SAN FRANCISCO JAVIER

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¡Oh, gran San Francisco Javier!, bienaventurado y glorioso, predicador incansable y prodigioso misionero que al servicio de Dios Padre recorriste el mundo entero: junto a ti adoro la Divina Majestad, me alegro especialmente por las gracias que te entregó en vida y por la gloria que te concedió después de la muerte.

Le doy gracias a Dios y te pido con todo el afecto de mi corazón, que mediante tu poderosa intercesión puedas concederme, sobre todas las cosas, la gracia de vivir una vida de Santidad y una muerte santa.

¡Santo protector de las causas perdidas glorioso San Francisco Javier!, tú que nunca te diste por vencido, te ruego me asistas con tu poder y me ayudes en esta especial necesidad que me angustia y considero perdida.

EL PERSONAJE

Castillo de Javier

Francisco de Jasso Azpilicueta Atondo y Aznárez de Javier nació el 7 de abril de 1506 en el Castillo de Javier (Navarra). Hijo de Juan de Jasso y Atondo, señor de Idocín, y María de Azpilcueta y Aznárez de Sada, hija de los señores de Javier, se le conocía por diversos nombres: aparece como Francisco de Jasso en el arrendamiento que hizo en Burguete en nombre de su madre, y también como Francisco de Jasso y de Xabier: Como jesuita no usó el apellido paterno, sino el materno, y firmaba sus cartas como Francisco de Xabier o solamente con Francisco, a excepción del francés de Xabier de la carta que Ignacio de Loyola le llevó en mano a Juan de Azpilicueta en 1535.


Fadrique Álvarez de Toledo

Su niñez estuvo marcada por los hechos históricos de la conquista del reino de Navarra por parte de las tropas castellano-aragonesas al mando de Fadrique Álvarez de Toledo, duque de Alba, y que llevó a la familia de Francisco a ser despojada de sus propiedades y ser su castillo desmochado por orden del cardenal Cisneros.

Francisco terminó eligiendo la carrera eclesiástica, marchando, tras llevar a cabo sus estudios en Pamplona a París en 1528, a la Universidad de la Sorbona, donde conoció a Ignacio de Loyola. Fue allí donde, junto a otros cinco compañeros, se constituyó el embrión de la futura  Compañía de Jesús.

JAVIER MISIONERO

          A san Javier se le conoce universalmente por sus misiones en el oriente asiático y en el Japón, una aventura que le llevó a recorrer más de 120 000 km (tres veces el diámetro de la tierra).

En 1537 se reunió con Ignacio de Loyola para viajar a Italia. Allí visitarían al papa Paulo III para pedirle su bendición antes de emprender el viaje a Tierra Santa, viaje que finalmente no podrían realizar por haber entrado en guerra Venecia con Turquía.


Pedro de Mascarenhas

Tras ser ordenado sacerdote, Javier aprovechó su estancia en Venecia mientras esperaba poder viajar a Tierra Santa para predicar por los alrededores. Ante la tardanza del viaje, Ignacio y él regresaron a Roma. De allí partieron a Lisboa (1540) a petición del embajador portugués en Roma, Pedro de Mascarenhas, que pidió en nombre de Juan III de Portugal a una partida de misioneros para enviarlos a las Indias Orientales. Para ese viaje, Francisco fue nombrado por el papa legado suyo en las tierras del mar Rojo, del Golfo Pérsico y de Oceanía, a uno y otro lado del Ganges.

El 7 de abril de 1541, día que Francisco cumplía 35 años, partió la expedición, llegando el 22 de septiembre a Mozambique. Tras ayudar en un hospital efectuó escalas en Melinde y Socotora, llegando a Goa el 6 de mayo de 1542, lugar donde prepararía un texto divulgativo basado en el catecismo de Juan Barros a la vez que predicaba la doctrina católica por la ciudad, a la vez que asiste a moribundos, visita a presos y socorre a pobres.

Tras rechazar el puesto de director del seminario de San Pablo, se embarcó ese mismo año para las islas de la Pesquería, en la costa de Goa, donde permaneció más de un año, tiempo en el que evangelizó a los indios paravas, traduciendo al tamil muchos textos cristianos.

Muchos cristianos se dejan de hacer en estas partes, por no haber personas que se ocupen en la evangelización. Muchas veces me mueven pensamientos de ir a esas Universidades dando voces como hombre que tiene perdido el juicio, y principalmente a la Universidad de París, diciendo en la Sorbona a los que tienen más letras que voluntad, para disponerse a fructificar con ellas; ¡cuántas almas dejan de ir a la gloria y van al infierno por negligencia de ellos! Es tanta la multitud de los que se convierten a la fe de Cristo en estas partes, en esta tierra donde ando, que muchas veces me parece tener cansados los brazos de bautizar, y no poder hablar de tantas veces de decir Credo y mandamientos en su lengua de ellos y las otras oraciones (San Francisco Javier).

En Manapar permaneció un mes con los makuas, donde bautizó a más de 10 000 personas. Luego, ante las noticias de la ejecución de cristianos en Ceilán, regresó a Goa para acompañar a las tropas que se iban a enviar para castigar las acciones del rey Jafnapatán, pero la acción nunca se llevó a cabo.

          En 1545 partió a las Molucas junto a Juan Eiro, llegando a Malaca poco después. Durante tres meses, Francisco Javier aprendió el idioma y se familiarizó con la cultura local; también tradujo, con ayuda de gentes entendidas, la parte básica de los textos de la doctrina católica.

Pasados los tres meses, partí de esta ciudad de Maluco para unas islas que están 60 leguas de Maluco, que se llaman las islas del Moro», porque en estas había muchos lugares de cristianos y eran pasados muchos días que no eran visitados, así por estar muy apartados de la India, como por haber muerto los naturales de la tierra un Padre que allá fue. En aquellas islas bauticé muchas criaturas que hallé por bautizar, y estuve en ellas tres meses, y visité en este tiempo todos los lugares de cristianos; consoléme mucho con ellos y ellos conmigo  (San Francisco Javier).

Milagro del cangrejo

Partió hacia Amborio y Ternate en 1546, después de preparar las Instrucciones para los catequistas de la Compañía de Jesús. Sería en esa época cuando en Baranula un cangrejo le devolvió el crucifijo que había perdido durante una tempestad.

¡Oh cristianos!, ¿qué será de nosotros, cuitados, si los demonios por un pecado de soberbia fueron lanzados de los cielos al infierno y Adán y Eva, por otro pecado de soberbia, del paraíso terrenal? ¿Cómo nosotros, tristes pecadores, subiremos a los cielos con tantos pecados, siendo clara nuestra perdición? (San Francisco Javier).

Después de realizar labores de reordenación y supervisión de las misiones establecidas en India y Molucas, partió para Japón junto a Cosme de Torres, Juan Fernández y el traductor Anjirō, el Domingo de Ramos del año 1549.

JAPÓN

El elemento sobrenatural influyó también notablemente en la determinación del viaje a Japón. En enero de 1548 comunica a Ignacio que aún no está resuelto definitivamente si irá él mismo a Japón, y añade: «Pido a Dios que me inspire con toda claridad lo que sea más de su agrado» (doc.60,4). Un año después hace al mismo Ignacio esta confidencia: «Yo no dejaría de ir a Japón, por lo mucho que tengo sentido dentro en mi ánima, aunque tuviese por cierto que me había dé ver en los mayores peligros que nunca me vi, por cuanto tengo muy grande esperanza en Dios nuestro Señor que en aquellas partes se ha de acrecentar mucho nuestra santa fe» (doc.70,10). La ida al Japón se le presenta al decidido misionero como obligación ineludible de conciencia. Confiesa solemnemente a sus hermanos de Europa: «después que Dios nuestro Señor quiso darme a sentir, dentro en mi alma, ser él servido que fuera a Japón, para en aquellas partes servirlo, paréceme que, si lo dejara de hacer, fuera peor de lo que son los infieles de Japón (Zubillaga, Félix – Cartas y escritos de San Francisco Javier).

Francisco Javier llegó a tierras niponas el 15 de agosto de 1549, desembarcando en Kagoshima, entonces capital del reino sur del Japón, permaneciendo en tierras japonesas durante dos años y tres meses.

Con la colaboración de su compañero Pablo de Santa Fe evangelizó por tierras niponas e hizo que se tradujera la obra Declaración de los artículos de la Fe, que se aprendió de memoria y solía recitar en las esquinas, pero la misión no resultó exitosa.

Cuando íbamos por las calles, los niños y otra gente nos perseguía, haciendo escarnio de nosotros, diciendo: «Estos son los que dicen que hemos de adorar a Dios para salvarnos, y que ningún otro nos puede salvar sino el Criador de todas las cosas” (San Francisco Javier).

En 1550 se dirigió al norte, fundando una pequeña colectividad cristiana en Hirado. De allí marcharía a Yamaguchi, luego a Sakai y finalmente a Meaco, donde intentó de forma infructuosa ser recibido por el emperador.

Pintura de Fco. Javier en Yamaguchi

De nuevo en Yamaguchi, obtuvo la garantía de respeto a los conversos al cristianismo, incentivando así su labor predicadora hasta que en 1551 le convocó el príncipe de Bungo, quien le permitió predicar en esas islas.

Francisco Javier dejó una huella en Yamaguchi que hoy se nota todavía: En 1950 se levantó una iglesia católica para conmemorar el 400 aniversario de la llegada de los jesuitas, y aunque la iglesia ardió por completo, en 1991, con fondos recaudados por suscripción popular en una provincia budista-sintoísta en la que los católicos son solo el 0,7 %, se levantó un nuevo templo de mármol blanco.

Iglesia católica Yamaguchi

Grande es la consolación que llevamos en ver que Dios nuestro Señor ve las intenciones, voluntades y fines por que vamos a Japón. Y pues nuestra ida es solamente para que las imágenes de Dios conozcan a su Criador, y el Criador sea glorificado por las criaturas que a su imagen y semejanza crió, y para que los límites de la santa madre Iglesia, esposa de Jesucristo, sean acrecentados, vamos muy confiados que tendrá buen suceso nuestro viaje. Dos cosas nos ayudan a los que en este viaje vamos, para vencer los muchos impedimentos que el demonio pone por su parte: la primera es ver que Dios sabe nuestras intenciones; la segunda, ver que todas las criaturas dependen de la voluntad de Dios, y que no pueden hacer cosa sin permitirlo Dios. Hasta los demonios están a obediencia de Dios, porque el enemigo, cuando quería hacer mal a Job, pedía licencia a Dios (San Francisco Javier).


Yoshitaka Ouchi

Las referencias al santo navarro son numerosas en la ciudad: el lugar donde se cree que estuvo el templo Daido-ji, lugar que se facilitó a los misioneros como residencia, es ahora el parque de San Javier. También hay un museo con toda la iconografía de la aventura jesuita en Japón y piezas históricas, aparte de una estatua tamaño natural del santo junto a un pozo, en recuerdo a los momentos en los que el misionero navarro se dirigía dos veces al día a los japoneses junto a un brocal para predicar y evangelizar. Por otro lado, cada 3 de noviembre se celebra el día de España, y se hace un pasacalles en el que se sacan en honor de las fiestas de San Fermín, donde desfila una cabalgata con dos figuras de gigantes: una del misionero navarro y otra de Yoshitaka Ouchi, el señor feudal que le permitió residir en Yamaguchi.

La ciudad de Yamaguchi se hermanó con Pamplona en 1980 y la Prefectura homónima con la Comunidad Foral de Navarra, en 2003. En Pamplona existe una plaza Yamaguchi, con un jardín japonés y una de las bibliotecas públicas se llama Biblioteca Yamaguchi, con un notable catálogo de literatura japonesa.

INDIA, CHINA

Al poco tiempo Francisco Javier volvió a la India en la nao Santa Cruz de Diego de Pereira, quien le dio la idea de organizar una embajada a China en nombre del rey de Portugal para entablar negociaciones de paz. Cuando llegó a Malaca supo que la India había sido nombrada provincia jesuítica independiente de Portugal y que él era su provincial.

Por la misericordia y piedad de Dios nuestro Señor llegó la nao de Diego Pereira, y todos los que veníamos en ella, a salvamento a este puerto.

Armas del linaje de A. de Ataide

          En 1552 puso rumbo a China junto al sacerdote Gago, el hermano Álvaro de Ferreira, Antonio de Santa Fe y un criado indio llamado Cristóbal. Al llegar a Malaca tuvieron conflictos con el Capitán de Mares, Álvaro de Ataide, llegando a la isla Shangchuan a finales de agosto, donde un barco chino que debía introducirles clandestinamente en el continente. Francisco Javier se encontraba en una choza acompañado de Antonio de Santa Fe cuando enfermó de pulmonía.

Madre de Dios, ten misericordia de mí, Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí.

El 3 de diciembre de 1552, Francisco Javier se durmió en el Señor cuando contaba 46 años de edad.

Su cuerpo fue desenterrado

Unos portugueses del Santa Cruz ayudaron a Antonio de Santa Fe a introducir el cuerpo inerte de Francisco Javier en una caja de madera, agregar cal al ataúd y enterrarlo. Después de 3 meses, su cuerpo fue desenterrado para trasladarlo a Malaca, y al revisar el cuerpo vieron que estaba fresco, como si estuviera vivo.

En aquella ocasión, lo metieron en una caja mejor, le untaron brea y se lo llevaron. Una vez en Malaca lo recibieron con entusiasmo y a su llegada cesó de forma milagrosa la gran mortandad que había. También hay constancia de que un enfermo lo besó y quedó curado.

Basílica del Buen Jesús de Goa.

Su cuerpo fue conducido a Goa en 1554, donde a petición de él mismo quería ser enterrado. Esa ciudad resguarda el cuerpo incorrupto de San Francisco Javier en la Basílica del Buen Jesús de Goa.

San Francisco Javier fue canonizado por Gregorio XV el 12 de marzo de 1622, junto a san Ignacio de Loyola, santa Teresa de Jesús, san Isidro Labrador y san Felipe Neri.


Pío XI

En 1748 Benedicto XIV lo nombró patrono de oriente, todas las tierras al este del cabo de Buena Esperanza y en 1904 Pío X lo designó patrono de la Obra de la Propagación de la Fe. En 1927 Pío XI le asignó el patronazgo universal de las Misiones junto a santa Teresita del Niño Jesús; Pío XII lo proclamó en 1952 patrono del turismo y, además, es también patrono de la Rama Caminantes dentro del Movimiento Scout católico.

Copatrón de Navarra junto con san Fermín de Amiens, su festividad se celebra el 3 de diciembre.

Anualmente, en los primeros días de marzo, se celebra una masiva peregrinación en su recuerdo hasta el Castillo de Javier, las conocidas como javieradas.

Ricardo Aller

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