El historiador y cronista mayor del Reino de Aragón, Jerónimo Zurita, nació en Zaragoza el 4 de diciembre de 1512. Su padre, el doctor en Medicina, Miguel Zurita, fue médico de cámara del rey Fernando II de Aragón, así como del emperador Carlos. Zurita inició sus estudios en la Universidad de Alcalá de Henares, siendo condiscípulos suyos el futuro Cardenal Cisneros, León de Castro, y Francisco y Juan de Vergara. Aprendió con alto nivel griego, latín, así como varias lenguas modernas, francés, italiano y portugués, e incluso el catalán. Eran los tiempos en los cuales el rey Fernando regentaba una monarquía que contemplaba grandes territorios, tanto próximos como alejados del reino de Aragón.
En 1530, merced a la intervención de su padre, fue nombrado magistrado de la ciudad de Barbastro, luego baile de Huesca. La ascensión en la carrera de Zurita, merced a su preparación y esfuerzo, fue continua. En 1537 fue nombrado asistente-secretario de la Inquisición, pasando al servicio del Cardenal Juan Tavera, miembro del Consejo de Estado, inquisidor general y arzobispo de Toledo..
Las Cortes de Aragón crearon el cargo de cronista del Reino en 1547; el acto de corte, la normativa, era precisa: “Por falta de scripturas, los hechos y cosas antiguas del Reyno de Aragon, estan olvidadas: su Alteza de voluntad de la corte estatuece, que se de un salario, qual pareciere a los Diputados, a una persona experta, sabia, y provida en Coronicas, y Historias, natural del Reyno de Aragon: el qual tenga special cargo de screvir, recopilar, y ordenar, todas las cosas notables de Aragon, assi pasadas, como presentes: según que a Coronicas de semejantes Reynos conviene”. Ya en 1548 recayó en su persona el nombramiento de cronista del reino de Aragón para, en 1566 nombrarle Felipe II secretario del concilio de la Inquisición, Secretario de su Consejo y Cámara, ocupándose por delegación de todo cuanto asunto tuviese la importancia suficiente para precisar de la firma del Rey
Fue en enero de 1561 cuando recibe la sinecura de Zaragoza, tomando la decisión de renunciar a todos sus anteriores cargos para dedicarse exclusivamente a la composición de sus famosos Anales de la Corona de Aragón. Tal decisión trajo consigo el inicio de una magna obra a la cual dedicó Zurita treinta años. Arrancan los Anales en el periodo islámico de Reino de Aragón para llegar al reinado de Fernando el Católico. El primer volumen se publicó en 1562 y el último el 22 de abril de 1580, año en el cual, el 3 de noviembre falleció Jerónimo Zurita.
Aunque el título de los Anales alude a la corona de Aragón, su contenido contempla a otros reinos peninsulares, llegando hasta Portugal. La Historia de Aragón, también gozó de la atención de Zurita, en su Indices rerum ab Aragoniae regibus gestarum, editada en 1578. Se trata de una crónica de los reyes de Aragón hasta Martín I el Humano, a la que se adjunta la Historia de Sicilia, escrita por Godofredo Malaterra y otros historiadores. A la misma temática pertenece Progresos de la Historia en el reino de Aragón, editada en 1580. La atención que presta Zurita a la figura de Fernando el Católico se contiene en el último período de los Anales, profundizando en la figura y gobernanza llevada a cabo por el rey Católico, fundador del Estado moderno.
En Enmiendas y advertencias en las crónicas de los reyes de Castilla que escribió don López de Ayala, editada en 1683, Zurita critica las crónicas de Lopez de Ayala relativas a los reyes Pedro I, Enrique II, Juan I y Enrique III de Castilla.
El estilo de Zurita puede parecer austero, pero es indiscutible su calidad como cronista moderno, con un método historiográfico riguroso. Así, no se contentó con trabajar con los archivos de Aragón, sino que buscó fuente en los Países Bajos, Nápoles, Roma y Sicilia, buscando la documentación fidedigna. También dedicó su esfuerzo al estudio de los autores clásicos, con enmiendas y comentarios de Julio Cesar, a Claudiano, a Salustio o a Plinio. Una traducción del De consolotione de Boecio y una Cantabria, con descripción de sus reales límites. De Zurita llegan a conocerse trabajos y escritos por la simple referencia que hacen algunos de los autores comentaristas de su obra. Fue tan amplia ésta que llegó a tratar con Antonio Agustín, futuro arzobispo de Tarragona, cuestiones de numismática antigua, epigrafía, heráldica, genealogía, e incluso temas relacionados con territorios tan alejados como China.
El primer cronista oficial de Aragón contrajo matrimonio en 1573 en Valladolid, con Juan García de Oliván, hija del secretario de la Inquisición, con la cual tuvo cinco hijos, de los cuales solamente la última, Juana, contrajo matrimonio, mientras los otros entraron todos en religión.
Ya en su tiempo tuvo detractores y apologistas; entre los primeros Lorenzo de Padilla, arcediano de Ronda y canónigo de Málaga, combatido por Felipe de Guevara, comendador de la Orden de Santiago. El Consejo de Castilla pidió un informe al cosmógrafo y escritor de historia Alonso de Santa Cruz, quien le atacó de modo virulento, diciendo que seguía a autores fabulosos y que mentía en cuanto decía; surgieron inmediatamente sus defensores, como Ambrosio de Morales, cronista de Felipe II, Juan Páez de Castro y el obispo Diego de Covarrubias, que se fijaron concienzudamente en su trabajo y doctrina, mantenida hasta su muerte, de aplicar el principio aprendido de los clásicos de que la Historia era “Lux veritatis”, acompañada con “testis temporum, vita memoriae, magistra vitae, nuntia vetustatis”; según afirma Cicerón, en su De Oratore; así como de la aplicación de otro de ecuanimidad expuesto en los Annales de Tácito, para quien el estudio histórico debía realizarse “sine ira et studio”, es decir con lejana imparcialidad, con una estricta duda sobre todo cuanto no se encontrase reflejado en documentación fiable.
“Su obra fue admirada, en general, por sus coetáneos, sirviendo de modelo a sus sucesores en el cargo y a otros escritores de temas históricos o a multitud de juristas que se movían dentro de las necesidades del conocimiento de acontecimientos para los diversos problemas del mundo del Derecho; posteriormente ha merecido ser reeditada e incluso empleada como fuente, por lo que no resulta extraño ver en estudios históricos actuales diversas citas para comentar los hechos a los que se refiere, ya que puede tenerse la garantía de que proceden de fuentes primarias que actualmente no existen o no están localizadas. Una parte de su correspondencia y diversos manuscritos de sus trabajos u obras de su biblioteca, en ocasiones anotadas, se conservan actualmente en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia de España, así como otros documentos en diversos fondos, como son la Biblioteca Nacional de España, la Biblioteca del Monasterio de El Escorial y el Archivo de la Diputación Provincial de Zaragoza”. (RAH)
Francisco Gilet
Bibliografía
Gastón Pérez, Jesús, «Y los cronistas de Aragón… ¿qué se fizieron?
P. Rassow, “Fuentes de Zurita”
Revista de Historia Jerónimo Zurita
R. del Arco, “Elaboración de los Anales de Zurita”,