
Castillo de Peñíscola, 1414.
El estudio de Benedicto XIII es una sala pequeña, íntima y acogedora, donde apenas cabe el santo padre y su soledad, lo único que necesita, así lo afirma él, para entablar con Dios el más recóndito de los diálogos con Dios. Por la ventana, adornada con el escudo pontificio, entra la suave brisa del Mediterráneo, que va secando la tinta con que ha estado escribiendo un capítulo más de su Libro de las consolaciones de la Vida humana.
«No te debes turbar si perdiste algún amigo, pues si lo sufres pacientemente tendrás el galardón de Dios…pues trocarás lo terrenal por lo celestial y lo perecedero por lo eterno. »

Cansado, el Papa Luna deja la pluma y se levanta con la lentitud de aquellos que han cargado sobre sus hombros la certeza de encontrarse en su último refugio. De que su tiempo en este mundo va llegando a su fin. Quizá sea por eso que está escribiendo las Consolaciones: para consolar a quien ha perdido algo, como él mismo, un hombre inteligente, buen estratega y ahora un papa con demasiadas ovejas descarriadas.
«Non debes querella a la adversidad ; ca grand consolacion es á las grandes é nobles personas semejar á las condiciones sean graves é difíciles , mas no sen conformar con la cosa deshonesta. »
Esa frase viene a su mente mientras acude al comedor, donde le espera un almuerzo sobrio y frugal, donde el único deleite que se permite es el citronat, un golosina sólida que se presenta en forma de cuartos. Tanto le gusta que en no pocas ocasiones ha llegado a bromear con sus sirvientes que si alguien envenenara aquel dulce no llegaría ni a darse cuenta…
EL PERSONAJE

Pedro Martínez de Luna y Pérez de Gotor nació en Illueca, en el Reino de Aragón, hoy localidad de la actual provincia de Zaragoza, seguramente el 25 de noviembre de 1328. Miembro de la poderosa familia Luna, emparentada con arzobispos y reyes, comenzó primero la carrera militar, pasando posteriormente a la vida eclesiástica, dedicándose al estudio de leyes en la Universidad de Montpellier, en la que más tarde fue profesor de Derecho Canónico.
EL CISMA DE OCCIDENTE

Pedro fue nombrado cardenal por el papa Gregorio XI, séptimo y último papa afincado en Aviñón. Como alto cargo del pontífice, le correspondió acompañarle en su regreso a Roma, pero Gregorio falleció durante los preparativos para su vuelta a Aviñón en su huida de los conflictos en Roma.
7 de abril de 1378. El cónclave para elegir al sucesor de Gregorio XI se inició con la presencia de solo 16 de los 22 cardenales electores, ya que no se esperó la llegada de los que se encontraban en Aviñón. Los cardenales estaban divididos en tres facciones, lemosinos, galicanos e italianos, cada una con su propio candidato. Sólo el cardenal Pedro de Luna, junto a Roberto de Ginebra, se consideraban neutrales.

Urbano VI.
El pueblo de Roma, temeroso de la elección de un nuevo papa francés, abarrotó la plaza de San Pedro clamando la elección de un papa romano, llegando incluso a irrumpir en el cónclave. En medio de tan tensa situación, el 8 de abril fue elegido papa Bartolomeo Prignano con el nombre de Urbano VI.
«Cuando De Luna supo de las intenciones cismáticas de los cardenales franceses, que se encontraban en Anagni, se les unió hacia el 24 de junio, con la intención de hacerles desistir de sus ideas. Insistió en que, por su parte, había elegido a Urbano con plena libertad. Solo cuando los demás le aseguraron que ellos habían actuado bajo presión y que en circunstancias normales no habrían elegido a Prignano, fue cuando el cardenal Luna comenzó a dudar.» (Llorca, Bernardino; García Villoslada, Ricardo. «El cisma de Occidente». Historia de la Iglesia Católica).
Tras la llegada de los restantes cardenales que no habían podido acudir a Roma a tiempo para la elección del papa, se decidió que la elección de Urbano no había sido legal, puesto que se había votado por miedo. Así, el 2 de agosto de 1378 firmaron un documento en el que declaraban nula la elección del papa.

Los cardenales se trasladaron a Fondi, donde el 20 de septiembre se reunieron en cónclave y eligieron a Roberto de Ginebra como papa, quien tomó el nombre de Clemente VII, que volvió a Aviñón. Pedro de Luna rindió obediencia al nuevo papa. Pedro de Luna fue legado de este pontífice durante 16 años.
BENEDICTO XIII
1394. A la muerte de Clemente VII, Pedro de Luna fue elegido pontífice por 20 votos de 21, tomando el nombre de Benedicto XIII. Francia se opuso de inmediato a este nuevo papa de Aviñón por varias razones: por no ser tan manejable como sus antecesores y por ser súbdito de la corona de Aragón. En 1398 Francia retiró su apoyo político y financiero a la sede papal de Aviñón y presionó a Benedicto XIII para que renunciara, a lo que aquel se negó.

Luis II de Nápoles.
Las circunstancias adversas obligaron al pontífice a huir de la ciudad en 1403, buscando refugio junto a Luis II de Nápoles, mientras el cerco se estrechaba: Portugal y Navarra dejaran de reconocerlo como papa, quedando únicamente a su favor los reinos de Castilla, Aragón, Sicilia y Escocia.
«Aunque en un momento dado hubo tres papas simultáneamente, Benedicto siempre adujo que su papado era el válido dado que él era el único papa que había sido elegido cardenal antes de que se produjese el Cisma de Occidente y, por tanto, el único realmente legítimo. » (Mezzadri, Luigi, «La túnica lacerata»)
En 1406 Benedicto XIII inició conversaciones con Gregorio XII para renunciar de manera conjunta y unificar la sede papal, pero esta posibilidad fracasó al insistir Benedicto XIII en su legitimidad. Incluso promovió la llamada Disputa de Tortosa en 1413 entre canónigos católicos y dirigentes religiosos judíos, en un intento de revitalizar su actividad papal y de contrarrestar el menguante apoyo a su causa.
MANTENERSE EN SUS TRECE

Al negarse nuevamente a renunciar, Benedicto XIII fue condenado en el concilio de Constanza de 1415 como hereje y antipapa, y depuesto junto con el antipapa Juan XXIII, mientras que el papa Gregorio XII de Roma renunció a favor de la unificación de la Iglesia. El Concilio designó a Martín V como pontífice único.
El origen de la popular expresión «mantenerse en sus trece» bien podría proceder en la terquedad de Benedicto XIII, quien, decidido a no renunciar a su pontificado, se retiró en 1411 al castillo de Peñíscola, donde murió afirmando que él era el legítimo pontífice.
PEÑÍSCOLA
El Papa Luna convirtió el castillo de Peñíscola en sede papal convirtiendo su castillo en palacio y biblioteca pontificia.

En 1418, en su castillo de Peñíscola, el papa Luna fue envenenado con rejalgar, una combinación de arsénico y azufre el postre confitado, que fue introducido en su postre favorito, el citronat o acitón. Según parece, el intento de asesinato habría sido organizado por un cardenal al servicio del papa Martín V. Un médico hebreo trató a Benedicto con un remedio, conocido desde entonces como Pulveris Papae Benedicti, compuesta por semillas de coriandro, anís, hinojo, alcaravea, comino, dictamo, raíz de regaliz, corteza de cancha y azúcar blanco. La receta aparece recogida en la farmacopea valenciana Officina Medicamentorum (1601-1603).

Libro de las consolaciones humanas
Durante aquel tiempo escribió el Libro de las consolaciones humanas. La obra fue seguramente redactada en latín y luego traducida al castellano, quizás por él mismo. No está clara la fecha de su redacción, siendo una posibilidad 1414, momento en el que sufrió el mayor acoso por parte de las potencias europeas. El tratado se divide en quince libros y 68 capítulos, que enseñan diversos procedimientos para enseñar al individuo a superar las adversas circunstancias de la naturaleza humana.

Papa Luna
Pedro de Luna murió el 23 de mayo de 1423, con más de noventa años, en el castillo de Peñíscola a la octava hora del día después del mediodía, según señaló su cronista Martín de Alpartil (Sesma y Agudo eds.). El último testamento del papa Luna se hizo público el 31 de octubre de 1412 en la sala del castillo de Peñíscola (Cuella y Simó). En cuanto a su enterramiento, el inventario del castillo de Peñíscola de 1429 no hace referencia alguna al sepulcro (Badenas y Gil).
«Esta su cuerpo en el castillo de Illueca, que por haver muerto scismatico no se dio lugar se les diesse ecclesiastica sepultura.» (Archivero Diego de Espés).

Clemente VIII,
Sus cardenales afectos eligieron en el Salón del Cónclave del castillo de Peñíscola como sucesor a Gil Sánchez Muñoz, que tomó el nombre de Clemente VIII, aunque su papado fue breve, pues abdicó en San Mateo, en el Maestrazgo castellonense, el 26 de julio de 1429, principalmente debida a las presiones políticas del rey de Aragón, Alfonso V, quien pasó a poseer el castillo de Peñíscola tras recibirla en donación del papa Martín V.
El Domingo de Ramos de 1430, que era 9 de abril, al igual que el día 13 de ese mismo mes en que se conmemoraba la Santa Cena, «tan abundante fragancia de agradable olor emanaba de la tumba del señor papa Benedicto XIII que no sólo en el castillo de Peñíscola sino incluso en la iglesia y por toda la población de Peñíscola se sentía; y este admirable hecho fue comunicado por el castellano del castillo a don Alfonso, rey de Aragón, que entonces estaba en Cariñena, en la diócesis de Zaragoza; y, como el noble barón don Juan de Luna, sobrino del señor papa Benedicto XIII, estuviese entonces presente, suplicó al señor rey que se dignase mandar al castellano de Peñíscola que le entregase el cadáver o cuerpo de su tío; y, así, se hizo. Y con honores lo trasladó a su castillo de Illueca, en la diócesis de Zaragoza, donde, según se dice, en la cámara del castillo, donde había nacido, lo tiene con grandes luminarias.» (Sesma y Agudo, 1994, p. 234).
EL CUERPO DEL PAPA LUNA
Durante la Guerra de Sucesión española, las tropas francesas estuvieron en la comarca de Calatayud antes de 1710 y fue entonces cuando se dice que algunos de sus soldados destrozaron el cuerpo del papa y robaron su ajuar funerario. Solamente se recuperó el cráneo, que fue trasladado al palacio de Argillo en Sabiñán.

Palacio de los Condes de Argillo
«Dos jóvenes entraron en el Palacio de los Condes de Argillo en Sabiñán, en abril de 2000, y sustrajeron el cráneo del Papa Luna y una urna que llevaba el escudo de la familia con una media luna. El robo fue una exclusiva publicada por ‘Heraldo de Aragón’ y dio la vuelta al mundo: ‘The Washington Post’, ‘The New York Times’, BBC, France Press, ‘L’Observatore romano’ o los diarios nacionales ‘El País’ y ‘El Mundo’ se hicieron eco de la noticia.
Los dos hermanos escondieron el cráneo en una caseta denominada “La Mejora», situada en el paraje Campuchal de Morés, que sus padres tenían alquilada, y tras dejar pasar un tiempo, enviaron dos cartas anónimas al alcalde de Illueca (localidad donde nació D. Pedro Martínez de Luna o Benedicto XIII) con un texto manuscrito y un carrete de fotos con el cráneo y la urna.
El grupo de Patrimonio de la Guardia Civil montó la ‘Operación Luna’, tras conocer las extorsiones al alcalde, al que pedían un millón de pesetas por recuperar la valiosa reliquia en un encuentro que no se produjo en Zaragoza. Al final, los agentes lo recuperaron en septiembre de 2000, en una investigación que generó hasta un libro de un teniente de la Benemérita.» (Heraldo de Aragón).

El cráneo actualmente se encuentra en la capilla de Santa Ana, en la iglesia de San Pedro en Sabiñán.
LA ESTATUA
Justo a los pies del castillo de Peñíscola, a pocos metros de la entrada, se encuentra la estatua de bronce de Benedicto XIII, de dos metros de altura y 700 kilos de peso que representa al Papa Luna ataviado con el atuendo papal y sentado en el trono.
La estatua fue instalada en el año 2007. Es obra del escultor Sergio Blanco, miembro del conocido dúo Sergio y Estíbaliz.

Ricardo Aller Hernández
FUENTES:
*https://es.wikipedia.org/wiki/Benedicto_XIII_(antipapa)
* https://www.heraldo.es/especiales/papaluna/
*https://revistas.ucv.es/specula/index.php/specula/article/view/1112/1187