JUAN DE LA CIERVA, EL INVENTOR DEL AUTOGIRO

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Juan de la Cierva y Codorniu en 1933

20 de diciembre de 1928

Este viaje, más que por el halago personal que puede representar para mí, por el entusiasmo insuperable, me llena de contento porque veo compensados con éxito los desvelos y los trabajos de una parte de mi vida.

Cuando acaba la entrevista, el periodista de ABC guarda su libreta y se dirige a la salida del aeródromo de Cuatro Vientos visiblemente impresionado, y no es para menos, pues acaba de presenciar la culminación del sueño de un hombre. Así se lo ha manifestado el mismo Juan de la Cierva nada más aterrizar en Madrid después de que el 18 de septiembre consiguiera la proeza de atravesar el Canal de la Mancha por primera vez con su ingenio volador, un aparato que emplea la autorotación y que hace llamar autogiro.

Ha sido, para mí, constante obsesión, y, durante muchos años, no he hecho otra cosa que trabajar en él para conseguir algo práctico y de positivo valor.

Han bastado esas pocas palabras al murciano para resumir al periodista tantos años de estudios, probaturas y fracasos antes de alcanzar el éxito aquella mañana en Southampton, cuando se dirigió hasta el aeródromo londinense de Croydon junto al director de «L´Aeronautique», Henri Bouché para realizar un vuelo cargado de anécdotas que el plumilla se ha esmerado en recoger para plasmarlas en su artículo, como el hecho de que como su autogiro no llevaba radio tuvo que ser escoltado por un aparato del servicio regular París-Londres durante el vuelo de la misma forma que lo realizan los aviones comerciales, o que tras cruzar el Canal, al llegar al aeropuerto de Le Bourget le esperaban multitud de periodistas y fotógrafos. Aunque su favorita es esa que De la Cierva le ha confesado con una amplia sonrisa.

El piloto del avión comercial me preguntó cuánto tiempo me daba de ventaja. Le dije que saliera sin esperar nada, y así lo hizo. Le dejé salir y, cuando volaba yo, di la máxima velocidad que puede alcanzar, 170 kilómetros. Y no solo alcancé al “Goliath”, sino que lo adelanté, y aún tuve que acortar la marcha para esperarle».

        Languidece la tarde en Cuatro Vientos, con el sol perdiéndose en el horizonte. Todavía impresionado por lo que acaba de ver, el periodista sale del aeródromo con la sensación de haber vivido algo histórico cuando de repente alza la vista al cielo, donde por un instante cree entrever recortada entre las nubes la imaginaria sombra de Ícaro batiendo las alas.

Y en ese momento, el periodista siente envidia de aquellos hombres que consiguen hacer realidad sus sueños.

EL PERSONAJE

Juan de la Cierva y Codorniu nació en Murcia el 21 de septiembre de 1895 en el seno de una familia relevante. Hijo del ministro Juan de la Cierva y Peñafiel y nieto del ingeniero de montes Ricardo Codorníu, estudió ingeniería de caminos, canales y puertos, aunque su verdadera vocación estuvo centrada en el vuelo a motor, un mundo inexplorado que estaba comenzando a dar sus primeros pasos desde que en Kitty Hawk, Carolina del Norte, aproximadamente a las 10:35 de la mañana del 17 de diciembre de 1903, se realizara el primer vuelo durante 12 segundos a una altura de 120 pies (37 metros).

Con una infancia a caballo entre Murcia y Madrid, sus inquietudes aeronáuticas le llevarían a coincidir con José Barcala y Tomás Martín de Barbadillo, formando un grupo apasionado de la aeronáutica, al que se sumaría con posterioridad Pablo Díaz, con el que comenzarían a construir sus primeros modelos de avión propios valiéndose de papel, ligeras varillas y unas gomas retorcidas que sirven de hélices (Adolfo Roldán Villén).

Antes de ingresar en la Escuela de Ingeniería, Juanito, como se le conocía cariñosamente, y sus amigos diseñaron y fabricaron en 1912 el BCD1, también llamado El Cangrejo, el primer biplano español que voló durante un periodo largo de tiempo, con piloto (el francés Mauvais) y pasajero a bordo, pero el trimotor terminó destrozado en un vuelo, y las familias de los muchachos cerraron el grifo a nuevos proyectos.

Aunque finalizó la carrera de ingeniero de Caminos, De la Cierva nunca ejerció en este campo, del mismo modo que fue elegido diputado a Cortes por deseo de su padre, cargo por el que no mostró excesivo interés. Por aquel entonces, allá por 1919, su vida consistía en hallar una solución a los problemas que habían llevado a su aeroplano al fracaso por la pérdida de sustentación de las alas.

Sería por aquel entonces cuando tuvo la idea de inventar un aparato que se mantuviese en el aire, incluso cuando llevase poca velocidad, ya que la mayoría de los accidentes se producían en la toma de contacto con el suelo, de unos aparatos que requerían ir demasiado deprisa para sostenerse. Así nació el autogiro, solo veinte años después de la invención de los hermanos Wright.

En octubre de 1920 finalizaría la construcción del primer autogiro, el C1, con dos rotores cuatripalas superpuestos que giraban en direcciones opuestas, inspirado en el concepto de las faldas de una bailarina cuando gira, y motor Le Rhône de 60 CV, pero resultó un modelo fallido, pues el rotor inferior giraba a menos velocidad de la prevista, y el efecto giroscópico y la asimetría de la sustentación hicieron volcar el aparato. También fracasaron el C3, con rotor de tres palas, y dos años después naufragó igualmente el modelo C2, aunque se consiguieron algunos saltos de unos dos metros, lo que apuntaba a la viabilidad del invento.

No sería hasta su cuarto modelo, el C4, al que se articularon las palas del rotor en su raíz, cuando alcanzó un gran éxito al lograr en enero de 1923 un salto de 183 m en el aeródromo de Getafe. A finales del mes, el C4 voló más de tres minutos un circuito cerrado en el aeródromo de Cuatro Vientos a una altura de más de 25 metros. La planta motriz del C4 era un motor Le Rhône 9Ja de 110 CV.

En julio de 1923 se utilizó el mismo motor en el C5, que voló en Getafe. A partir de ese momento, De la Cierva, que había financiado con sus propios medios experimentos anteriores, contó para sus trabajos con una subvención del gobierno español.

El siguiente modelo, el C6, se exhibió delante de Alfonso XIII y en 1926 un grupo de financieros británicos, entre ellos George Weir, ofrecieron apoyo económico a De la Cierva, lo que le permitió crear The Cierva Autogiro Company LTD, con sede en Londres, con la que consiguió desarrollar el autogiro y obtener repercusión internacional, alcanzando su punto más álgido en 1928, cuando aterrizó en el jardín de la Casa Blanca y fue recibido por H.C. Hoover.

La culminación al sueño de aquel niño llegaría el 18 de septiembre de 1928, día que consiguió atravesar el Canal de la Mancha por primera vez con su ingenio. Así lo contó al respecto el diario ABC:

A las dieciséis y dieciséis apareció en el horizonte el aparato. Se veía girar su hélice con precisión. El autogiro dio una gran vuelta por encima del aeródromo, pasando a gran velocidad. Después subió un poco y, a 150 metros de altura, paró el motor. Entonces el aparato comenzó a descender verticalmente, deteniéndose unos momentos en el descenso para reemprenderlo instantes después. Y suavemente, sin ningún incidente, el autogiro se posó en tierra.

Mientras De la Cierva presentaba más innovaciones a sus modelos y la Federación Aeronáutica Internacional le premiaba con la Gran Medalla en 1932, España convulsionaba después de que en septiembre de 1930 el general Miguel Primo de Rivera dimitiera, dejando paso a la Dictablanda y a las elecciones municipales que llevarían a Alfonso XIII a abandonar el país, dando lugar a La II República. Poco tiempo después se concedería al inventor del autogiro la Medalla de Oro de la República.

El devenir de los acontecimientos patrios condujo a España a una Guerra Civil (1936-1939) que encontró a Juan de la Cierva en el extranjero, aunque se vería afectado tanto en el ámbito familiar como el de amistades: su hermano Ricardo de la Cierva y Codorníu, abogado y miembro del partido de Gil Robles, sería asesinado en Paracuellos de Jarama, su padre tuvo que encerrarse en la embajada de Noruega y su amigo Emilio Herrera se convertiría en presidente de la República en el exilio.

En julio, el entonces corresponsal de ABC en Londres contactó con De la Cierva para mediar en la contratación desde Londres del avión Havilland Dragon Rapide, el cual transportaría al general Francisco Franco desde Gando, en Canarias a Tetuán (Marruecos) para tomar el mando del ejército del norte de África.

No era franquista y nunca le interesó la política. Se dedicaba a construir autogiros, muchos para la República. En 1936, simplemente se le pidió su opinión como experto (Laura de la Cierva).

Aunque existen diversas teorías sobre su proximidad o no al levantamiento, no parece que exista base documental que certifique la que De la Cierva, aunque monárquico y conservador, fuera conocedor del destino del avión,

Pocos meses después de cumplir 41 años, el genio de la aviación internacional falleció el 9 de diciembre de 1936 en un accidente aéreo en el aeropuerto de Croydon. El avión holandés en el que viajaba, en el despegue, chocó con el tejado de una casa vacía y se estrelló durante el despegue, lo que originó una explosión letal para todos los ocupantes del avión, excepto la azafata.

Juan de la Cierva fue enterrado en una capilla católica de Inglaterra, hasta que en 1946 sus restos fueron trasladados a España, reposando en el cementerio de la Almudena, en Madrid.

DISTINCIONES

*Cada 21 de septiembre, en el aniversario de su nacimiento, en la Royal Aeronautical Society de Londres se celebra una conferencia en su honor.

*En el Museo Aeroespacial de Washington hay un busto en su honor.

*Medalla de Oro de la República.

*Medalla de Oro Guggenheim.

*Gran Medalla de Federación Aeronáutica Internacional, 1932

* En 1954 le fue otorgado, con carácter póstumo, el título de conde de la Cierva.

*Hay multitud de institutos, calles, becas y premios internacionales que llevan su nombre.

*En la Expo 92 de Sevilla se presentó una reproducción de un autogiro.

*La Asamblea Regional de Murcia aprobó que el nuevo Aeropuerto Internacional de la Región de Murcia llevara el nombre de Juan de la Cierva, si bien se ha negado su autorización por la presunción de que el murciano hubiese sido colaborador de Franco al facilitarle el acceso al Dragon Rapide. Como ya se ha comentado, existen dudas sobre la posibilidad de considerar franquista a alguien que colaboró con la República, nunca tuvo contacto con Franco, no combatió durante la Guerra civil ni vivía en España desde que estalló la Guerra hasta su fallecimiento.

*En Tetuán (Marruecos) hay un instituto español de formación profesional con el nombre de Juan de la Cierva.

*En Murcia hay un monumento en su honor.

*En Lorquí (Murcia) se encuentra el Estadio Municipal Juan de la Cierva.

*En la ETS de Ingenieros Aeronáuticos de la Universidad Politécnica de Madrid, el salón de actos principal se denomina Juan de la Cierva.

*Desde el año 2001 el Ministerio de Educación y Ciencia de España otorga el Premio Nacional de investigación Juan de la Cierva, dedicado a la transferencia de tecnología.

*En 2004 el Ministerio de Educación y Ciencia de España inició un programa de contratación de investigadores doctores bajo el nombre Programa Juan de la Cierva.

Ricardo Aller Hernández

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