Cuando nos referimos a Madrid, durante la Guerra de Independencia contra los franceses, el recuerdo de la mayoría se queda en la gesta del 2 de Mayo de 1808, y la represión napoleónica de la siguiente jornada, fusilamientos del 3 de Mayo. Estos episodios, tan bien reflejados literaria y pictóricamente, han dejado relegado a un segundo plano lo que ocurrió siete meses después en el mismo escenario: “Madrid resiste a Napoleón”.
Tras los sucesos de Mayo de 1808, y siguiendo el bando de Andrés Torrejón, Alcalde de Móstoles, el pueblo español se organiza para resistir al invasor francés. Esta organización se plasma en toda una serie de Juntas locales, comenzando por la ciudad de Cartagena que aglutinó la Marina Española. Fue a partir de este momento cuando España se organizó militarmente. En junio, la Junta de Sevilla, publica un texto de declaración formal de guerra. De Despeñaperros hacia el sur, las Juntas controlan la situación, y Castaños derrota a Dupont en Bailén el 19 de Julio.
En Madrid, José I Bonaparte que había llegado el 20 de Julio, huye hacia Vitoria, tras la victoria del General Castaños. Se produce un cierto vacío de poder, no obstante la entrada de Castaños en la capital, y la formación de la Junta Suprema Central, presidida por el Conde de Floridablanca, en Aranjuez.
Mientras se producen estos acontecimientos en España, Napoleón, enterado de los mismos, organiza la Grande Armée en Francia. A primeros de noviembre el emperador entra en España con más de 250.000 hombres y, tras sus victorias en Espinosa de los Monteros y Somosierra, se planta en Madrid. La Junta Suprema Central evacua Aranjuez camino de Andalucía. El Ejército del Centro está derrotado y surgen los motines en sus filas. Madrid resiste. La Historia pasa de puntillas sobre esta resistencia. Es muy poco conocida, pero existió. No tuvo el mismo carácter épico que los sucesos de Mayo. No existieron héroes como Daoiz, Velarde, Manuela Malasaña, Clara del Rey, todos muertos en Mayo, pero Diciembre de 1808 tuvo su heroísmo madrileño. No fue de la magnitud del de Zaragoza o el de Gerona, pero lo hubo.
No existen muchos datos, ni nombres de la resistencia, pero se sabe que Madrid hizo frente a Napoleón. Sabemos que, el Marqués de Castelar y don Fernando de la Vera y Pantoja, encomiendan la defensa de la ciudad a don Tomás de Morla y Pacheco, prestigioso artillero, autor del “Tratado de Artillería para el uso de Caballeros Cadetes del Real Cuerpo de Artillería”, seguido en gran número de academias militares. La guarnición de Madrid no contaba con más de quinientos soldados regulares, a la que se les añadió escasos tres mil voluntarios del alistamiento que se había realizado el 7 de Agosto. Enfrente, el mismo Emperador con más de cuarenta mil militares.
La batalla debió ser dura, a resultas de los destrozos de la artillería napoleónica. Las baterías francesas emplazadas en el Retiro incendiaron y destruyeron lo que fue el Palacio del Buen Retiro. Las tropas españolas aguantaron una gran lluvia de proyectiles, en un desigual combate, tanto en efectivos humanos como materiales. El general Morla, finalmente, capituló, tras más de dos días de intenso bombardeo. Era consciente de la imposibilidad de resistir más de lo que habían resistido.
Don Tomás de Morla fue considerado un cobarde y traidor, y murió en el olvido. Para muchos madrileños y españoles, fue el responsable de que este episodio de la Historia de España no haya sobrevivido como gesta histórica del mismo modo que el 2 de Mayo de 1808. Sin embargo, evitó la gran carnicería que los dragones franceses hubieran infligido al pueblo de Madrid y sus milicias.
Francisco Iglesias