DOS PAPAS ESPAÑOLES, DÁMASO Y CALIXTO

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Al mencionar “Papas españoles “ siempre acuden a la mente Alejandro VI y el Papa Luna, sin embargo, España y concretamente Gallaecia, es decir, Galicia y Xátiva del reino de Valencia, vieron nacer, respectivamente, a dos españoles que alcanzaron el pontificado. Se trata de un santo, Dámaso I, papa 37º y de Calixto III, Papa 309º.

Muerto san Liberio el 24 de septiembre de 366, Dámaso fue elegido Papa, el 1 de octubre del 366, a los 62 años de edad y consagrado por Lorenzo, obispo de san Lorenzo in Lucina, Roma, iniciando un pontificado que se prolongó 18 años, 2 meses y 11 días. Su labor como papa fue sumamente fructífera, con la ayuda como secretario de san Jerónimo. Durante su pontificado se produjo la fractura del Imperio romano y su división como Oriente y Occidente. Ello propició que Dámaso se convertirse en una especie de mediador entre los dos emperadores, siendo la Iglesia el punto de unión de ambos imperios.

En el sínodo del año 374, expidió un decreto en el cual se hizo un listado de los libros canónicos del Antiguo y Nuevo Testamento. Por ello, le pidió al historiador Jerónimo de Estridón, es decir, a san Jerónimo, utilizar este canon y escribir una nueva traducción de la Biblia que incluyera un Antiguo Testamento de 46 libros y el Nuevo Testamento con sus 27 libros. Jerónimo viajó entonces a oriente para hacer vida eremítica y volvió años después a Roma, pasando durante algún tiempo a ser su secretario particular. Finalmente fue en el Concilio de Roma del año 382, comandado por el papa Dámaso I, cuando la Iglesia Católica instituyó el Canon Bíblico con la lista del Nuevo Testamento de San Atanasio y los libros del Antiguo Testamento de la Versión de los LXX; esta versión fue traducida del griego al latín por San Jerónimo por encargo del mismo papa San Dámaso I, que en la práctica sería la primera Biblia en el sentido concreto y pleno de la palabra, que es conocida como la Vulgata. Biblia que fue aprobada en el concilio de Trento en 1546, sustituyendo a la Vetus Latina, e introduciendo el latín como lengua principal del culto.

La intensa relación entre ambos santos, Dámaso y Jerónimo, ha llegado hasta nosotros merced a la correspondencia que durante diez años intercambiaron ambos, de la cual se conservan dos cartas de san Dámaso y seis de su secretario san Jerónimo.

Así mismo, introdujo la voz hebraica «aleluya», así como el Gloria Patri, como actualmente se reza. Impuso una política de no cesión ante las surgidas herejías considerando a todos los movimientos mágicos, irracionales o contrarios a la autoridad eclesiástica. Para lograr sus objetivos desarrollo una estrategia configurada en cinco brazos: Unificar los documentos sagrados, perseguir y condenar interpretaciones doctrinales erróneas, lograr el apoyo del Emperador, excomulgar los heréticos y centralizar el poder eclesial en la figura del Papa.

San Dámaso fue el iniciador de la construcción de la basílica san Lorenzo Extramuros, conocida como «Casa de Dámaso», dedicada al diacono martirizado. En dicha basílica vivió desde el año 380, para instalar en ella los archivos de la iglesia romana. También ordenó construir un baptisterio en honor de san Pedro, que todavía se conserva en las criptas vaticanas.

Dámaso muere el 11 de diciembre del año 384, a los 80 años. Según Liber Pontificalis fue enterrado junto con su madre y su hermana en una de las catacumbas de las iglesias que había hecho edificar entre los cementerios de Calixto y Domitilla en el camino de Ardea, hoy conocida como Vía Ardeatina o Vía Argentina, en la tumba que él mismo se había preparado alejada de las cenizas de los mártires. Sobre su sepulcro se construyó la Basílica de San Dámaso. Sin embargo, sus restos fueron trasladados a la Iglesia de San Lorenzo antes de que la basílica fuera destruida. Los epitafios de San Dámaso sobre las tumbas de los mártires en las catacumbas se han conservado muy bien y de varios santos lo único que sabemos se debe a lo que él escribió sobre sus tumbas. Así por ej. de San Tarcisio, el mártir de la Eucaristía.

San Dámaso redactó su propio epitafio;

«Yo, Dámaso, hubiera querido ser sepultado junto a las tumbas de los santos, pero tuve miedo de ofender su santo recuerdo. Espero que Jesucristo que resucitó a Lázaro, me resucite también a mí en el último día».

Era excelente poeta, siendo declarado patrono de los arqueólogos

Alfonso de  Borja, futuro Calixto III, nació en Torreta de Canals, cerca de Játiva, en el reino de Valencia, el 31 de diciembre de 1378, siendo único varón de Domingo de Borja, un «llaurador de Xativa», miembro de una familia de la pequeña nobleza de la ciudad, que posiblemente era originaria de la aragonesa villa de Borja, dado que, en aquellos tiempos, y hasta la llegada del Cardenal Cisneros, se solía adoptar como apellido el lugar de nacimiento.

Estudiante de leyes en la Universidad de Lérida, siendo luego profesor en ella, llamó la atención del antipapa Benedicto XIII, quién lo atrajo a su causa dentro del Cisma de Occidente que había provocado en la iglesia. Ese apoyo le valió ser nombrado canónigo de la catedral de Lérida y en 1412 vicario capitular de la diócesis. En este punto se inician unos momentos especiales de su vida. Muerto Benedicto XIII, llamado al servicio de Alfonso V como jurista y diplomático, dio su apoyo a Gil Muñoz como sucesor del Papa Luna, Benedicto XIII, siendo elegido por tres cardenales con el nombre de Clemente VIII. Fue el rey Alfonso V quién envió a Alfonso a Peñíscola para lograr una aproximación a Roma y zanjar la problemática creada por el difunto Papa Luna. Efectivamente la intervención de Alfonso de Borgia supuso la renuncia del Papa Clemente y el sometimiento al Papa Martin V, finalizando con ello el Cisma de Occidente merced a los buenos oficios del dicho Alfonso. Su tocayo, el rey le nombró en agradecimiento obispo de Valencia en 1429.

Siendo consejero del papa Nicolas V, a su muerte, en 1455 fue elegido Papa, merced a sus circunstancias personales, avanzada edad y neutral en las disputas que enfrentaban a los Colonna y a los Orsini. Proclamado Sumo Pontific el 8 de abril de 1455, una de sus primeras decisiones fue canonizar a su paisano san Vicente Ferrer del que se dijo que le había profetizado la elevación a «la más alta dignidad a que puede llegar un hombre mortal». 

Su elección no fue bien recibida por los romanos, temerosos de que la influencia aragonesa se incrementase. Sin duda Calixto III favoreció estos temores, dado que se rodeó de sus más directos allegados, comenzando por sus tres sobrinos favoritos: Rodrigo de Borja, futuro papa Alejandro VI, obispo de Gerona y de Valencia, vicecanciller de la Iglesia, y Juan Luis del Milá, obispo de Segorbe, hechos cardenales en 1456, y Pedro Luis de Borja, designado capitán general de la Iglesia.

Su mayor interés como Pontífice era la pacificación de Italia y la reconquista de Constantinopla, en manos turcas desde 1453. El 15 de mayo de 1455 proclamó una bula de cruzada, mandando legaciones a Inglaterra y Alemania, Francia, Portugal y especialmente a Aragón. Así como a Hungría y Polonia a donde mandó como legado al cardenal Juan Carvajal. Para sufragar los gastos vendió su vajilla de oro y plata y objetos de arte al rey de Nápoles. En Julio de 1456, un ejército reclutado por Juan Carvajal y Juan de Capistrano y dirigido por Juan de Huyadi, jefe húngaro, logró levantar el cerco de Belgrado, logrando que el sultán turco, Mohamet II, levantase el sitio.

En 1456 creó una comisión que anuló el juicio habido en 1431, por el cual se había condenado a Juana de Arco, declarándola inocente de los cargos de brujería por los que había sido quemada en la hoguera. Así como los franceses le deben tal reconocimiento de su heroína, igualmente los portugueses están en deuda con Calixto III al haberles concedido la exclusividad de navegación a lo largo de la costa africana.

Al fallecer Alfonso V de Aragón dejó el reino de Nápoles a su hijo Ferrante I. Los romanos por su parte ofrecieron el trono a René d,Anjou, conde de Provenza. Fue en tales circunstancias cuando Calixto III se aprovechó para hacer valer los derechos feudales de la Iglesia sobre el reino. La Santa Sede estudió los derechos de cada uno de los candidato para, mediante la bula de 12 de julio de 1458, reclamar para ella los derechos, ordenando a los napolitanos que no jurasen lealtad a ninguno de los dichos candidatos. Incluso llegó a enviar a su sobrino Pedro Luis de Borja a luchar contra Ferrante, reconocido como rey de Milán y Florencia.

La muerte de Calixto III el 6 de agosto, día de la fiesta de la Transfiguración precisamente instituida por él, puso fin a la contienda.

Fue un pontificado completamente distinto al de su predecesor Nicolás V, espléndido mecenas, con un austero estilo de vida, llegando a ordenar que los candelabros de plata de la capilla se sustituyesen por otros de plomo. Fue poco apreciado por los humanistas, llegando a ser acusado de dispersar la biblioteca dejada por Nicolás V e incluso de ordenar que las campanas de las iglesias tañesen todos los días a mediodía contra la amenaza que representaba el cometa Halley, visible en 1456. Lo cierto era que la bula de 29 de junio de dicho año decretaba tal tañido de campanas, sin tan siquiera nombrar al cometa, pretendiendo recordar al pueblo el peligro turco y la necesidad de la cruzada.

Francisco Gilet

Bibliografía

«San Dámaso | InfoVaticana».11 de diciembre de 2015

Historia de los papas, Juan María Laboa Gallego

Historia de los Papas, John W. O’Malley

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