El asedio de Melilla

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Gobernador Juan Sherlock

Inglaterra, envidiosa del florecimiento del Imperio español desde  su mismo surgimiento, siempre estuvo dispuesta a provocar todos los males posibles para el Tesoro americano que, lamentablemente, no fue debidamente aprovechado por parte de la Corona española y sus diferentes validos y ministros, con las naturales excepciones, por descontado. Y dentro de ese contexto, nos hallamos con el desastre que les significó a los ingleses el Asedio de Melilla.

El sultán marroquí Mohammed III y los argelinos decidieron la conquista de las plazas cristianas del norte de África.En 1773 sultán envió al comandante de artillería Sidi Tahar Fenis como embajador a Gran Bretaña para adquirir material bélico. El bloqueo de Melilla se inició el 9 de diciembre de 1774, para finalizar el 19 de marzo de 1775. El sultán marroquí el 19 de septiembre de aludido año había mandado una carta a Carlos III expresando que la paz entre ambos paises solamente sería posible por mar. La respuesta de Carlos III fue inmediata, el 23 de octubre de 1774 declaró la guerra al sultanato.

Mientras el bloqueo naval se llevaba a cabo por el ejército del sultán Mohammed ben Abdalah, representando al sultanato de Marruecos, los británicos y mercenarios argelinos atacaban la fortaleza española de Melilla, esta era defendida por una escasa guarnición comandada por el gobernador Juan Sherlock. Tal guarnición estaba integrada por el Regimiento Fijo de Melilla, y las compañías a las órdenes de los Capitanes Antonio Manso y Vicente de Alva, junto con destacamentos para el manejo de las piezas de artillería de hierro, completamente antiguadas. Previamente, durante los meses de septiembre y octubre de 1774, como consecuencia de la carta del sultán de Marruecos, una comisión a las ordenes del mariscal de campo Luis Urbina Caneja con algunos ingenieros, acudieron a Melilla para emitir un informe sobre el estado de las defensas de la plaza. Consecuencia de ello fue que Carlos III ordenó reforzar la defensa de Ceuta y de Orán, a la cual se unió Melilla cuando se tuvo conocimiento en noviembre de las intenciones del Sultán.

Carlos III envió a Melilla al mariscal español Juan Sherlock, de ascendencia inglesa, como comandante general, reforzando la guarnición. La cual tuvo que hacer frente desde el dicho 9 de diciembre a un ejército de entre 30.000 y 40.000 musulmanes, incluidas entre ellas la famosa Guardia Negra que en número de 2.000 escoltaban al propio Sultán, y que eran famosos por su crueldad, También contaba con el refuerzo de artillería británica, manejada por artilleros de dicha nacionalidad venidos exprofeso para el asedio. Fue el marinero Juan Trinquini quien, con un jabeque, salió hacia Málaga para solicitar refuerzos, que llegaron el 11 de diciembre mediante un barco francés que, regresó el 16 de diciembre a la península con parte de la población civil.

Finalmente, la defensa de Melilla contaba con 117 cañones nuevos, morteros y el artillero mayor de Carlos III, Tomás de Encuentra. Así mismo, también participaron en la defensa los regimientos de Zamora, Voluntarios de Cataluña, Napolés, Brabante y Bruselas, que con los Reales cuerpos de Ingeniería y Artillería llegaban a un total de 3 251 militares. Para impedir el abastecimiento de las fuerzas de asedio por parte de Gran Bretaña, los capitanes Toni Barceló y José Hidalgo de Cisneros, con dos escuadras, bloquearon el estrecho de Gibraltar, haciendo imposible la llegada de armamento y munición a las tropas musulmanas. Una pequeña guarnición bajo el mando de Florencio Moreno resistió de igual manera al ejército del sultán en el Peñón de Vélez de la Gomera.

En 1775 fue interceptado por la Armada Española un convoy británico, el cual fue capturado, mientras tropas moras presionaban cerca de la frontera oriental de Marruecos y la tropa argelina desertaba. Aquel asedio se prolongó durante cien días habiendo costado a los españoles 117 muertos y 509 heridos. Según cronistas de la época, sobre Melilla se lanzaron 8.239 bombas y 3.129 balas de cañón. Las gentes civiles se resguardaron en las Cuevas del Conventico y de la Florentina, manteniéndose en la primera la imagen de la Virgen de la Victoria.

En el asedio tuvo una fuerte presencia la guerra de minas.

“La guerra de la mina era el método más utilizado en todo el siglo XVIII cuando se trataba de atacar una posición fortificada, especialmente si, como en el caso de Marruecos, no se disponía de una potente artillería de asedio. La mina es una hueco o bóveda que se practica alrededor de las murallas, con el fin de llegar hasta su base y provocar su hundimiento. Para luchar contra las minas se empleaba la contramina, que era una galería subterránea dispuesta para observar al minador enemigo y hacerle inútil su trabajo. Las minas tienen galerías, ramales y hornillos.

Comienzan los trabajos de contraminado del enemigo sobre las minas españolas situadas en La Puntilla, disponiendo inmediatamente la guarnición española la creación de algunos ramales y cortaduras con el fin de detenerles. Una vez localizada la mina enemiga, se procedió a la voladura de un hornillo propio que hizo derrumbarse la mina enemiga, cortándoles el posterior avance hacia las murallas españolas por esa parte. El fallo de la mina marroquí en La Puntilla hizo que centraran sus esfuerzos en el fuerte Victoria, elemento fundamental de la defensa de la Plaza.

Visto que el fuerte de la Victoria se estaba convirtiendo en objetivo principal de los trabajos del enemigo, se decidió colocar una hilera de bombas (trabajo que llevaría a cabo los granaderos del Regimiento de la Princesa) sobre el camino cubierto que une el fortín de San Antonio (situado al lado de Victoria Grande) con aquel del Rosario (en la costa) previniendo de ese modo la voladura de los hornillos por parte del enemigo ya que, de intentarlo se explotarían dichas bombas dejando al descubierto al enemigo en dicha zona y arruinándole sus obras de avance. El 16 de enero efectúan la voladura de uno de los hornillos colocado en el fuerte del Rosario, pero apenas tiene efectos sobre la muralla española. Sus trabajos en otras zonas se paralizan para centrar toda su atención en conseguir destruir la mina española situada entre los fuertes de Victoria Grande y Rosario, mediante la contramina que llevan a cabo desde La Puntilla al Fuerte del Rosario.

Aprovechando la voladura del hornillo, los moros construyeron una trinchera paralela al fuerte Victoria Grande, pero su avance fue muy duro debido al continuo hostigamiento que desde las posiciones españolas se les hacía. Los españoles continuaron reforzando sus contraminas ante este avance enemigo, con la ventaja añadida de que los marroquíes trabajaban por encima de las galerías españolas, permitiendo a éstos volarlas en cualquier momento. El día 28 de enero, los zapadores españoles llegan hasta la mina principal del enemigo donde observan que éste prepara una gran explosión. Sherlock ordena la colocación de hornillos bajo la mina enemiga y el refuerzo del fuerte de Victoria Grande por si acaso. La voladura de uno de los hornillos se efectuó el 31 de enero, arruinando toda la galería enemiga y con gran pérdida de vidas. Al día siguiente se volaron otros dos hornillos colocados bajo diferentes ramales de los marroquíes que, explosionados uno tras otro, lograron causar aún mayor mortandad entre los zapadores enemigos. Tras este éxito español, corrieron rumores de que los zapadores moros se negaban a volver al trabajo, siendo obligados a ello bajo pena de muerte.

Unos días más tarde, el 6 de febrero, los marroquíes volaron una de sus fogatas, arruinando una mina española con la pérdida de 16 hombres. Los españoles reaccionaron rápidamente tapando el hueco existente entre la mina española y la mora, la partida allí enviada entabló un tiroteo con los marroquíes en el interior de la mina, pero lograron cumplir su objetivo. Los españoles decidieron reforzar su sistema de contraminas mediante la construcción de una desde el fuerte del Rosario hasta el de Santa Lucía, previendo que los moros intentaran de nuevo avanzar las suyas en esa zona. El 8 de febrero los españoles explotan otro hornillo destrozando otra de las minas dirigidas contra el fuerte del Rosario. La batalla de las minas contra el fuerte de Victoria Grande y del Rosario había sido ganada por las tropas españolas” (http://ejercitosdeespana.blogspot.com/2010/10/el-sitio-de-melilla-de-1774-75.html).

El 19 de marzo de 1775, se reunieron el gobernador Juan Sherlock y el diplomático musulmán Hamed El Gazel, exponiéndose por este que el Sultán deseaba recuperar las relaciones de amistad, al tiempo que reanudar el comercio en condiciones que le fuesen más ventajosas. Fue el 30 de mayo de 1780 cuando se firmó el Convenio de Amistad y Comercio de Aranjuez entre el embajador Muhammad Utman y el conde de Floridablanca, siendo uno de los puntos principales del tratado el establecimiento de la libertad de comercio para los súbditos españoles en los puertos marroquíes y, recíprocamente, la de los marroquíes en los puertos españoles . La paz había llegado de nuevo entre España y el Sultanato de Marruecos, con la derrota de musulmanes e ingleses, los cuales no sacaron provecho alguno a su aportación de armamento. Trafalgar estaba todavía muy lejos.

Francisco Gilet.

José Luis Blasco López (1993). «Estudio y documentación de los Capuchinos en Melilla y Vélez de la Gomera»

Lora Pastor, Andrés (2011). «Investigación y metodología aplicada. El Sitio de Melilla de 1774-1775»

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