No hemos hecho justicia a los exploradores hispánicos porque no hemos sido informados adecuadamente (Charles F. Lummis)
Torre Iberdrola, Bilbao.
Hoy el estudiante ha regresado contento del colegio. Por una vez las clases de lengua o matemáticas han dejado paso a una actividad que le ha parecido mucho más entretenida: la visita a la exposición “La memoria recobrada, huellas en la historia de Estados Unidos”.
Durante el par de horas que ha durado la excursión ha visto de todo: pinturas, documentos, trajes, mapas, esculturas, armas y modelos navales, aunque lo más interesante han sido las explicaciones del hombre que ha acompañado a la clase durante la visita. Según les ha contado José Manuel Guerrero Acosta, historiador, militar en la reserva y comisario de la exposición, la intención de la muestra es dar a conocer contribuciones de la monarquía española en la fundación de Estados Unidos ya desde los tiempos de Carlos III, cuando la mecha ilustrada prendía alentada por los vientos de progreso llegados de Francia, tal y como se puede ver en la primera sala, donde aguardan Voltaire, Diderot, con su ejemplar de la Enciclopedia, y algunos de sus parientes españoles, como Xavier de Munibe, conde de Peñaflorida, ilustrado español, escritor en euskera e instigador de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, aunque lo que más le ha llamado la atención ha sido la biografía de Diego de Gardoqui , primer embajador en EE UU, quien recibió el encargo real de enviar a los rebeldes de las 13 colonias armas, medicamentos y otros pertrechos a través de su compañía marítima. De ahí las palabras de agradecimiento de Benjamin Franklin en 1780, incluidas en la muestra, y su relación con George Washington.
De las 210 piezas de las que consta la muestra le ha llamado la atención el cuadro de Augusto Ferrer-Dalmau, llamado <<Pabellones hermanos>>, que trata la conquista de las Bahamas en 1782 , un combate, según le han explicado, ayudó a conseguir la derrota británica en América, pero lo que realmente le ha despertado la curiosidad ha sido la sección que recoge historias de vascos de probado arrojo, como Joanes Echániz, que escribió su testamento en Terranova en la Navidad de 1584 o el famoso episodio de aquellos 60 marines que transmitieron órdenes en vasco durante la II Guerra Mundial para confundir a los japoneses.
Acaba la visita y el joven se marcha a casa, todavía impresionado por lo que ha aprendido, mientras en su cabeza sobrevuelan los nombres Blas de Lezo, Antonio de Oquendo, Cosme Damián Churruca, Domingo Martínez de Irala,Miguel López de Legazpi, Andrés de Urdaneta o Juan Sebastián Elcano… vascos ilustres que han dado gloria a España y cuyas vidas darían para una nueva exposición.
BAHAMAS
Cristóbal Colón arribó al archipiélago de Las Bahamas en el año 1492, concretamente a la isla de Guanahani (la cual sería rebautizada como San Salvador), reclamando aquella tierras para la Corona.
Tras el acuerdo del Tratado de Tordesillas de 1494 entre España y Portugal las islas quedaron encuadradas en la esfera hispana, pero el archipiélago resultó poco atractivo para los españoles debido a la escasez de metales preciosos, por lo que prácticamente ninguno se asentó allí permanentemente.
La emigración de los nativos de las islas, los lucayos, a diferentes islas del Caribe para trabajar en las minas y las distintas enfermedades hizo que la población de las Bahamas disminuyera de tal manera que al poco se convirtió en refugio de piratas, bucaneros y filibusteros y en un objetivo de colonización: un grupo de colonos franceses estableció colonias fallidas en la islas Ábaco en 1565 y 1625, en 1648 un grupo de nativos de las Bermudas se asentó en Las Bahamas bajo el liderado de William Sayle y en 1666 se fundaron varias colonias en el archipiélago caribeño.
Sin embargo, el archipiélago seguía siendo oficialmente propiedad de España, por lo que se produjeron diversos enfrentamientos que terminaron con los corsarios británicos apoderándose del archipiélago, aunque el conflicto se mantendría en el tiempo. Así, en 1684, Juan de Alarcón destruyó los principales asentamientos del archipiélago, New Providence y Eleuthera, aunque los ingleses siguieron asentándose en la isla, hasta el punto de que Inglaterra decidió nombrar a un gobernador para el archipiélago.
A principios del siglo XVIII, el Reino Unido intentó reforzar su dominio sobre el archipiélago. En 1718, durante la Guerra de la Cuádruple Alianza, Los británicos se aliaron con los Habsburgo con la intención de impedir la recuperación de Italia por parte de España. Como castigo, Madrid decidió invadir Nassau en 1720, iniciándose un conflicto que apenas duró 6 días, resolviéndose a favor de Gran Bretaña.
BERNARDO DE GÁLVEZ
Es importante que los americanos sepan que los españoles apoyamos su independencia (Augusto Ferrer-Dalmau)
1779. Cuatro años después de que se encendiera la chispa de la revolución con los primeros disparos en torno a un puente de Concord, cerca de Boston, España entró en la guerra de Independencia de los Estados Unidos y lanzó una campaña para expulsar a Gran Bretaña del golfo de México mediantes dos acciones de relieve: invadir la colonia británica de Florida Occidental y tomar sus mayores establecimientos en Mobile y Pensacola.
El encargado de tamaña empresa fue Bernardo de Gálvez, quien elaboró en 1781 un plan de ataque contra Nassau, capital de la isla de Nueva Providencia, pero la confrontación fue pospuesta debido a la campaña de Yorktown (octubre de 1781)
A principios de 1782 se retomó la idea de atacar Las Bahamas, dirigido en esta ocasión por Juan Cagigal, el gobernador de La Habana, quien empleó a Miranda como ayudante de campo, y aceptó, en enero de 1782 los servicios del comodoro estadounidense Alexander Guillon, un corsario que mandaba una flotilla compuesta por la fragata South Caroline (28 cañones) y ocho bergantines.
A pesar de recibir órdenes de Gálvez para que la expedición apoyara primero la invasión de Jamaica, Cagigal continuó con el plan inicial y la expedición partió el 18 de abril de 1782 desde La Habana. Estaba compuesta por los 9 barcos armados norteamericanos y 54 transportes españoles con 2500 soldados, llegando la flota el 4 de mayo frente a Nasáu. Esta acción conjunta, salvo una pequeña escaramuza cerca de San Luis de Illinois, es la única de la Guerra de la Independencia en el que barcos de España y los rebeldes norteamericanos lucharon juntos. Para la expedición, la Armada española solo pudo utilizar lanchas cañoneras, pequeñas embarcaciones de transporte y la fragata San Antonio, ya que la mayor parte de los buques se encontraban ocupados en otras operaciones. En cuanto a los estadounidenses, contaban con la fragata South Carolina, pagada por Francia y al mando del marino Alexander Gillon, de Carolina del Sur. En total, se juntaron medio centenar de embarcaciones, que transportarían a unos 3.000 soldados de infantería y diversas piezas de artillería. Los norteamericanos servirían de guías a través de los temidos canales de Bahamas, llenos de peligrosos arrecifes y que ellos conocían como la palma de su mano.
Cagigal envió el 6 de mayo a Francisco de Miranda como parlamentario y le dio al capitán general británico de Bahamas, vicealmirante John Maxwell los términos de capitulación de 12 artículos, la cual fue firmada el 8 de mayo por Miranda y Maxwell. La escuadra combinada se presentó el 23 de abril de 1782 ante Nassau, en la isla de Providence. Las fuerzas españolas, gracias a la infantería y la artillería, tomaron el islote de Hogh, desde el que tenían a tiro la ciudad, y Cajigal exigió al gobernador, John Maxwell, que rindiera la plaza. Tras un tira y afloja de varios días, en los que hubo intercambio de disparos y de negociaciones, los británicos capitularon el 8 de mayo, izando la bandera blanca sobre el fuerte Montagu.
Los británicos, junto con la plaza y el archipiélago de Bahamas rindieron 12 buques de guerra de diverso porte (incluso una fragata), 159 cañones, 6 obuses, 36 granadas de mano, 868 mosquetes, 31 pistolas y 86 espadas. Se hicieron 1.412 prisioneros de los cuales 274 eran soldados pertenecientes a las tropas regulares, 338 milicianos, y 800 marineros de los buques y 2.376 esclavos. Se capturaron los abastecimientos de Nueva Providencia y se apresaron al comercio 5 goletas, 2 balandras y alrededor de 65 embarcaciones menores. Se tomaron los cinco fuertes y 566 casas sin ninguna baja.
Esta acción está inmortalizada en el cuadro <<Pabellones hermanos>>, de Augusto Ferrer-Dalmau, obra realizada con el asesoramiento en los aspectos náuticos por el escritor Arturo Pérez-Reverte. El óleo muestra el momento en el que las fragatas española y norteamericana navegan en paralelo a su llegada frente a Nassau mientras son cañoneados desde la costa por los británicos, cuyas balas levantan penachos de espuma al impactar sobre las aguas. En este caso, las aguas tienen un color esmeralda, más caribeño.
La expedición contra Bahamas fue un éxito rotundo y se ocupó un punto estratégico muy importante en el Caribe. Sin embargo Bernardo de Gálvez, frustrado por la derrota naval francesa en la batalla de Dominica durante las operaciones navales en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos, se enojó porque Cagigal no había seguido sus órdenes de abandonar el ataque a las Bahamas y dispuso su arresto por el supuesto maltrato del general John Campbell.
La conquista de las Bahamas ayudó a conseguir la derrota británica en América (José Manuel Guerrero Acosta)
La victoria de españoles y norteamericanos en las Bahamas contribuyó a apuntalar la victoria de los rebeldes tras las derrotas de los redcoats en Pensacola y en Yorktown en 1781.
Fue una acción que ayudó a conseguir la derrota británica en América, en la zona del golfo de México y el Caribe (José Manuel Guerrero Acosta).
La dominación española duró poco. En 1783, Andrew Deveaux partió de San Agustín con 70 hombres, una fuerza a la que se le sumarían el bergantín corsario Perseverance, de 26 cañones, al mando de Thomas Dow, y el bergantín Whitby Warrior de Daniel Wheeler y 120 hombres. La expedición ancló frente al puerto de Eleuthera el 6 de abril, para asaltar la guarnición española en Nueva providencia.
Cuatro días después el barco español Flor de Mayo llegó a Nueva Providencia con un mensaje del gobernador de Cuba Luis de Unzaga y Amézaga, comunicando que las preliminares de la paz habían sido firmadas en Europa y que las Bahamas debían ser restauradas al Gobierno británico por un intercambio con la Florida Oriental.
Cuando la flotilla de Deveaux se acercó a Nueva Providencia el 13 de abril, el comandante español Antonio Claraco Sauz avistó al amanecer de la mañana siguiente un grupo de desembarco fuertemente armado bajando a tierra para ocupar Fort Montagu y tres guardacostas, obligándole a retirarse a su ciudadela. El 18 de abril los 600 españoles tuvieron que rendirse.
La corona española reconoció la soberanía británica sobre las Bahamas en intercambio por Florida Oriental bajo los términos del Tratado de París firmado el 3 de septiembre de 1783.
Ricardo Aller Hernández