CINCO REYES GODOS (I)

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CINCO REYES GODOS I

Los reyes godos, de forma incomprensible, han venido desprestigiandose históricamente, quizás por razones más políticas que con fundamento real. Esos reyes, de vidas y reinados turbulentos, fueron 33, siendo el primero Ataúlfo, fallecido en 415, y el último don Rodrigo, cuando la batalla de Guadalete en 711. De estos 33 nos vamos a detener solamente en cinco, por la sencilla razón de hallarse sus estatuas en la Plaza de Oriente de Madrid, junto con otros reyes desde Pelayo hasta la reina Sancha de León. Esa plaza, se remonta al siglo XVIII, proyectada por el arquitecto del Palacio Real, Juan B. Sachetti. Curiosamente durante el reinado de José Bonaparte, se demolieron manzanas del entorno palaciego, ampliando el viario de la ciudad. Fue Fernando VII, tomando el relevo del napoleónico Pepe Plazuela, además de Pepe Botella, continuó con la nivelación de terrenos, Fue Isabel II la que prosiguió con la remodelación de terrenos, la previsión del futuro Teatro Real, para llegar a albergar los cinco reyes visigodos más quince que cubrieron los primeros reinos de la Reconquista.

La elección de esos cinco de entre el total, seguramente no fue aleatoria sino por una motivación que no queda muy explícita. Se eligió el primer rey Ataúlfo, fallecido en 415, el segundo fue Eurico fallecido en 484, luego Leovigildo, de reinado esplendoroso, para encontrarnos luego con Suintila fallecido en 633 y acabar con Wamba, el rey monje fallecido en 680.

Hay que adelantar que los godos y sus reyes, en la mayor parte de sus historias, vivieron tiempos belicosos, tanto por los ataques o rebeliones domésticas, como por los acosos, sitios y enfrentamientos con el alicaído imperio romano. Y el primer ejemplo lo hallamos en Ataúlfo. Antes de cruzar los Pirineos el 413, Ataúlfo había estado presente en el asedio y saqueo de Roma, en agosto de 410, acompañando con sus huestes al entonces rey godo Alarico. Fallecido este ocupó su trono Ataúlfo, el cual, se casó con la hermanastra del emperador romano Honorio, Gala Placidia, al hallarse entre el botín obtenido cuando el saqueo. En la ceremonia, que se celebró en casa de Ingenus, uno de los más ilustres ciudadanos de Narbona, Ataúlfo se vistió con el traje romano y Gala Placidia con el de Emperatriz. Ataúlfo obsequió a la novia con 50 esclavos, vestidos de seda, que llevaban bandejas de oro repletas de piedras preciosas. Por lo visto, la hija de Teodosio, era deseada por más de un romano, entre ellos Constancio, ministro y consejero del débil emperador Honorio. Fue este Constancio quién, aliado con los bárbaros, hostigó a Ataúlfo hasta el punto de obligarle a cruzar los Pirineos.

La situación en aquella España era de completa desolación. En el año 409, las invasiones de vándalos, alanos y suevos dejaron tras de si el incendio, la ruina, el pillaje y la muerte. Al hambre siguió la peste, porque los campos se hallaban sembrados de cadáveres insepultos. Los bárbaros, hartos de carnicería y rapiña, se repartieron España. Galicia para los suevos; para los alanos, la Lusitania y la Cartaginense; y para los vándalos, la Bética, que recibió el nombre de Vandalusía, que ha quedado como sinónimo de vandalismo. Ataúlfo en 414 conquistó Barcino, donde nació su hijo al cual llamó Teodosio, en honor a su abuelo Teodosio el Grande, emperador de Bizancio. La misión del recién nacido era unificar los reinos romano y godo, sin embargo, falleció a las escasas semanas, recibiendo sepultura en la Catedral de Barcelona.

Ataúlfo estaba en la creencia de que su posición mejoraría, sin embargo, el cerco del puerto tarraconense por parte de la flota romana imposibilitaba el avituallamiento. Algunos miembros de la nobleza le aconsejaron cruzar el estrecho de Gibraltar e ir a la conquista de nuevos territorios. Sin embargo, Ataúlfo se negó, empero su deseo de alcanzar un estado godo, expulsadas las tribus bárbaras que la ocupaban. Seguramente no puede decirse que se convirtió en el primer rey visigodo, dado que ocupaba solamente una parte de la provincia tarraconense, pero su aspiración estaba presente en su reinado. Para ello precisaba de un acuerdo con Honorio, a lo cual se oponía con total firmeza la mayor parte de su nobleza. Ambos hechos, la negativa a cruzar el estrecho y sus ansias de acuerdo de paz con el imperio romano, indujeron a una conspiración. Efectivamente, el 14 de agosto de 415, mientras revisaba sus caballos en las caballerizas de Barcino, fue asesinado. Las conjeturas son varias, aunque hay cierta probabilidad de que, la mano ejecutora fuese la de un miembro de corte llamado Eberwulf, componente también de una tribu goda cuyo jefe, Saro, posiblemente hermano del instigador Sigerico, que había sido asesinado por Ataulfo.

Sigerico tomó posesión del trono, mató a los seis hijos que Ataúlfo había tenido de su primera esposa, violó a Gala Placidia, para después obligarla a caminar con otras prisioneras atada delante de su caballo del rey. Tales conductas de Sigerico no fueron del agrado de los partidarios del hermano menor de Ataúlfo, Walia. Fueron tales nobles quienes al séptimo día del reinado de Sigerico le asesinaron, para instaurar en el trono al dicho Walia. Su reinado, más prudente, perduró hasta su fallecimiento en 418.

Su sucesor, Tedorico I, presuntamente hijo de Alarico, dio paso al reinado de Turismundo, asesinado por su hermano Teórico II, el cual sufrió igual trato del segundo rey godo con estatua en la Plaza de Oriente, es decir, Eurico, iniciando con tal acto su reinado en 466, para finalizarlo de muerte natural en 484.

Eurico contempló la caída del imperio occidental de Roma, destronado su último emperador Rómulo Augústulo en 476. Cuando el reinado de Walia se había firmado un foedus que permitía a los godos asentarse en los territorios situados al sur de la Galia, al tiempo que federarse con el Imperio. En un acto de rebeldía contra el resto de las tribus bárbaras, entre ellas los hérulos, Eurico se independizó para conformar el reino visigótico, instalando su corte en Tolosa, la actual Toulouse. La historiografía señala que la extensión de los territorios de Eurico abarcaba gran parte de la península ibérica, excepción de Galicia y norte de Portugal, ocupadas todavía por los suevos, así como los terrenos astures y vascones. Mientras que sus fronteras en el norte se hallaban en las proximidades de la Galia, al oeste del Rin y del rio Loira. Todo ello fruto de su guerrear contra los francos y los sajones. Empero sus constantes acciones guerreras todavía tuvo tiempo de configurar una recopilación de leyes anteriores a 480, conocido como Código de Eurico, en cuya labor participó el jurista Leo, principal consejero real.

Francisco Gilet.

Bibliografía

ARCE, Javier. Bárbaros y romanos en Hispania.

Orlandis, José (1992). Semblanzas visigodas.

José Orlandis (2003). Historia del reino visigodo español: los acontecimientos, las instituciones, la sociedad, los protagonistas.

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