GUERRA DEL RIF: HÉROES NACIDOS DEL ERROR Y EL HORROR ( II)

Si te gusta, compártelo:
La tragedia nunca vista

Según un artículo en Libertad Digital, en la primavera de 2012, durante las excavaciones en lo que fue el fortín de Monte Arruit, justo donde apareció el cuerpo momificado de un soldado español, se encontraron, pertenencias y restos del uniforme, así como una pitillera de cuero y metal con las iniciales P.G., una foto de una mujer joven, una pequeña moneda de plata con la efigie de Alfonso XIII y una extensa carta todavía legible. Todos los indicios, y sobre todo por el lugar del hallazgo y datación de la carta, apuntaban a que este hombre fue una de las víctimas de la matanza acaecida el 9 de agosto de 1921 en Monte Arruit.

Los investigadores quedaron asombrados al leer la carta que portaba este soldado. El papel amarillento, dos páginas plegadas por la mitad, estaba metido en un sobre. Los datos personales no han sido revelados por las fuentes investigadoras. En el sobre dice los siguiente:

Hermano de armas, si lees esto será porque yo habré muerto. Por favor, cumple la última voluntad de este soldado español que ha caído por la Patria y haz llegar esta carta a María […] que vive en Málaga en la calle […]. Sus padres se llaman Manolo y Antonia.

A continuación, se transcribe la carta real de aquel soldado:  

Mi dulce María, nunca pensé escribir esta carta, pero lo preocupante de la situación me lleva a ello. Llevamos días atrincherados y defendiendo Monte Arruit, apenas tenemos agua y comida. Los moros nos cercan y nos hacen fuego, cada día tenemos nuevas bajas, ya sea por causa enemiga o por efecto del calor, y no tenemos medicamentos ni medios de asistencia sanitaria.

Según dicen, el General Berenguer le ha prometido a Navarro que mandarán refuerzos desde Melilla, pero la ayuda nunca parece llegar. Hay descontento y pesar entre los hombres aquí. Hay rumores fiables de que se negociará la rendición de la plaza, pero no sabemos mucho más al respecto. No sé qué pasará, hemos pasado muchas penurias en esta maldita guerra, pero como la de Monte Arruit no la he vivido. Ya se sabe cómo actúan los moros y tengo mucho miedo por lo que pueda pasar, estamos prácticamente a su merced y no creo que podamos resistir mucho más el hostigamiento al que nos someten.

En el campamento tratamos de animarnos los unos a los otros; por su parte, día tras día, los oficiales nos recuerdan lo que implica ser un soldado español con arengas patrióticas, pero lo que más nos reconforta, dentro de lo que se puede, es la camaradería que hacemos todos en estos difíciles momentos.

La verdad que no sé por qué te estoy contando esto, supongo que por egoísmo al desahogarme con este papel. No quiero robarte más líneas, ya que esta carta es para ti: la dulce niña de mis ojos, mi morena, mi malagueña, mi razón de vivir, mi anhelo, la estrella que me guía en las noches, la única persona por la cual suspiro día tras día y me reconforta pensar que pronto te veré, que pronto te abrazaré, que pronto te besaré y que pronto me casaré contigo. Dios sabe lo mucho que te quiero.

Aún me acuerdo de la primera vez que te vi, con aquel vestido azul, tu pelo negro azabache recogido en un coco, esos ojos verdes esmeralda que son capaces de cegar más que este sol africano y convertir a cualquier hombre en estatua de sal con sólo regalarle una mirada tuya. Me acuerdo de la canasta de mimbre llena de pescado que llevabas pues venías del mercado y como yo, apoyado en la pared de la calle de mi casa, quedé absorto ante tu belleza. Te eché un piropo cuando pasaste por delante mía, no pensé que me hicieras caso, ya que tal hermosura tiene que estar acostumbrada a que te los digan, pero giraste tu preciosa cara, me miraste y me sonreíste. Bendito piropo aquel. Te pedí acompañarte a casa para hablarte por el camino y me lo permitiste.

Desde entonces fuimos inseparables, me costó que tu padre me aceptara, pero ya sabes que la insistencia siempre ha sido mi virtud. Aún me tiemblan las piernas cuando me acuerdo de aquel primer beso que te robé en la puerta de la casa de tu tía, se nos paró el mundo alrededor en ese instante. En fin, hay tantas cosas que podría contar…

Seguro que mientras lees esto estás esbozando una sonrisa. En estas líneas que llevo hablando de ti se me ha olvidado momentáneamente todo lo que estoy pasando aquí. Siempre serás mi mejor medicina y el remedio de todos mis males. Ya sabes que al comienzo de esta carta te dije que nunca pensé escribirla. Es de despedida, mi amor. Si recibes esta carta será porque yo ya no estaré.

No quiero ser egoísta y por ello te pido que no me guardes luto, que no te apenes por mí, que rehagas tu vida lo más pronto posible y que no me eches en falta pues yo siempre estaré contigo en cada momento de tu vida.

Que seas muy feliz y que hagas realidad todos tus sueños, ya que los míos se cumplieron cuando me dejaste amarte. Quiero que sepas que mis últimos pensamientos son para ti y que siempre te querré y cuidaré allá donde esté.

Monte Arruit a 8 de agosto de 1921.

De tu soldadito, Pedro.

1921. EL DESASTRE DE ANNUAL. CRONOLOGÍA.

15 de enero . El general Silvestre establece su base de operaciones en la población de Annual con el objetivo final de tomar la bahía de Alhucemas, lugar considerado clave para dominar el territorio por ser considerada el corazón del Rif y el enclave estratégico. Las tropas españolas estaban formadas por soldados que realizaban el servicio militar, pero contaba también con unidades indígenas naturales de Marruecos: la policía indígena y los regulares. El armamento consistía en artillería anticuada y escasa, ametralladoras de poca eficiencia de la marca Cok que se sobrecalentaban al usarla y anticuados fusiles Mauser. Los soldados estaban pobremente vestidos y calzados con alpargatas, se les racionaba la comida.

Mayo. Silvestre ordenó una operación para alcanzar la bahía de Alhucemas y entrar en Beni Urriaguel, la cabila más poderosa del Rif oriental. Salió de la plaza de Melilla con toda la capacidad militar, dejando solos y sin provisiones a la ciudad, ya que estaba plenamente convencido de que iban a salir victoriosos de esta guerra.

Mayo-junio. Durante se tiempo, Silvestre protagonizó un rápido progreso: avanzó 130 km sobre el Rif en un total de veinticuatro operaciones, estableciendo cuarenta y seis nuevas posiciones con muy pocas bajas, solamente diez muertos y sesenta heridos. Ocupó Tafersit, adelantó el frente hasta el río Amekrán y obtuvo la sumisión de las cábilas de Beni Ulixek, Beni Said y Temsaman, con los que llegó a acuerdos con sus cabecillas ofreciéndoles dinero a cambio de su amistad.

Dado lo fácil del avance los altos mandos pensaron que pronto se alcanzaría la bahía de Alhucemas, pero todo se complicó por dos razones: por no asegurar el territorio dominado (Silvestre no desarmó a las tribus rifeñas cuya lealtad había comprado) y por extender demasiado las líneas de abastecimiento: 144 puestos y blocaos desde donde se podían dominar amplias zonas, pero que normalmente carecía de reservas de agua, lo que obligaba a hacer aguadas con reatas de mulas periódicamente.

Entre Melilla y Annual había tres «plazas fuertes» separadas unos 31km entre sí, y en torno a él un anillo formado por otros pequeños fortines, cada uno con una guarnición que variaba entre cien y doscientos soldados. En la costa se habían ocupado las posiciones de Sidi Dris, cercana a la desembocadura del río Amekrán, y Afrau, algo más a retaguardia. Hasta ese momento apenas se había disparado un solo tiro, aunque se guardaban las distancias con las tribus hostiles, y en las pequeñas escaramuzas que se producían apenas si hubo algunas bajas. En cuanto a la posición de Annual, esta era estratégicamente mala, ya que se encontraba situada en un valle, rodeada de montañas y con accesos difíciles a la retaguardia; tan solo existía un camino principal que la enlazaba con Melilla y este transcurría a través de pasos entre áreas montañosas que podían ser fácilmente tomadas por un enemigo conocedor del terreno, adaptados al clima que empleaban las emboscadas como método de lucha y cuyo líder era Abd el-Krim, quien había trabajado al servicio de la administración colonial como traductor y conocía perfectamente las debilidades del ejército español.

Finales de mayo de 1921. El general Silvestre ordenó que se estableciera una posición en el monte Abarrán, situado en las proximidades de Annual. Lo sucedido aquí se puede leer en esta España en la historia: La toma de Abarrán, la colina bañada de sangre española  (https://espanaenlahistoria.org/episodios/abarran-la-colina-banada-de-sangre-espanola/), aunque a modo de resumen podemos decir que durante los días 30 de mayo y 1 de junio un destacamento español situado en Monte Abarrán fue atacado por una fuerza de cabileños, resultando muertos o desaparecidos 24 españoles, 59 heridos, y un prisionero, Diego Flomesta Moya.

La toma de Abarrán fue utilizada por Abd el-Krim para arengar a las cabilas. En pocos días, los efectivos de su harka pasaron de tres mil a once mil hombres.

1 de junio. Una vez tomada la posición española en el monte Albarran, Abd el-Krim dirigió sus tropas contra la posición costera de Sidi Dris, a la que llegó la madrugada del día 2. El asalto fue rechazado por el comandante Julio Benítez Benitez, con un coste de diez heridos, él incluido, por cien rifeños muertos. ​

7 de junio. Creyendo que se trataba de acciones aisladas, Silvestre no adoptó ninguna medida especial. En respuesta al ataque ocupó Igueriben, manteniendo de ese modo una posición adelantada entre Izumma y Yebbel Uddia, con la idea de defender el campamento de Annual por el lado sur. Después marchó a Melilla, para entrevistarse con el comisario Berenguer y solicitarle refuerzos, municiones, víveres para la población y dinero para comprar a los rifeños antes de iniciar la ofensiva final.

14-17 de julio. El monte Igueriben quedó defendida con 355 hombres al mando del comandante Francisco Mingo Portillo, del Regimiento de Infantería Ceriñola n.º 42. Posteriormente fue sustituido en el mando por el comandante Benítez Benítez, del mismo regimiento que había defendido la posición de Sidi Dris.

Los ataques contra la plaza empezaron a intensificarse a partir del 14 de julio, y el 17 a los españoles se les agotó el agua, por lo que se vieron obligados a machacar patatas y chuparlas, dejando el líquido de los botes de tomate y pimiento para los heridos. Al acabarse todo recurrieron sucesivamente a la colonia, la tinta y por fin a los propios orines mezclados con azúcar.

El mando felicita a los heroicos defensores, alentándoles a seguir manteniendo la resistencia con el admirable espíritu de sacrificio que es la admiración y orgullo de sus hermanos de armas. Ya se hallan reconcentradas en Annual numerosas fuerzas que han de convoyar los socorros que tanto necesitaba esta la posición y tropas frescas para relevar a los heroicos defensores de Igueriben, que tan ganado tienen el descanso. La patria, atenta a vuestro gallardo gesto, sabrá pronto recompensar vuestros sacrificios.

21 de julio. Se intentó socorrer Igueriben con una columna de 3000 hombres, pero el convoy de ayuda quedó estancado muy cerca de la misma, con 152 bajas en 2 horas. A las cuatro de la tarde se repartieron los últimos veinte cartuchos, se incendiaron las tiendas y se inutilizó el material artillero, después se trataron de salir, pero las tropas fueron masacradas en la misma puerta. De los defensores sólo lograron sobrevivir un oficial, el teniente Luis Casado y Escudero , quien fue hecho prisionero junto a otros cuatro soldados; otros siete hombres lograron huir, de los cuales cuatro murieron al llegar a Annual, se dice que debido a tomar excesiva cantidad de agua por la sed extrema que padecieron.

En aquellos el ejército disponía de 8 campamentos y 114 posiciones. A unos 10 km del Monte Abarrán, cerca de Annual, Silvestre estableció el campamento y cuando tuvo el permiso de Berenguer empezó a mover las filas de defensa por Abarrán, Igueriben y otras posiciones. Pero, enseguida se da la orden de retirada y es en este momento cuando los rifeños empiezan a atacar.

Al comenzar el asedio de Igueriben había unos 3.100 hombres presentes en Annual, incorporándose posteriormente 1.900 más. Así pues, la plaza acogía a unos cinco mil hombres, con una fuerza de combate de tres batallones y dieciocho compañías de infantería, tres escuadrones de caballería y cinco baterías de artillería. Sobre ellos iban a lanzarse unos 18.000 mil rifeños bajo el mando de Abd el-Krim, armados con fusiles y espingardas.

22 de julio. El campamento de Annual disponía de víveres para cuatro días y municiones para un día de combate, pero carecía de reservas de agua. El general Silvestre, consciente de la imposibilidad de defender la posición, acordó con sus oficiales la evacuación del campamento. Sin embargo, a las 3:45 h del día 22 llegó un mensaje de radio del alto comisario Berenguer prometiendo la llegada de refuerzos desde Tetuán. Una hora más tarde el general comunicó de nuevo a Berenguer y al ministro de la Guerra, Luis Marichalar y Monreal, lo desesperado de la situación y su decisión de tomar urgentes determinaciones.

Al rayar el alba se produjo una segunda reunión de oficiales, donde se encontraba el coronel Francisco Manella y Corrales, quien se hallaba en Annual al mando de la circunscripción desde hacía tres días. En ese momento Silvestre aún se debatía entre la evacuación inmediata y la espera de la llegada de refuerzos, si bien las dudas se despejaron cuando se tuvieron noticias del avance de tres columnas rifeñas de unos dos mil hombres cada una.

Ante esta información, el general ordenó evacuar, anunciando su intención de replegarse a los fuertes de Ben Tieb y Dar-Drius, posición esta última, que reunía las características para albergar gran cantidad de tropa y con el abastecimiento de agua muy fácil.

Mientras esto sucedía El regimiento de Alcántara, comandada Fernando Primo de Rivera, (cinco escuadrones del regimiento, cuatro de sables y uno de ametralladoras) salió muy de mañana a acompañar y proteger un destacamento que iba a ocupar una posición que impedía que se cortara el paso de Izumar (Juan Luis Sanz y Calabria, coronel jefe del Regimiento de Caballería Acorazada «Alcántara» nº 10). Así, junto a un puente de madera, los jinetes tomaron contacto con el capitán Fortea. Para cumplir con la orden de levantar posiciones defensivas, emplearon los caballos para acarrear material. Los trabajos de fortificación son protegidos por el 3º y 5º escuadrón y por el de ametralladoras.

La retirada comenzó a las 11:00 horas: había dos convoyes, uno para retirar los mulos con la impedimenta, y otro para el grueso de la tropa, los heridos y el armamento pesado. Pero para entonces las alturas del norte, ya habían sido tomadas por los rifeños y la gran mayoría de los policías indígenas que las defendían se pasaron al enemigo, matando a sus oficiales españoles. De modo que cuando las tropas españolas abandonaron el campamento, comenzaron a recibir disparos.

En medio de aquel caos falleció el general Silvestre en circunstancia no aclaradas: ¿muerto por el enemigo?, ¿suicidio? El caso es que nunca se encontró su cadáver.

Ante las circunstancias, correspondió al segundo al mando, el general Felipe Navarro iniciar camino inmediato hacia Melilla.

La columna de Navarro en retirada va muy escasa de artillería y han muerto por el fuego enemigo muchos mulos, algunos abatidos y otros despeñados en los barrancos del camino. (Fernando Martínez Laínez, Mientras la patria exista).

Todo era caos: sin nadie que cubriera su retirada, todos trataban de ponerse a cubierto de las balas corriendo hacia delante. Los carros, el material y los heridos comenzaron a ser abandonados; muchos oficiales escaparon y la retirada ordenada no tardó en convertirse en una desbandada general bajo el fuego enemigo, si bien algunos oficiales y unidades mantuvieron la calma, como  los Regulares, al mando del comandante Manuel Llamas Martín, quienes se replegaron por escalones, retrocediendo monte a través en paralelo a la carretera, sin mezclarse con la riada de soldados en fuga, dando tiempo a los huidos para pasar por el angosto paso de Izumar.

Mientras, a mediodía llega hasta la posición del regimiento de Alcántara un coche con un comandante médico informando que las tropas se estaban retirando de Annual y que el general Silvestre había muerto. En ese momento, Primo de Rivera reunió a sus oficiales:

Señores oficiales: La situación, como ustedes verán es crítica, ha llegado el momento de sacrificarse por la patria cumpliendo la sagrada misión del arma, que cada cual ocupe su puesto y cumpla con su deber. Pueden ustedes retirarse.

Los rifeños tiroteaban a placer por el flanco izquierdo a los españoles dejando en su huida un reguero de muertos y heridos que se mezclaban con armamento y material abandonado. Los que se quedaban en el camino serían rematados a cuchilladas por las mujeres y viejos de los poblados cercanos. Mientras tanto, las alturas de la derecha seguían defendidas por los Regulares, así que los rifeños, viendo que no podían quebrar su defensa, decidieron dar un rodeo y dirigirse hacia Izumar por Igueriben.

Cuando la cabeza de la desordenada columna llegó a Izumar muchos soldados fueron masacrados. No sería hasta alcanzar la posición Intermedia cuando por fin disminuiría el acoso enemigo gracias al Regimiento de Cazadores Alcántara número 14, quienes aparte de hacer frente al enemigo también ayudaron a muchos heridos llevando en sus grupas hasta tres hombres . otro rezagados tuvieron peor suerte, ya que eran tiroteados desde las alturas y asaltados por los desertores de la Policía Indígena y los lugareños.

La actuación de Primo de Rivera fue intachable: primero se calmó a los que huían y se puso algo de orden obligándoles a marchar entre la formación del Regimiento, sin rebasarla, para protegerles del fuego que recibían desde las cotas inmediatas. El ‘Alcántara’ comenzó a enviar pequeñas partidas a ocupar las alturas y desalojar al enemigo, que evitaba la confrontación directa. Una vez pasó la columna de Annual, se continuó haciendo fuego sobre el enemigo y acabando con él en su totalidad hasta la llegada a Ben Tieb, donde dejaron a los soldados heridos de la columna de Annual que habían transportado en la grupa de los caballos, afirma el coronel. (Juan Luis Sanz y Calabria)

Ante el cariz trágico de la situación, Primo de Rivera se volvió hacia sus hombres con una orden: defender a sus compañeros.

Sobre las 13:00 horas los primeros grupos de la riada en desbandada llegaron a la posición de Ben Tieb, y los últimos lo hicieron sobre las 15:00 horas. En aquellas trágicas horas un total aproximado de 2.500 hombres fueron muertos por los rifeños. A estas bajas había que sumar los 1.500 hombres de las posiciones de Talilit, Dar Buymeyan, Intermedias B y C, Izumar, Yebel Uddia, Mehayast, Axdir Asus, Tuguntz, Yemaa de Nador, Halaun y Morabo de Sidi Mohamed.

Caso aparte es el de la posición intermedia A. Nadie les dio la orden de retirada y aguantaron cinco días combatiendo, hasta que finalmente fueron abatidos por la harka.

23 de julio: el teniente coronel Primo de Rivera, en cumplimiento de las órdenes recibidas y al frente de 691 hombres, debía proteger la retirada de 5.000 soldados de Ababda, Ain Kert, Azib de Midar, Cheif, Karra Midar y Tafersit. Para ello, dividió a los jinetes en secciones para poder cubrir un mayor terreno y participar en todas las retiradas posibles de las columnas. Algo menos de 700 hombres para dar protección a más de 5.000 de sus compañeros hasta llegar a Drius.

El teniente coronel Primo de Rivera salió con los Escuadrones al galope haciendo varias cargas, llegando al cuerpo a cuerpo y persiguiendo con fuego al enemigo para aniquilarlo o dispersarlo (Juan Luis Sanz y Calabria)

7:00. El 5º escuadrón y una sección del 4º protegieron la retirada de sus compañeros, viéndose obligados a cargar a sable contra los moros.

11 de la mañana. La columna de Cheif llegó a Drius junto a los escuadrones del Alcántara, pero con más de 70 heridos y muertos.

11:30. Salió una Sección a proteger el repliegue de la posición de Karra Midar, y después de comer, ya sobre las doce del mediodía salieron todos los escuadrones para cubrir la retirada de Tafersit y Azib de Midar, que eran hostigadas con abundante fuego de fusilería. El Regimiento cargó contra ellos dispersando y matando a algunos de ellos. (Juan Luis Sanz y Calabria).

¡Jinetes el Alcántara, vamos a ver cómo vengamos la muerte de nuestros hermanos!».(Fernando Primo de Rivera)

Sin embargo, los problemas se empezaron a amontonar, ya que algunas columnas de soldados y vehículos tuvieron que enfrentarse al duro terreno rifeño en su huida, lo que provocó que el Alcántara tuviera que acudir en su ayuda.

 13:30. En el rio Igan se quedaron atascados algunos vehículos que fueron tiroteados por los rebeldes. Era la una y media cuando el Alcántara montó de nuevo y partió (Juan Luis Sanz y Calabria)

Abriéndose paso entre el fuego enemigo, los jinetes llegaron con dificultades hasta el río, donde los vehículos habían sido destrozados y sus conductores asesinados. A modo de respuesta, los jinetes, sables en mano, se lanzaron contra los moros.

Tras la victoria el regimiento inició el regreso a Drius, cuando vieron desde la lejanía como la ciudad estaba en llamas: los rifeños habían atacado y destruido aquello por lo que llevaban dos días luchando. Además, todavía había una última columna de supervivientes que requería su protección hasta llegar a la zona de Monte Arruit.

Para entonces los rifeños ya habían tomado posiciones al otro lado del río Igan, lugar desde el cual atacaron a los españoles.

Primo de Rivera sabía que esos puntos serían imposibles de franquear por la columna en el estado en el que estaba y, ya bajo intenso fuego, ordenó el ataque a los rebeldes. (Juan Luis Sanz y Calabria).

Así, y con una fuerza muy inferior en número a los marroquíes, los jinetes del Alcántara se lanzaron contra sus líneas. Sabían que probablemente morirían, pero eso no les detuvo.

¡Soldados! Ha llegado la hora del sacrificio. Que cada cual cumpla con su deber. Si no lo hacéis, vuestras madres, vuestras novias, todas las mujeres españolas dirán que somos unos cobardes. Vamos a demostrar que no lo somos (Fernando Primo de Rivera).

 Los escuadrones de sables subieron colina arriba, recibiendo nada más llegar a la cresta de la loma un nutrido fuego enemigo que provocó muchas bajas en hombres y caballos. Al llegar al cuerpo a cuerpo, y ante la imposibilidad de usar sus Carabinas Mauser por falta de espacio, los jinetes se decidieron a combatir con su espada-sable Puerto Seguro. La lucha fue sangrienta e, incluso, los miembros del Alcántara se vieron obligados en alguna ocasión a retirarse y reagruparse, pero solo para cargar nuevamente contra el enemigo con mucho más ímpetu. Finalmente, no sólo lograron entretener a los rifeños, sino que les vencieron y les obligaron a huir.

Para conseguir tal éxito el Regimiento de Alcántara tuvo que cargar hasta en cuatro ocasiones, sufriendo numerosas bajas ocasionadas. Los hombres iban perdiendo sus monturas, el propio Primo de Rivera perdió su montura en la tercera carga. Al final, los hombres del Alcántara efectuaron u octava y última carga al paso (hecho histórico en los anales de la Caballería), algunos incluso en mulos de los carros regimentales. 

Al final el combate la imagen era dantesca: de los 691 hombres que formaban el regimiento la mañana del 23 de julio, 541 habían muerto en combate, 5 heridos de gravedad (las tropas rifeñas remataron a muchos de los heridos en la batalla de una manera que es mejor no contar) y 78 fueron hechos prisioneros, total 624 bajas. Solamente 67 hombres lograron llegar a la posición de El Batel.

…Con objeto de reconocer los heroicos hechos ocurridos entre el 22 de julio y el 9 de agosto de 1921, cuando el Regimiento dio protección al repliegue de las tropas españolas desde sus posiciones en Annual hasta el monte Arruit, gesta en la que fallecieron la mayor parte de sus integrantes: 28 de los 32 oficiales y 523 de los 685 miembros de tropa… (Real Decreto por el que se concede la Cruz Laureada de San Fernando al Regimiento de ‘Cazadores de Alcántara, 14 de Caballería)

30 de julio-9 de agosto. Cercados en Monte Arruit, sin poder acceder a los pozos, solo socorridos por bloques de hielo que lanzaba la aviación, los restos de toda aquella tropa defendieron como pudieron la posición durante algo más de una semana, hasta el 9 de agosto.

¿QUÉ SUCEDIÓ EN OTRAS POSICIONES?

  • Sidi Dris. El 22 de julio sufrió un nuevo asedio que duró tres días, al cabo de los cuales los rifeños se hicieron con el lugar, falleciendo casi la totalidad de la guarnición española.
  • Dar Buimeyan. Fue evacuada sobre Annual, que ya estaba ocupada por los rifeños, muriendo la mayor parte de la guarnición durante la retirada.
  • Dar Quebdani. Más de 900 soldados españoles asesinados tras rendirse.
  • Mehayast. La guarnición estaba formada por 36 soldados y dos oficiales. Tras ser atacada fue evacuada en dirección a Ben-Tieb, resultando finalmente casi todos los ocupantes muertos o prisioneros. Hubo dos supervivientes.
  • Yemaa de Nador. La guarnición formada por 124 soldados y cuatro oficiales resultó muerta, muy pocos lograron salir y alcanzar Dar Dríus.
  • Morabo de Sidi Mohamed. Posición guarnecida por 33 hombres y un oficial, tenía la finalidad de proteger la retaguardia de Annual. Fue atacada el 22 de julio por los rifeños. No hubo supervivientes.
  • Zoco el-Telatza. Fue atacada entre el 22 y el 25 de julio. Los miembros de la guarnición se retiraron en dirección al Marruecos francés. Durante la retirada murieron 700 de los 1200 hombres que formaban la columna que tuvo que abandonar a los heridos a lo largo de la ruta.
  • Talilit. Fue evacuada hacia Sidi Dris el 22 de julio de 1921. Murió toda la guarnición.
  • Punta Afrau. Situada en un acantilado junto al mar, fue atacada el 22 de julio y resistió hasta el 26 del mismo mes. Alrededor de 130 hombres pudieron ser rescatados por la marina, los 50 restantes resultaron muertos o prisioneros de los rifeños.
  • Intermedia A. Situada en peña Tahuarda tenía la función de proteger la retirada desde Annual a Ben Tieb. No recibió orden de evacuar y quedó aislada, resistiendo el ataque rifeño entre el 22 y el 27 de julio en que se rindió. La mayor parte de los defensores fueron masacrados tras rendirse, solo hubo dos supervivientes.
  • Yebel Uddia. La guarnición constaba de unos 100 hombres y artillería. Fue atacada el 22 de julio y se replegó sobre la posición Intermedia A, que también fue atacada. No hubo supervivientes.
  • Sidi Dris. Defendida por 300 soldados. Tras ser atacada y cercada el 22 de julio, resistió durante tres días. El intento de rescate por la marina española solo pudo evacuar con vida 10 hombres; otros 30 fueron hechos prisioneros y el resto fue dado por muerto o desaparecido.
  • Zeluán. Asediada desde el 24 de julio, Zeluán se rindió el 3 de agosto. Alrededor de 500 soldados fueron asesinados tras deponer las armas y los oficiales, el capitán Carrasco y el teniente Fernández, mutilados y quemados vivos.
  • Nador. Capituló el 2 de agosto. Su guarnición sería la única que, tras rendirse, fue respetada por los rifeños.

29 de julio. Tras ocho días para recorrer los 60 km que separaban Annual del fuerte de Monte Arruit, llegaron 3.000 supervivientes.

Los supervivientes del regimiento de Alcántara fueron los responsables de la defensa de la puerta principal de la posición de Monte Arruit.

31 de julio. Una granada destrozó el brazo de Fernando Primo de Rivera, que fue operado sin anestesia.

6 de agosto. Fernando primo de Rivera murió por causa de la gangrena que le provocó la herida de granada del 3 de agosto.

9 de agosto de 1921. Después de resistir durante doce días, acuciados por la sed, el hambre y la falta de municiones, se produjo la capitulación del general Navarro en Monte Arruit.

Navarro recibió la orden del general Berenguer de pactar una rendición con los líderes de las harkas rifeñas. Se acordó con los rifeños la entrega de las armas a cambio de respetar la vida de los soldados, pero cuando los españoles abandonaron la posición el enemigo se lanzó sobre ellos, degollándolos asesinando a toda la guarnición, aproximadamente 3.000 soldados, excepto unos 60 que fueron hechos prisioneros, entre ellos Navarro. Los cadáveres, muchos de ellos con signos de haber sido torturados, quedaron insepultos, esparcidos a las puertas de Monte Arruit, hasta que se retomó la posición tres meses después.

Había tantos cadáveres que se decía que, del segundo día en adelante, los buitres solo comían de comandante para arriba.

El Desastre de Annual se saldó, según el expediente Picasso, con 13.363 muertos (10.973 españoles y 2.390 indígenas). El número de bajas rifeñas es desconocido. En todo caso, A las pérdidas humanas se añadieron las de material militar (20.000 fusiles, 400 ametralladoras, 129 cañones, aparte de municiones y pertrechos). Los restos mortales de los fallecidos se encuentran en el Panteón de los Héroes del cementerio municipal de la Purísima Concepción de Melilla.

1921. EXPEDIENTE PICASSO

Tras el derrumbamiento militar, Dámaso Berenguer solicitó que un oficial general investigase los hechos y depurase las responsabilidades que hubiera lugar. Luis de Marichalar y Monreal, ministro de la Guerra, nombró al general Juan Picasso , con la ayuda del auditor de brigada Juan Martínez de la Vega y Zegrí.

Picasso envió al general Berenguer un escrito solicitando los planes de operaciones que habían guiado la actuación del general Silvestre y sus tropas. Berenguer manifestó que no se consideraba autorizado a proporcionar tal información por ser materia reservada. Así, los acuerdos, planes o disposiciones del Alto Comisario quedaron fuera de sus investigaciones, y que debía limitarse a los hechos realizados por los jefes, oficiales y tropa para deducir responsabilidades en los casos en los que no se hubieran cumplido las obligaciones militares.

Si en telegramas o cables/oís decir que Picasso

va a encontrar responsables,/no hagáis caso…

Los errores fueron ciertos/, pero en asuntos de guerra,

a las causas y a los muertos/ se les echa tierra…

(Ni caso, Luis de Tapia, 6 de septiembre de 1921)

El Expediente Picasso calificó de negligente la actuación de los generales Berenguer y Navarro y de temeraria la del general Silvestre. En julio, el Consejo Supremo de Guerra y Marina, presidido por el general Aguilera, decidió procesar a 39 militares por negligencia o abandono de su deber en Annual, además de los 37 oficiales que aparecían imputados en el propio expediente Picasso. Entre los encausados se incluía al general Berenguer.

En los encendidos debates parlamentarios que se produjeron a cuenta del informe, Indalecio Prieto responsabilizó directamente al rey de lo sucedido, como jefe del Ejército y del Estado. Ante el cariz que estaban tomando los acontecimientos y la falta de acuerdo de los miembros de la Comisión, acordaron convocar el Pleno de la Cámara y que se efectuase una votación general sobre el asunto. Sin embargo, el Pleno nunca llegó a reunirse: el 13 de septiembre el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, acometió un golpe de Estado, finalizando así el proceso de depuración de responsabilidades.

Ricardo Aller Hernández

BIBLIOGRAFÍA

*Lorenzo Silva, El nombre de los nuestros. Editorial Destino

*libertaddigital.com/espana/2014-01-12/la-carta-de-despedida-de-un-soldado-espanol-en-africa-1276508079/

*Pedro Pablo Moreno Navarro. La tragedia de Monte Arruit a través de la prensa de la época.

*wikipedia.org/wiki/Desastre_de_Annual

*Francisco José González Rodríguez. La guerra del Rif, la guerra olvidada

*larazon.es/cultura/20210711/ufc2vwosined3k6ui4rxcblxqq.html

Si te gusta, compártelo:

3 thoughts on “GUERRA DEL RIF: HÉROES NACIDOS DEL ERROR Y EL HORROR ( II)”

  1. Excelente y preciso artìculo sobre el desastre de Anual y la negligente actuación de la cúpula militar destinada en Melilla

  2. Estupendo. Fundamentado historicamente. Silvestre fue el mayor responsable, no me extrañaría que se suicidara ante el gran desastre, aunque es cierto que le faltaron refuerzos y que no valoraron suficientememte a los rifeños y a su jefe
    Gran artículo.

Responder a Julia María Hernández Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *