Para el mundo anglosajón es muy peyorativo el uso del término conquista. Nosotros lo ponemos en mayúscula porque entendemos que nuestro concepto de Conquista es Humanista, y como tal, respetuoso hasta el extremo con los conquistados. Conquistada fue España por Roma, de lo que estamos agradecidos, y conquistada fue América por la Nueva Roma, España.
Por otra parte, la doctrina negro legendaria sostiene que España no mantuvo en América una política educativa, en el empeño de mantener en la ignorancia a las gentes al objeto de garantizar su sumisión.
Bien al contrario, los documentos se obstinan en demostrar que la Corona se obstinaba en justo lo contrario. Así, a título de ejemplo, podemos leer en la recopilación de Leyes de indias cosas como la que siguen:
Habiendo tenido noticia que en la educación de los Indios y enseñanza de los Artículos de nuestra Santa Fe Católica Romana no se pone todo el cuidado que deben tener los Ministros de Doctrina , y siendo esta nuestra primera obligación , para el cumplimiento de ella hemos fundado y dotado todas las Iglesias que han parecido necesarias y señalado a los Curas y Doctrineros rentas competentes de las que á Nos han pertenecido y pertenecen , y suplido de nuestras Caxas Reales todo lo que falta. (Ley XXXXVI de 25 de julio de 1593)
Y es que la educación de la población aborigen, entendida como vehículo de integración, fue esencial como justificación de la Conquista. Y una educación encaminada tanto a la alfabetización y capacitación en oficios mecánicos como a la socialización y a la interiorización de los valores que se consideraban esenciales.
Ciertamente, la educación adolecía de grandes fallos… como hoy adolece de inmensos fallos. En primer lugar era prácticamente imposible acercarla a todos los lugares, por lo que en principio se aplicaba en los núcleos urbanos, pero dentro de sus limitaciones, tuvo un carácter generalizado, y todo, de acuerdo con las bulas Inter Caetera, firmadas por el pontífice Alejandro VI en mayo de 1493, que concedían a Castilla el dominio de las Indias con el compromiso de extender la fe católica.
Procuráis enviar a dichas tierras firmes e islas, hombres buenos, temerosos de Dios, doctos, sabios y expertos, para que instruyan a los susodichos naturales y moradores en la fe católica y les enseñen buenas costumbres.
Por supuesto podemos encontrar ejemplos que contradigan esa actuación, pero la obligación impuesta a la administración, empezando por el Virrey, era manifiesta, siendo que Hernán Cortés fue más allá, quitando el derecho a la explotación de la tierra a aquellos que no cumpliesen lo establecido en este orden.
Y esas medidas fueron determinantes para la conquista, siendo que la misma recaía principalmente en la acción formativa, que conseguía pacificar minimizando la intervención militar.
Esa actuación, que tenía como primer objetivo la conversión de los indios, llevó a la instauración de una institución que estaba siendo desmantelada en la Península: la encomienda. El encomendero estaba obligado a la formación de los indios, acción que poco después sería llevada a término por las órdenes regulares, que convertirían los conventos en escuelas que atenderían a hombres, mujeres y niños, con horarios que permitiesen el trabajo de los adultos.
Escuelas primarias que daban acceso a escuelas secundarias reservadas no sólo a los hijos de caciques, sino a todo aquel que destacase, a quien se le enseñaría, entre otras cosas, a leer y a escribir en su propia lengua… y en latín.
¿Y qué sucedía con quienes no destacaban en esas áreas?… Recibían formación en artes y oficios, en cuya función prontamente destacó la escuela de San José de los Naturales, dirigida por franciscanos en la ciudad de México, y Tiripetío, en Michoacán, erigida por los agustinos.
La buena experiencia significó la creación de una escuela de estudios superiores, encargada de enseñar Humanidades y Filosofía, siendo que bajo el auspicio del virrey, el 6 de enero de 1536 era creado el colegio de Santa Cruz en México, donde sus alumnos colaboraron en la redacción de la historia y tradiciones de su pueblo, lo que facilitó la labor de frailes historiadores como fray Bernardino de Sahagún o fray Juan Bautista entre otros religiosos.
Tenochitlan había sido conquistado en 1521 y Perú en 1532. En septiembre de 1551, se fundaban las universidades de Lima y México.
¿Había fallos en la extensión de la educación? Por supuesto. Era imposible educar a todos los indígenas, por lo que se optó por atender principalmente la educación de los jóvenes, y dentro de este grupo, se prefería escoger a aquellos que tuviesen relación con los caciques quienes, una vez formados, podrían transmitir formación dentro de su entorno, ampliando así la acción en círculos concéntricos.
Y todo a partir de la parroquia y de los conventos, donde desde 1503 la Corona dispuso la creación de escuelas en La Española. Nicolás de Ovando ordenó reunir a los niños dos veces al día para enseñarlos «a leer y a escribir y santiguar y signar y la confesión y el Pater Noster y el Ave María y el Credo y el Salve Regina».
En ese sentido, en 1511 Diego Colón llevó a Puerto Rico cuarenta indios «ladinos» para la enseñanzas de los boricúas, y en 1516 hizo lo propio en Tierra Firme, y en 1519 los jerónimos seleccionaron a los indios más cultivados para que se trasladasen a los pueblos libres que habían erigido.
Esas actuaciones se reflejaron en las Leyes de Burgos de 1512, que señalaban la necesidad de que al menos los hijos de los caciques fuesen capaces de leer y escribir. En 1513 existían internados donde se formaban jóvenes indios, para quienes era común trabajar con cartillas de gramática suministradas desde la Península.
Las órdenes religiosas inventaron métodos novedosos para transmitir los conocimientos. Se sirvieron de pictogramas, de danzas, de música, de teatro… Métodos que nos presentan como novedosos en la pedagogía moderna.
Pero como en todas las épocas, había quién ponía palos en las ruedas de la educación; así, el Tercer Concilio Mexicano celebrado en 1585 prohibía la ordenación sacerdotal de los indios, lo que no obstó para que pudieran cursar gramática latina, derecho y medicina en la Universidad.
La medida del Concilio Mexicano sería revocada en 1697 cuando una pragmática real recordaba que los indígenas debían ser tratados “según y como los demás vasallos en mis dilatados dominios de la Europa, con quienes han de ser iguales en todo”, con derecho a ocupar puestos eclesiásticos, políticos y civiles, siendo que se creaban becas para los seminaristas indios.
A principios del siglo XVIII, dos siglos después, seguían creándose escuelas primarias. ¿Llevaba una marcha lenta la progresión de la educación? Si atendemos las extensiones territoriales, la cantidad de pobladores y el número de personas formadas capaces de llevar adelante el proyecto, evidentemente no. Para 1754 había escuelas en 281 pueblos de indios en el arzobispado de México, y en 1773, de los 4.088 pueblos de indios había 1.015 con escuela, lo cual no quiere decir que el 75% de los pueblos estuviesen desatendidos en el campo de la educación, ya que se procuraba que sus habitantes acudiesen a las escuelas instauradas, que se veían reforzadas con la labor llevada por los frailes en cada uno de los lugares.
Se calcula que había una escuela por cada 160 niños entre seis y doce años de edad, con las variables que podamos imaginar, siendo que el número de escuelas para niñas era menor que el de varones. En la Nueva España, a finales del siglo XVIII, existen datos que confirman la existencia de escuelas e internados para niñas en México, Veracruz, Puebla y Durango, careciendo de datos sobre otros lugares, y estos datos son extrapolables a los otros Virreinatos.
Y sí, cuando indicamos que había colegios de niños y de niñas, en los mismos incluimos blancos e indios. Y la educación incluía el castellano, la lectura, la escritura, la lengua del lugar, las matemáticas y la música.
La enseñanza diaria en la parroquia era por lo general impartida en la lengua indígena.
Cesáreo Jarabo