
Después de la batalla de Guadalete los vencedores de la misma, Tariq y Musa, fueron llamados para rendir cuentas a Damasco por el califa al-Walid en el año 714, una vez allí, no volvieron a al-Ándalus. Por este motivo, Musa, dejó como su sucesor a su hijo ´Abd al-´Aziz nombrándolo gobernador de al-Ándalus. Este cargo no era un beneficio hereditario, la potestad la tenía el califa omeya para nombrar a los gobernadores de provincia, pero en este caso el hijo de Musa realizó su mandato (713-716). El gobierno fue breve, no llegó a tres años, y se dedicó fundamentalmente a afianzar el dominio musulmán, que a su padre no le dio tiempo, pero para eso necesitaba hombres, ya que gran parte de los que habían entrado con Musa, se volvieron con él a Damasco. Las nuevas aportaciones humanas se fundamentaron en bereberes del Magreb, a los que había que pagar sus servicios o darles tierras. Para conseguir esto, se aumentaron los ingresos estatales y se impuso un diezmo a la población musulmana, lo que provocó un malestar que acabó con el asesinato de ´Abd al-´Aziz.

Antes de que se produjera su asesinato, ´Abd al-´Aziz, reanudó la actividad militar y se dirigió hacia la zona galaico-portuguesa y Cataluña, saqueando y sometiendo por donde pasaba. A su muerte se tuvo que designar a un nuevo Wali -gobernador de la provincia-. Aun pareciendo que al-Ándalus había conseguido una autonomía con el gobierno de ´Abd al-´Aziz, no dejó en ningún momento de ser independiente, desde el punto de vista político-administrativo, del gobernador de Ifriqiya (zonas costeras del oeste de Argelia, Túnez y Libia), al menos hasta que se designó como nuevo Wali a al Hurr.

Para poder llevar bien su cargo, al Hurr, se dotó de un contingente de 7.000 hombres. Redistribuyó las tropas y esto le permitió restaurar en Al-Ándalus la autoridad del gobernador de Ifriqiya, al mismo tiempo que consiguió la capitulación de Pamplona, Huesca y Barcelona. Para dejar clara la dependencia de Ifriqiya cambió la capital de la nueva provincia de Sevilla a Córdoba. Esta dependencia se rompió con el califato de ´Umar ben ´Abd al-´Aziz que segregó de Afriqiya a al-Ándalus. La medida iba encaminada a conseguir una única comunidad en la que se integrasen los árabes con los bereberes y los conversos hispánicos. Aunque la verdadera intención del nuevo Wali fue la de garantizar el cobro del impuesto (el quinto) para el califa, lo que le llevó a investigar por los derechos de las propiedades que pedían los baladíes – los primeros que se asentaron en al-Ándalus-, y para ello hizo un catastro de al-Ándalus. Esta medida provocó una reacción entre los primeros invasores por temor a que les fueran arrebatadas sus tierras; llegaron incluso a enviar una comisión al califa para que intercediese por ellos.

El resultado fue satisfactorio porque el califa ´Umar ratificó las concesiones que les había hecho Musa, y ordenó que se les expidieran documentos que lo formalizasen. La generalización del cobro del quinto fue un factor importante para la organización de la administración tributaria, y de esta manera se aumentó la recaudación. La realidad es que esto no fue más que un espejismo temporal, ya que al-Ándalus volvió a integrarse en Afriqiya y al suceder esto, el malestar entre bereberes e hispano-visigodos aumentó de forma considerable debido al nuevo incremento de impuestos. Los españoles no estaban dispuestos a ponérselo nada fácil al nuevo Wali ´Anbasa ben Suhaym al-Kalbi (721-726), y derrotaron a sus tropas en Covadonga en el año 722. Esto le generó dos problemas: el primero el afianzamiento de Pelayo como líder local, el segundo la pérdida de cobro de impuestos entre los seguidores del nuevo caudillo.

Con la muerte de este Wali, comienza en al-Ándalus una época de poca relevancia, ya que las miradas se dirigen hacia las Galias. Aquí se había reanudado la guerra contra el infiel (yihad) y sucedió el enfrentamiento con las tropas de Carlos Martel, donde murió el Walí al-Gafiqi en la batalla de Poitiers en el año 732. Desde los inicios se venían incubando dos aspectos esenciales en la historia de al-Andalus: las rivalidades entre los distintos clanes árabes, los Qaysíes (árabes del norte) y los Kalbíes o Yemeníes (árabes del sur), cuyos orígenes ya existían en la Arabia preislámica, y así lo trasladaron a nuestra Península, y a aparte de esta rivalidad también estaba la de los árabes con los bereberes del norte de África, cuando estos se dieron cuenta de que los principios del islam no afectaban a todos por igual. Por este motivo, los bereberes comenzaron a mostrar actitudes belicosas a ambos lados del Estrecho, y a estas actitudes se les fueron sumando los conversos hispanos (muladíes). Aun así, el asentamiento musulmán no se resintió.

José Carlos Sacristán
Estimado Francisco,
Las crónicas más antiguas que hacen referencia a la figura de Pelayo, que son la Crónica Albeldense y la de Alfonso III, en sus dos versiones: la Rotense y «a San Sebastián «, no hacen mención explícita de la fecha de la batalla. La crónica más cercana a los hechos que es Mozárabe del 754, tampoco le pone fecha. Fue a partir de los año treinta del siglo pasado cuando Claudio Sánchez Albornoz estudió de forma profunda los inicios de Pelayo y su insurrección cuando postuló que el levantamiento inicial se daría en 718, coincidiendo con el mandato de al-Hurr, pero los musulmanes no atendieron este levantamiento por estar encargados de aplacar otras revueltas y asuntos de mayor relevancia. Por este motivo, la respuesta musulmana, por parte de Alkama, se retrasó hasta 722.
Estos son los datos más fiables que tenemos a día de hoy corroborados por la Real Acadrmia de Historia. Confío en que la respuesta te ayude a completar tu información.
Un cordial saludo.
Buenas tardes, José Carlos:
¿Por qué hoy en día se cuestiona la fecha del 718 para la Batalla de Covadonga? Yo siempre, hasta ahora, había leído y estudiado que se produjo en esa fecha. Sin embargo, ahora unos dicen el 718 y otros el 722.
Me encantaría me pudieses explicar este tema de las fechas.
Un saludo,