifrur, resultandos muertos cuatro de ellos.
La solución al incidente fue planteada por el gobierno de Antonio Maura como una operación de policía, pero la gravedad de la situación hizo que finalmente se convirtiera en una guerra en la que llegaron a intervenir 3 Divisiones españolas: Madrid, Campo de Gibraltar y Cataluña. La orden de movilización incluyó la llamada a los reservistas, hecho que dio lugar a una oleada de protestas y a una huelga general el 26 de julio, siendo especialmente grave en Barcelona y que daría paso a la Sema Trágica, entre el 26 de julio y el 1 de agosto.
La respuesta inicial por parte de España en la contienda fue un tanto precipitada, al despreciar la posición dominante de los rifeños en las alturas del Gurugú e ignorar la falta de preparación de las propias tropas. El avance se detuvo a unos 10 km de Melilla, limitándose a ocupar posiciones aisladas, cercanas a la vía férrea, lo que provocó una tensión en la ciudad que no se vivía desde la Guerra de Margallo
El 18 de julio tuvo lugar el primer combate importante, en el monte Si Ahmed el Hach, cuando las cabilas atacaron las posiciones españolas más alejadas de Melilla, las de Sidi Amet y Sidi Alí, a las que siguieron otros, lo que hizo comprender a las autoridades que aquello se trataba de algo más que una simple operación de castigo.
El día 23 de julio hubo trescientas bajas españolas, entre muertos y heridos. La causa fue la decisión equivocada de una columna de refuerzo que, en lugar de permanecer como reserva de las posiciones avanzadas, inició una acción ofensiva sin autorización ni apoyo. Su imprudencia implicó a otras columnas que acudieron en su auxilio.
En la noche del 26 al 27 de julio los rifeños consiguieron levantar unos 300 m de la línea férrea ya construida, lo que motivó que desde Melilla saliera un convoy de aprovisionamiento y reparación de la vía, protegido por dos columnas, una al mando del coronel Fernández Cuerda y otra al mando del general Guillermo Pintos Ledesma. La segunda columna, marchando por terreno desfavorable, se extravió, desviándose a su derecha, y fue a internarse en el Barranco del Lobo, en donde el ataque de las cabilas desde las dos laderas causó más de 100 muertos, entre ellos el General Pintos, que estaba al mando de la expedición, y casi 600 heridos.
Hay que rehacer el espíritu de aquella gente, bastante quebrantado (general José Marina Vega, Marina)
Entre agosto y diciembre de 1909, las tropas españolas efectuaron un despliegue de más de 30 km, envolviendo el Gurugú y el territorio menos accidentado al sur, con muchas más tropas y mejor preparadas a la par que se iniciaban negociaciones con las cabilas más dispuestas a permitir la presencia española.
El comienzo de las operaciones se realizó a finales de agosto en el Cabo del Agua y se ocuparon ciudades importantes como Nador o la alcazaba de Zeluán. El 28 de septiembre hubo un ataque rifeño a la posición del Zoco el Had de Benisicar, donde Luis Noval Ferrao, el cabo Noval, se sacrificó para evitar la entrada en la posición de sus captores.
Tras varios enfrentamientos en Beni Bu Ifrur, el valle de Uixan, en las afueras de Zeluán y otros al norte del Gurugú, los españoles fueron incrementando poco a poco el terreno. El 26 de noviembre, tres columnas que se habían concentrado cerca de Nador avanzaron en dirección oeste hacia el collado de Atlaten, puerta de entrada a zona de las minas del Monte Uixan, de la Compañía española de minas del Rif, ocupando los poblados de Sebt, Bentabar y otros núcleos de la meseta, alcanzando así la mayoría de los objetivos territoriales propuestos en agosto.
Al día siguiente, una comisión de algunas cabilas se presentaba ante el general José Marina Vega solicitando la protección de España, alegando que el estado del conflicto había cambiado.
1912. TRATADO DE FEZ
De acuerdo a lo estipulado en 1904 se produjo una conferencia en 1912, firmándose el Tratado de Fez, formándose el Protectorado español de Marruecos, en el norte, y el Protectorado francés de Marruecos, en el sur.
1913. NUEVO LÍDER: EL RAISUNI
Con un nuevo líder la guerra se trasladó a Yebala, donde las harkas empezaron a luchar, causando cientos de bajas. La zona de conflicto se centró en la franja Larache-Alcazarquivir, quedando patente la mala provisión del ejército, con material anticuado y estrategias viejas.
1920. FIN DE LA GUERRA DEL RIF
En 1920 se consigue finalmente cierta estabilidad tanto en Yebala como en el Rif occidental. Al mando de las operaciones se encontraban el general Dámaso Berenguer Fusté como alto comisario y Manuel Fernández Silvestre como comandante general de Melilla. Mientras, en el Rif oriental, en la cabila de Beni Urriaguel, iba emergiendo la figura de Abd el-Krim el Jatabi.
Ricardo Aller Hernández
BIBLIOGRAFÍA
*melillacampaade1909.blogspot.com/2009/09/en-el-barranco-del-lobo-una-bala-para.html
*Pedro Pablo Moreno Navarro. La tragedia de Monte Arruit a través de la prensa de la época.
*Francisco José González Rodríguez. La guerra del Rif, la guerra olvidada .
*Guerra de Melilla. amigos25julio.com/index.php?option=com_content&view=article&id=780:las-guerras-de-melilla-i-1893&catid=65&Itemid=105 .
*La fotografía en la guerra de África (https://eprints.ucm.es/id/eprint/65227/1/T42263.pdf)
Yo soy rifeño. Tengo bastantes libros sobre el tema; alguno de ellos escritos por jefes militares que participaron en la tragedia de 1.921 y publicados al poco tiempo de aquella guerra; no obstante sigo teniendo conocimiento de nuevos detalles del conflicto merced a artículos como el suyo. Gracias
Enriquecedor el relato histórico, que esclarece la situación actual. España debe preservar Ceuta y Melilla-
Muchas gracias a usted por su respuesta. Mi duda era porque según tengo entendido el general volvió a su ciudad natal, Málaga, en 1909 pasando a la reserva, dónde estuvo hasta su muerte en 1921.
Me gustaría saber si el general al que usted se refiere como Ortega es Manuel Ortega Sánchez-Muñoz.
Al informarme sobre la Guerra de Margallo (entre otras páginas, muy recomendable amigos25julio.com/index.php?option=com_content&view=article&id=780:las-guerras-de-melilla-i-1893&catid=65&Itemid=105) tuve conocimiento del general Ortega. En un primer momento no puse su nombre completo, tal y como merece, porque fui incapaz de encontrarlo, pero a raíz de su comentario localicé en La fotografía en la guerra de África ( https://eprints.ucm.es/id/eprint/65227/1/T42263.pdf) la siguiente información:
El día 30 de ese mes la sección “Operaciones militares en el Rif” fue ilustrada con dos fotos de la Ambulancia Compañy: “Caballería” y “El Bajá”, y el 8 de noviembre se reprodujo en portada el retrato ecuestre del general Manuel Ortega Sánchez Muñoz, jefe de la primera Brigada del Segundo Cuerpo del Ejército de operaciones en Melilla, también a partir de fotografía de Compañy, que colaboró con esta y otras revistas durante la contienda, entre ellas Blanco y Negro. En La Ilustración Española y Americana publicó además una vista del interior de los cuarteles, del exterior del fuerte de Rostrogordo y del cañoneo de posiciones rifeñas desde el crucero “Conde de Venadito”.
Procedo a completar el artículo con el nombre del general.
Muchas gracias
Da gusto leerté desde Armenia