Algunos personajes permanecen como retraídos en el cúmulo de hombres, mujeres, acontecimientos, triunfos y fracasos, que han ido pergeñando la historia de nuestra patria desde haces siglos. Son hombres y mujeres que precisan, en alguna medida, del reconocimiento expreso de sus servicios al Reino, al Imperio o, simplemente, a su rey. Algunos son simples prohombres, otros surgidos de la casta noble, otros hechos a si mismos, con esfuerzo y entrega. Son los soldados sin nombre, en ocasiones, pero que recogieron el mérito en un banderín o una enseña. No es este el caso de nuestro personaje, Alejandro Farnesio, III Duque de Parma, de quién, en 1956, tomó nombre el creado cuarto tercio de la Legión Española, para ser conocido como Tercio Alejandro Farnesio.
Alejandro Farnesio, nació en Roma el 27 de agosto de 1545, siendo hijo de Octavio Farnesio y de Margarita de Parma, hija ilegítima de Carlos I, por lo tanto sobrino del rey Felipe II y de su hermanastro don Juan de Austria. Acabamos de mencionar, sin apercibirnos casi, cuatro nombres que dieron esplendor a España, más allá de nuestras fronteras, que alcanzaban los cuatro continentes.
Nombrada su madre Margarita, gobernadora de los Países Bajos, Alejandro abandonó sus estudios en la Universidad de Alcalá, cursados juntamente con Carlos, hijo de Felipe II, y con don Juan. Debieron trascurrir varios años en aquellas rebeldes tierras para que el futuro Duque demostrase su valía en el arte de la guerra, e incluso en el de la diplomacia. En 1576 Juan de Austria fue enviado como gobernador y al año siguiente Alejandro Farnesio, con 31 años, fue destinado como comandante del ejército y al frente de los Tercios, a prestar ayuda a su tío.
Así en enero de 1578 causó estragos entre el ejército protestante en la batalla de Gembloux. Estos fueron los hechos. Acontecido el fracaso del Edicto Perpetuo, como medio para mantener las provincias holandesas bajo la soberanía española, los Estados Generales habían creado un ejército para oponerse a las tropas españolas al mando de Alejandro Farnesio. Sitiando Namur los españoles, el ejercito de los Estados Generales se dirigió hacia Gembloux, El 31 de enero, las tropas de don Juan avistaron al ejército holandés. Fue enviada la caballería para que acosara la retaguardia, pero sin entablar combate alguno hasta que el grueso del ejercito les alcanzase. Sin embargo, Alejandro Farnesio se apercibió que las tropas enemigas flaqueaban a las primeras de cambio, por lo que decidió lanzar a la caballería contra la enemiga. Esta se desmoronó rápidamente y en su huida chocó y desorganizó a su propia infantería. En hora y media el ejército de los Estados Generales fue completamente aniquilado. Don Juan hizo ejecutar a varios millares de soldados capturados.
En octubre de dicho año, don Juan de Austria murió de tifus, no sin antes recomendar a Felipe II que nombrase gobernador de los Países Bajos a Alejandro Farnesio, cosa que efectivamente hizo. Y en tal función Farnesio demostró que a sus dotes de estratega militar unía las de diplomático. En enero de 1579, con la Unión de Arrás logró el retorno a la soberanía de Felipe II las provincias del sur, obedientes a Guillermo de Orange, aunque las otras rebeldes abjuraron definitivamente de la corona española mediante la Unión de Utrecht, nombre de nefasta memoria para España. Los siguientes años, aseguradas las provincias de Hainaut y Artois, contemplaron las reconquistas de Brabantes y de Flandes, mientras las restantes caían bajo el control español, hasta llegar a Amberes, en 1584. Su asedio requirió de toda la sabiduría militar de Alejandro, así como la fortaleza de sus tropas. Completado el cerco, la ciudad se rindió el 15 de agosto de 1585. Con tal éxito todas las provincias del sur de Holanda y Zelanda retornaban al dominio del rey Felipe.
Convertido en duque de Parma por el fallecimiento de su padre, en 1586, solicitó permiso real para ausentarse a fin de trasladarse a visitar las tierras del ducado. Sin embargo, para el rey Felipe era insustituible, por lo cual le denegó el permiso. Había llegado el momento de preparar la invasión de Inglaterra. Son los tiempos de la «Grande y Felicísima Armada». Flota que llegó a Sluis en 1587, después de conquistada, junto con Ostende, por Alejandro. El desastre de la Armada hizo que el duque de Parma se instalase en Dunquerque.
El 1 de agosto de 1589 el rey francés Enrique III, introductor de la servilleta y el tenedor, fue apuñalado por Jacques Clément, fraile dominico perteneciente a la Liga Católica. Falleció al día siguiente y su primo Enrique de Navarra, hugonote, fue su sucesor con el nombre de Enrique IV. Ante los enfrentamientos entre católicos y hugonotes, el ejército de Alejandro fue destinado a combatir en apoyo de los católicos de la Liga, enfrentados a Enrique IV, el de «Paris bien vale una misa».
Alejandro Farnesio, asedió Caudebec el 25 de abril de 1592, donde un disparo de mosquete le hirió. Retirado su ejército a Flandes, su salud empeoró, falleciendo la noche del 2 a 3 de diciembre de 1592, en la Abadía de Saint-Vaast, de Arrás, a la edad de 47 años. Finalmente llegó a Parma, en cuya iglesia de Santa María de Steccata reposan sus restos de quien fue Gobernador de los Países Bajos, Maestre de Campo General, Capitán General del ejército de Flandes, Capitán General del Ejército invasor de Francia y III Duque de Parma.
Francisco Gilet.
Bibliografía
Martínez Laínez, Francisco (2007). Un pica en Flandes:La epopeya del Camino Español.
Rubio, Julián Mª (1939). Alejandro Farnesio: príncipe de Parma. Zaragoza