LA CONTROVERSIA DE VALLADOLID

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          Medio siglo de discusiones apasionadas en todos los órdenes generó, ―además de la redacción de Leyes y la creación de instrumentos que garantizasen el cumplimiento de las mismas― serios enfrentamientos entre los encomenderos, y los partidarios de aplicar las instrucciones de la Corona.

          El revuelo entre los partidarios de una y otra postura debió ser grande y las cosas llegaron a tal punto que Carlos I acordó convocar la Junta de Valladolid (Agosto-Septiembre de 1550 y Abril-Mayo de 1551) compuesta de canonistas, teólogos y consejeros reales, que se desarrolló en la capilla del convento de San Gregorio y que acabaría pasando a la historia con el nombre de “Controversia de Valladolid”, donde Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda centraron la disputa en el problema de la licitud o ilicitud de las guerras de conquista.

El propósito declarado de la discusión era cómo se debía proceder en los descubrimientos, conquistas y población del Nuevo Mundo frente a los nativos. Algo que no conocía parangón en ninguna parte del mundo. Sólo España era capaz de cuestionarse a sí misma la actitud que debía tomar frente a quienes eran conquistados por ella.

La filosofía de Bartolomé de las Casas, que ponía en entredicho lo actuado por los conquistadores, fue atendida y auspiciada por el Imperio español. Ciertamente, las explicaciones de Las Casas pasan de lo peregrino, sin embargo, hay una cuestión que prima incluso sobre las fábulas que cuenta, y que primaron también sobre el Rey: Lo primero era la defensa de los derechos del indio.

Pero en esa defensa llega el dominico a términos inadmisibles en los que justifica la legitimidad de los sacrificios humanos llevados a cabo por los indios desde la perspectiva de ser ritos religiosos del más alto valor.

Las Casas, que tenía esclavos negros y cuyo padre justamente se dedicaba al tráfico negrero, llegó a afirmar en su “Apología” que consideraba al indio como un ser con unas capacidades extraordinarias.

Por su parte, Juan Ginés de Sepúlveda defendía la guerra justa, para la que exigía moderación al tiempo que afirmaba que los indios, como el resto de la humanidad, estaban obligados a someterse a quienes eran más prudentes, a los que destacan en virtud, que están en la obligación de enseñar esas virtudes para, como en su momento hizo Roma, gobernar de forma prudente, conforme al derecho natural.

Defendía también el derecho de conquista dado que los conquistados carecían de conocimientos mínimos para su buen gobierno, mientras las Casas defendía que los indios estaban más adelantados que muchos europeos.

Otro aspecto que abonaba la tesis de Sepúlveda era la antropofagia de los conquistados, por lo que entendía que los españoles debían imponerles la ley natural, pero las Casas negaba todo derecho a imponerla dado que los indios tenían total desconocimiento de Cristo.

Es de señalar que los argumentos de Sepúlveda tienen una considerable base filosófica e histórica, pero Las Casas, en su “Apología”, habla de los principios expuestos por Sepúlveda como de “venenos embadurnados con miel”.

Por su parte, Las Casas arremete contra Roma y contra Grecia. Sus argumentos son correctos, pero como en el caso de la Conquista de América, la extrapolación que lleva a cabo, da lugar a conclusiones absolutamente perversas que tuvieron consecuencias: una el ser nombrado obispo de Chiapas, y dos, la paralización de las labores de Conquista por parte de la Monarquía Hispánica… y una en diferido, ya que sus tesis fueron principalísimo argumento en la composición de la leyenda negra contra España.

Sepúlveda entendía que los españoles debían imponer la ley natural, pues todos los hombres están obligados a ella, y los indios la contravenían con multitud de sacrificios humanos rituales, a lo que  las Casas decía que esa actuación haría que la religión fuese abominable para todas las naciones de esa parte del mundo.

La realidad es que la fe cristiana se hizo presente para acometer la empresa, pero también se hizo presente en los momentos de lucha, y sobre todo en los momentos de victoria. En esos momentos de victoria en los que los vencidos eran puestos en libertad, era cuando se estaba conformando, primero un  ejército poderoso que resultaría invencible, y segundo y principal, un mestizaje físico y cultural que asentaría justamente esa conquista.

Las Casas manifiesta una magnífica habilidad para revolver las cosas; señala objetivos buenos, pero pone obstáculos insalvables para conseguirlos, y ante hechos como la antropofagia y su represión argumenta:

El castigo de los delitos o su reprensión violenta, también en el derecho civil cesan si se ven afectadas multitud de personas. (Las Casas, Apología: 213)

Finalmente la Controversia quedó sin sentencia, posiblemente por lo que el estudio del asunto me hace barruntar en el sentido de que la Corona no se creía lo que decía el dominico, pero le interesaba darle pábulo para controlar los excesos de la nobleza.

Es el caso que, aunque el iniciador de la Controversia fuese un payaso a juicio de quién hace este comentario, la Junta de Burgos fue, sin lugar a dudas excelsa en la honradez y altura intelectual de los juristas y teólogos.

Fue un foro donde la élite de la intelectualidad española (fray Antonio de Montesinos, Matías de Paz, Juan Ginés de Sepúlveda, Pedro de Córdoba… por significar los de mayor relevancia), marcaban el camino de la jurisprudencia española que culminaría con las aportaciones a la creación del derecho internacional con maestros como Francisco de Vitoria y Francisco Suárez.

Afortunadamente para España y para los indígenas americanos, fue el tiempo del jurista por excelencia, Francisco de Vitoria, que señaló los ocho títulos justos para justificar la presencia de los españoles en América.

Pero no fue beneficioso sólo para España y sus nuevos súbditos. La Controversia de Valladolid dio lugar al nacimiento del derecho internacional y al cuestionamiento de la guerra justa.

¿Dónde se cuestionaba la guerra? Parece que en los lugares donde la guerra se perdía…y en España, que la ganaba. Así, los humanistas que discutían sobre el hecho de la guerra, y en concreto Juan Ginés de Sepúlveda señala que no se debe hacer injuria a los inocentes, y llega a otras conclusiones más complicadas, como es la de determinar quienes deben obedecer a otros por condición natural.

Por su parte, Las Casas negaba la mayor al afirmar que los indios no eran súbditos de España;

porque son paganos y tienen en sus propios reinos soberanos legítimos y libres; luego, no podemos darles leyes. Pues nadie puede imponer una ley a otros si no son súbditos suyos. (Las Casas, Apología: 321)

No cabe duda que la Controversia de Valladolid abrió un amplio campo al pensamiento jurídico español, que debatió (y tal vez sigue debatiendo) aspectos que son de un profundo calado.

En ese orden de cosas, Sepúlveda señala aspectos que dan profundamente que pensar y ponen en tela de juicio muchos principios, no sólo jurídicos, sino también políticos y sociales y filosóficos; por ejemplo, al afirmar que;

es justo, conveniente y conforme á la ley natural que los varones probos, inteligentes, virtuosos y humanos dominen sobre todos los que no tienen estas cualidades. (Sepúlveda)

Lo que parece esencial de la Controversia de Valladolid es el reconocimiento de derechos jurídicos en los indígenas; algo que contrasta manifiestamente con el trato brindado por los europeos a quienes cayeron bajo su dominio y que conocieron la máxima de que “el mejor indio es el indio muerto”, afirmación proclamada tres siglos después de la Controversia de Valladolid. Por el contrario, los juristas españoles sentenciaban que el Derecho Natural es de todos los hombres.

No cabe duda que el desarrollo de la Junta de Burgos significó un hito sin precedentes en el Derecho Internacional ya que fue la primera vez en la historia de la Humanidad en la que un pueblo conquistador puso a discusión su derecho a acometer una conquista que estaba llevando a efecto.

          En base a los derechos naturales, Sepúlveda justifica la Conquista y hasta la servidumbre de los indios, aspecto éste que no deja de chirriar a los oídos de un humanista. Es en este aspecto en el que la Corona no podía transigir. Sin embargo, si el fin defendido no podía ser asumido, los argumentos utilizados si entraban más en el espíritu de la Corona. Con esos argumentos se podía avanzar, no en la servidumbre de los indios defendida por Sepúlveda, sino en su libertad, presumiblemente defendida por Las Casas.

          Señala aspectos que dan profundamente que pensar y ponen en tela de juicio muchos principios, no sólo jurídicos, sino también políticos y sociales; por ejemplo, al afirmar que;

Es justo, conveniente y conforme á la ley natural que los varones probos, inteligentes, virtuosos y humanos dominen sobre todos los que no tienen estas cualidades. (Sepúlveda)

Este extremo era respondido por Las casas argumentando la libertad natural.

Ningún pueblo libre puede ser obligado a someterse a un pueblo de mayor  cultura, aunque tal sumisión pueda producirle un gran beneficio. (Las Casas, Apología: 38)

          Pero Las Casas, además de señalar algún argumento sólido que incita a la reflexión, llega a decir que en muchos aspectos, entre ellos de las artes mecánicas, debían ser preferidos los indios al resto de los habitantes de la Tierra, y remarca la facilidad de aprendizaje en otras artes.

En su ardorosa defensa del indio, Las Casas usa unos argumentos que chocan frontalmente con los argumentos que él mismo utiliza contra otras sociedades, y en su “Apología”, niega la potestad de cualquier tipo de autoridad a corregir, no ya la infracción de las leyes positivas, sino la infracción de las leyes del mismo derecho natural.

Niega que sea guerra justa la aplicada sobre quienes matan prisioneros para comérselos (Las Casas, Apología: 220), y afirma que la costumbre es admisible.

          Queda señalado que la Junta no produjo una sanción final, sin embargo, Carlos I recibió informe del Consejo de Indias de 3 de Julio de 1549, que destacaba;

los peligros tocantes a lo corporal y a lo espiritual de los indios, que llevaban consigo las conquistas, eran tan grandes, que ninguna nueva expedición debía ser autorizada sin el permiso expreso del Consejo. (Manero Salvador, Ana)

          En base al mismo, el treinta y uno de diciembre de 1549 ordenó interrumpir las labores de conquista, y en 1556, se publicaron Instrucciones en las que se afirmaba que sólo se podía hacer la guerra en legítima defensa.

Y Sepúlveda también notó en su persona las consecuencias de la Controversia, pues fue víctima del nepotismo de Fray Bartolomé quién abogó por que la obra de Sepúlveda fuese debidamente acallada. Eso solicitaba en el prefacio de su “Apología”, y como tenía el necesario apoyo de la Corona, lo consiguió.

Lo que al fin es destacable es el espíritu de la Controversia, que salvando las enormes e irreconciliables diferencias existentes entre las dos concepciones, acabó sentenciando que;

la libertad es un derecho inherente al hombre necesariamente y desde el principio de la naturaleza racional, y es por eso de derecho natural (…) existe idéntica libertad natural para todos. (Manero)

 Ese principio acabaría imponiéndose, reafirmando la actitud ya iniciada por los Reyes Católicos.

Cesáreo Jarabo

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