JOSÉ CALVO SOTELO, jefe de la oposición en 1936

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José Calvo Sotelo

José Calvo Sotelo nació el 6 de mayo de 1893 en Galicia, en las tierras bajas, en Tuy. José era el primer hijo del matrimonio de Pedro y Elisa. El padre ejercía la función judicial y era profundamente religioso.  En La Coruña asistió al colegio católico de Santa María. Posteriormente, siguió con el Bachillerato en Lugo, ciudad a la que destinaron a su padre, sin que su estudio y afición a la lectura se vieran mermados. Calvo Sotelo era de una inteligencia portentosa y de una decisión y aplomo fuera de lo común a su edad. Pronto se decantaría por el ámbito jurídico. La monografía de Calvo Sotelo versará sobre la teoría del abuso de los derechos subjetivos. En ella hizo unas distinciones que sirvieron después a estudiosos de la materia y que ejerció influencia en los Tribunales. Calvo Sotelo pertenecía a una familia austera que siempre se abstuvo de lujos y que se afanaba en la propia superación personal y en el esfuerzo individual. Uno de sus amigos de infancia diría de él: Desde niño quiso ser el último en desistir para ser el primero en el saber y, si fuera posible, el único en mandar. Fue Premio extraordinario de licenciatura y Doctor en Derecho. 

Ministro de Hacienda

Escogió entonces el camino de la política y participó en las “Juventudes Mauristas”. El gobierno de Maura de 1907 a 1909 había sido de los más fecundos del reinado de Alfonso XIII y ofrecía un partido compacto y disciplinado frente a la desunión de los liberales. Maura era un hombre de fuertes convicciones monárquicas y muy religioso. “La monarquía es el núcleo de la nacionalidad, en ella se plasma la vida nacional”, decía. Con tan solo 28 años, Calvo Sotelo presidió el gobierno civil de Valencia y tuvo un papel relevante en el ámbito municipal  y provincial. Después encabezó el Ministerio de Hacienda con tan solo 32 años e impulsó un nacionalismo económico: nacionalizó la industria del motor, del automóvil y la de la construcción de buques. 

Semana trágica

Calvo Sotelo había nacido en un hogar cristiano, lo que determinaría la inclinación cristiana de sus actos y de sus proyectos cimentados sobre la idea del Estado monárquico, un nuevo estado que defendía “la Corona rematada por la Cruz, ciñendo las sienes de esa augusta matrona que se llama España”. Ya en Zaragoza, entró de lleno en el estudio jurídico mientras en su casa se seguía llevando una vida austera, de sacrificios y renunciamientos. Pero también José Calvo Sotelo pasó allí los mejores años universitarios. Cuando comenzó sus estudios en la Universidad habían ocurrido en el verano de 1909 los sucesos sangrientos de Barcelona, conocidos como la “Semana Trágica”. Fue entonces cuando comenzó su propaganda callejera y la lucha popular contra los jóvenes del Frente Popular de Lerroux. Cuando Maura movilizó a veinte mil reservistas, sobrevino la Semana Trágica de Barcelona, que le anuló como político y le costó su caída. Calvo Sotelo heredó la mentalidad liberal de Maura, pero demostró también su desilusión por el régimen liberal. Pero, a pesar de la caída de Maura en el foco maurista del Ateneo, seguía preservando su ideario un grupo de intelectuales, entre los que se encontraba José Calvo Sotelo. Este se ejercitó en la dialéctica en el viejo Ateneo madrileño; era contundente en su discurso, documentado y convincente. Fue en ese espacio intelectual donde se forjó: “el acero de su elocuencia y su argumentación”. Después se mostraría partidario de una monarquía fuerte y sólida. “Con la Corona y cruz por símbolo, la bandera roja y gualda por enseña y por contenido la tradición”. Para ello había que dar al Estado cimientos sólidos y perdurables. Allí trabó amistad con el conde de Vallellano. Desde entonces se enfrentó con estoico valor a sus enemigos políticos, con claridad y convicción de ideales, propias de un abogado del Estado número uno de su promoción,  por las que además ya tenía un medio de vida asegurado con 22 años.

En la etapa universitaria uno de sus profesores le dió la posibilidad de colaborar en un nuevo periódico católico que servía a Dios y a la Iglesia y Calvo Sotelo pasó a ser redactor y contertulio de «El Noticiero». La publicación fue objeto de múltiples ataques por parte de los republicanos. Allí sus compañeros redactores presintieron la gran figura nacional en que se iba a convertir luego. Allí colaboró como crítico musical en su sección “Noches del Real”: daba fe de todos los estrenos musicales que presenciaba y detalles de espectáculos, como los del Ballet ruso, una función que Alfonso XIII y su familia nunca se perdían. Calvo Sotelo se trasladó a Madrid donde viviría en la calle San Quintín, cerca del Palacio Real, hasta su matrimonio con doña Enriqueta Grondona Bandrés. Al proclamarse la República tuvo que exiliarse a París y volver al periodismo para recomponer su precaria situación económica. Aquella situación avivó aún más si cabe sus sentimientos patrióticos. Allí cultivó aún más sus conocimientos intelectuales. Calvo Sotelo destacó por su oratoria, con sus discursos en pro de la unidad de España, lo que le hizo ganar muchos enemigos por su dialéctica tan decidida: “A por España, reina, señora y madre de todos nosotros; a por España, a por ella , a continuar nuestra Historia, a liberarla de las tretas que la combaten …”. 

Asesoría Jurídica del Banco de España

En 1914 obtuvo el número uno en las oposiciones de Oficiales Letrados del Ministerio de Gracia, donde era oficial letrado el conde de Vallellano y coincidieron un tiempo juntos, teniendo una gran amistad. La Primera Guerra Mundial cambió en cierto modo el aspecto de Madrid y trajo una nueva realidad social. Calvo Sotelo seguía escribiendo y hacía críticas musicales para el semanario madrileño “Vida ciudadana”, publicación maurista del Ateneo de Madrid. El era un acérrimo wagneriano y no le agradaba la música de Puccini. Cuando sobrevino la guerra suspendió la tirada para servir a la neutralidad de España. Por entonces, se fundó “El Debate”, que guardaba una relación íntima con “El Noticiero”. Calvo Sotelo obtuvo el premio extraordinario del Doctorado, al tiempo que formó parte de la Juventud Maurista. En 1917 sería profesor auxiliar de la Facultad de Derecho de la Universidad Central. A los 25 obtuvo un puesto en la Asesoría Jurídica del Banco de España. Su vocación política eclipsó esa formación profesional y empezó a trabajar como secretario de Antonio Maura, un hombre de Estado que había iniciado su actividad en el gobierno de Silvela. 

Calvo Sotelo seguía practicando el periodismo en Madrid. Consideraba que si la monarquía había caído en 1931 era debido a una serie de defectos que había que corregir: «Si algún día cambia España su régimen, nunca será para una «restauración», sino para una «instauración». Esto es, que la Monarquía, aunque retorne, no podría volver a ser «en nada, absolutamente en nada», lo que era la que pereció en 1931».[ La idea de «instauración» frente a «restauración» sería recogida posteriormente por Franco en reiteradas ocasiones, y, muy señaladamente, en su discurso de 22 de julio de 1969 con motivo de la proclamación de don Juan Carlos como príncipe heredero. En diciembre de 1931 bajo el seudónimo de Máximo se ocultaba la personalidad de Calvo en sus escritos y sus artículos posteriores desde Madrid presagiaban la catástrofe. 

Elecciones de 1936

Cuando llega la República sus paisanos le eligen como diputado por Orense en las elecciones de 1936. En julio de 1936 Madrid era un hervidero de tensiones y enfrentamientos. El día 12 se produjo el asesinato del teniente de asalto José del Castillo, izquierdista y masón, cuando se dirigía al Cuartel de asalto de Pontejos, después de que le llegaran amenazas de muerte. Tenía treinta y cinco años y estaba casado. Cuando le llevaron al centro asistencial de la calle de la Ternera era ya un cadáver.

Calvo Sotelo y su familia

Tres horas después José Calvo Sotelo recibirá la misma suerte. “No te aflijas — le había dicho a su mujer —. Soy diputado y me protege la Constitución, a no ser que me lleven para pegarme cuatro tiros”. Al parecer Calvo Sotelo en su momento desconfiaba de los nuevos policías que le habían asignado de escolta diez días antes. Su amigo Joaquín Bau le había prevenido acerca de lo que podía pasar y le había regalado un coche con el propósito de hacerlo blindar, pues uno de los nuevos escoltas, Rodolfo Serrano Parte, el día 7 de julio, contactó al diputado Bau, para confesarle que en la Dirección General de Seguridad les habían transmitido que su función no era la protección de Calvo Sotelo sino espiarle, y que en caso de atentado tuvieran una actitud «pasiva y hasta cómplice», tal y como recogen las memorias de Gil-Robles.


«La Motorizada»

Calvo Sotelo al parecer no creó una escena violenta para ahorrar el espectáculo a su familia. Al bajar le comunicó al portero que no había podido hablar con nadie por teléfono. Esa noche estaban dos policías de guarda nocturna: Antonio Oñate y Andrés Pérez Moler. Un grupo de guardias de asalto, entre los que se encontraban miembros de la milicia socialista, amparados en las credenciales de la Guardia Civil de Condés — un militante socialista español, perteneciente a la milicia conocida como «La Motorizada» — entraron en casa del diputado monárquico Calvo Sotelo con el pretexto de efectuar un registro, y a quien pidieron les acompañase a la sede de la Dirección General de Seguridad.

Camioneta de la G. Civil

De ahí le llevaron en una camioneta en dirección a la calle Alcalá: Luis Cuenca Estevas fue quien poco después, en la camioneta, le disparó dos tiros en la nuca. Este se había destacado por proteger a Indalecio Prieto, durante el mitin de Écija. 

Las circunstancias del asesinato perpetrado por Luis Cuenca fueron de represalia por la muerte del teniente Castillo unas horas antes, pues éste además era quien entrenaba a la milicia La «Motorizada» junto con Condés. De ahí el cuerpo de Calvo Sotelo fue llevado al depósito de cadáveres del Cementerio de la Almudena, y Condés dijo que era el cuerpo de un hombre indocumentado.  Fueron arrestados varios Guardias de Asalto, pero en cuanto comenzó la guerra civil, cinco días después, fueron puestos en libertad. Algunas tesis sugieren de que acudieron antes a casa de Gil-Robles y al no encontrarlo en su domicilio fueron al de Calvo Sotelo.  

Reconstrucción de la muerte de Calvo Sotelo

La muerte de Calvo Sotelo era un crimen de Estado, pues era contra el jefe de los monárquicos, de la oposición — por ser diputado de Renovación Española, que se había fundado en 1933 — y porque los autores del magnicidio fueron miembros de los propios cuerpos de seguridad. Su madre, temerosa por los discursos parlamentarios que había proferido en enero de 1936, le había advertido con un cruel realismo: “Te van a matar, hijo, te van a matar”. Cuando murió asesinado la madrugada del 13 de julio, aquellos paisanos gallegos suyos se estremecieron ante lo ocurrido, pues Calvo Sotelo era un hombre fuerte de las derechas y uno de los principales enemigos de la república, con la que no quiso transigir y aborreció desde sus orígenes.

Cadáver de Calvo Sotelo en el Cementerio del Este

Su propósito era acabar con ella y por ese motivo se había convertido en uno de los principales líderes de la derecha antirrepublicana, especialmente tras la derrota de Gil-Robles en las elecciones de febrero del 36, en  donde, parece ser,  hubo fraude electoral, pues, fue cierto que el centro y las derechas sumaron más apoyos, pero no supieron convertirlos en una victoria por su falta de cohesión. 

Portela Valladares

Calvo Sotelo se convertiría en la víctima de mayor relevancia y en la última antes del desencadenamiento de la Guerra Civil, debido al golpe de estado y el triunfo del Frente Popular en las elecciones de julio de 1936. Tanto Portela Valladares como el general Molero, resistieron las presiones de los jefes militares, encabezados por el general Franco, y de los líderes de la derecha antirrepublicana, José María Gil Robles y José Calvo Sotelo, para declarar el estado de guerra tras conocerse el triunfo del Frente Popular en las elecciones. Por su parte, muchos de los militares que dudaban si participar o no en la conspiración militar organizada por el general Mola, se vieron más convencidos para finalmente decantarse a favor de la sublevación militar. Un caso singular fue el del general Francisco Franco, tal y como recoge el testimonio de su primo y ayudante Francisco Franco Salgado-Araujo: «Con gran indignación, mi primo afirmó que ya no se podía esperar más y que perdía por completo la esperanza de que el gobierno cambiase de conducta al realizar este crimen de Estado, asesinando alevosamente a un diputado de la nación valiéndose de la fuerza de orden público a su servicio».


Luis Cuenca Estevas

Tras el comienzo de la Guerra civil, Cuenca marchó al frente de Somosierra, donde moriría en combate a los pocos días de empezar la contienda.

Calvo Sotelo será considerado después “protomártir”, pues con su entrega se había impuesto en valor a todos los hombres de la monarquía. Él estaba llamado a ser uno de los principales líderes tras el derribo de la República. Entre sus afines en política fue sobre los que demostró tener una superioridad innata y forjada de preparación y talento.

Angel Galanza

Sobre sus enemigos Calvo Sotelo demostró siempre una sapiencia y así le dijo a Casares Quiroga: “es preferible morir con gloria a vivir con vilipendio”. El socialista Angel Galanza justificó incluso que se cometiera el atentado personal contra Calvo Sotelo: «… la violencia puede ser legítima en algún momento. Pensando en S.S. encuentro justificado todo, incluso el atentado que le prive de la vida». 

Tras estas palabras fue aplaudido por sus compañeros en la sesión plenaria de las Cortes en 1936, unas palabras que no quedaron registradas, pero se propició que la guerra civil se declarase, según algunos historiadores, “antes en el parlamento que en la calle”.


Fernando Suarez de Tangil conde de Vallellano, José María Gil Robles, Juan Ventosa Calvell y José María Cid. 

Su amigo el conde de Vallellano, junto con Gil Robles, fueron quienes, en la sesión de la Diputación permanente de las Cortes, levantaron, en nombre de todos los españoles honrados y como jefe del Bloque Nacional, su más encendida protesta contra el crimen de Estado perpetrado en la persona de José Calvo Sotelo e hicieron responsable del mismo al gobierno de Casares Quiroga. 

Funeral

El sacerdote Ramón Castelo, encargado de la dirección de su colegio en Lugo, lloró como un segundo padre cuando supo de su asesinato. Una lápida en la casa natal perpetuaba el nacimiento de un chico que había optado en la etapa universitaria, como su padre, por el camino del Derecho para formarse bajo las ideas de justicia y equidad y ponderación. Una escultura de piedra blanca de Xoán Piñeiro fue el monumento que Galicia dedicó al estadista. En 1950 al cumplirse los catorce años del horrible crimen de estado se le tributó junto con sus descendientes un merecido homenaje en la catedral de Tuy. 

Inés Ceballos

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