Concurso V Centenario: Magallanes – Elcano, una travesía memorable

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Narración creada y enviada por Alejandro Antonio Montes Ferrer

“Aquello que más debemos estimar y tener es que hemos descubierto y dado la vuelta

a toda la redondez del mundo

Juan Sebastián Elcano

Era el 6 de septiembre de 1522 cuando la nao Victoria, junto a un puñado de hombres exhaustos y famélicos, regresaba tras más de un año de travesía al puerto de Sevilla. Cumplían la misión. Realizar la primera circunnavegación al mundo de la historia. Esta hazaña tuvo sus inicios años atrás, las cinco naves- Trinidad, Concepción, San Antonio, Santiago y Victoria- y sus 239 tripulantes fueron comandadas por el intrépido Fernando de Magallanes, tras un largo periplo marino lleno de inclemencias climáticas, rebeliones y enfrentamientos con nativos.

Quizá estos hombres no eran los más valientes pero tenían la suficiente fe o valentía desmedida para adentrarse en esta empresa de ultramar llena de misterio y peligro. Era una puerta hacia lo desconocido. El mundo medieval de las ideas moría lentamente para dar paso a una época de descubrimientos, de ciencia, humanismo y renacimiento. Era la Edad moderna. Nuestros héroes sin embargo poco conscientes eran de estos cambios que la historia nos daba. Por eso, a caballo entre ambos mundos, el medieval y el moderno, se construye el significado y la naturaleza de la empresa Magallanes –Elcano. La travesía, en cierto modo democratizaba a cada tripulante. Todos, grandes de España y humildes navegantes, sentían miedo, desesperanza, cansancio y desconfianza.

El albor de la Edad Moderna dejaba entrever el nacimiento de su primer imperio, el español. Carlos V, emulando la inteligencia que tuvo años atrás Isabel de Castilla, confió en el proyecto de Magallanes. El portugués, hombre autoritario, mitad soldado mitad navegante, alentaba al monarca a financiar el proyecto. Su propósito, buscar un paso al Oeste en la costa sudamericana y llegar a las Islas Molucas, llena de especias para comerciar.

Toda esta memorable historia empieza en la capital hispalense atravesada por el rio Guadalquivir. Magallanes realiza un pequeño descanso en Sanlúcar de Barrameda y tras ello, dirige sus embarcaciones a Canarias. Con gran astucia, el portugués sigue la ruta Sur-Oeste desembocando directamente en la actual Argentina y Uruguay y evitando así los dominios portugueses.

La tripulación era de lo más variopinta, llena de hombres de orígenes diversos: portugueses, españoles, italianos, griegos y flamencos compartían el viaje. Paradójicamente la fuerte personalidad de Magallanes se hizo necesaria para solventar las conspiraciones. Desde el principio, Juan de Cartagena, quien era general y capitán de la tercera nao, y Magallanes entraron en disputa por la toma de decisiones. Era una lucha de titanes. En una ocasión, Cartagena, cerca de la costa de Guinea, con el mar en calma y las naves surcando el océano, saludó desde su nave al portugués que le acompañaba en paralelo:

– Dios os salve, señor capitán y maestre y buena compañía-

– Llámeme capitán general- Magallanes espetó enfurecido.

Días después, esperando el momento propicio se acercó a Cartagena junto a otros capitanes diciendo: -¡Sed preso!-. Así el portugués zanjaba cualquier atisbo de rebelión y ejercía un golpe de fuerza y autoridad al resto de la tripulación.

Magallanes se muestra intransigente ante cualquier atisbo de duda sobre sus decisiones. Así, en marzo de 1520, en el llamado puerto de San Juan, se inició una rebelión contra su persona. Gaspar de Quesada y Luis de Mendoza son descuartizados, Juan de Cartagena al destierro. La rebelión nos muestra que esta empresa mostraba la profundidad de la naturaleza humana: desconfianza, doblez, traición y crueldad no eran sentimientos ajenos a nuestros acompañantes. Sin embargo, como toda obra del hombre, la debilidad y la heroicidad generalmente iban cogidas de la mano.

El 13 de diciembre, desembarcan por primera vez en lo que hoy en día es Rio de Janeiro. Le siguen territorios inhóspitos y desconocidos a cada paso de la costa oriental del continente americano. Montevideo, Rio de la Plata, Punta de Piedras… cada entrante de mar en tierra era una esperanza para los nuestros que buscaban de forma ansiosa el definitivo viraje hacia occidente rodeando el continente americano. La nave Santiago se hundía en la profundidad de los mares que bañaban el puerto de Santa Cruz.

Al fin, el estrecho que lleva el nombre de nuestro navegante, y en adelante, se presentaba un mar enorme sobre todo un conjunto de islas:

Filipinas, Islas Molucas, Brunei, Islas de Timor y de ahí hasta Cabo Verde donde finalmente, apocas millas, le esperaba su ansiado destino: Sanlúcar de Barrameda.

El 27 de abril de 1521 en las Islas Cebú, encontró Magallanes su muerte batallando contra los indígenas en la batalla de Mactán. Su relevo lo toma Juan Sebastián Elcano, hombre inteligente y lleno de temple que comandó la tripulación hasta la llegada a España.

Antonio Pigafetta, noble italiano, hizo las veces de cronista de nuestra expedición. Con pinceladas de fantasía y sorpresa, quizá por el cansancio o por el miedo a lo desconocido, nos cuenta uno de los episodios más legendarios del viaje: ¡Mirad señor, gigantes! – exclamaba el italiano a Magallanes ante la presencia de los Patagones, el legendario pueblo de gigantes que habitaba la Patagonia. En Pigafetta encontramos al hombre del Medievo que intuye de algún modo el inicio de una nueva época, la modernidad.

Entrando al puerto de Sevilla llega la Nao Victoria, mientras las aguas del Guadalquivir acariciaban dulcemente la embarcación como si de una bienvenida se tratase. Al fin, llegaban al destino. Nuestros tripulantes funden en salvas la pólvora que le quedaba y esta melodía acompasaba el leve caminar de los dieciocho, que descalzos en procesión hacia tierra firme, portan cirios, creando así un atmosfera solemne. La virgen María, esperanza y consuelo de nuestros marineros es también guardiana y guía de nuestros últimos hombres.

Hace medio siglo, una vez más recordamos la historia de España. La hispanidad como ente social, político y cultural nos recuerda una realidad palpable: nuestra identidad.

¡España!… ¿Quién fuiste? ¿Quién eres? España es valentía por adentrase en mares desconocidos. España es progreso por ser la iniciadora de una concepción universal de la humanidad en la edad moderna. España es solidaria y es humanismo por la fusión cultural y étnica de su imperio. España es catolicidad por concebir cada empresa política como parte de un destino transcendente.

Una mirada a nuestra historia nos enseña que España nació con vocación internacional, puesta su mirada en América latina, parte fundamental de nuestra esencia, de nuestra identidad. Esto es la hispanidad, que bajo la protección de la virgen, se constituye como defensora de los valores de Cristo en el mundo.

Por ello hoy más que nunca, los españoles de aquella época dorada nos enseñan el valor de la unidad de nuestra patria y la solidaridad entre los españoles de distintas regiones que conforman nuestro país. Nos enseñan también que juntos realizamos proyectos dignos de recordar. En definitiva nos enseña que aquellas gestas eran expresión del más hondo sentimiento de lucha, perseverancia y fe. A la luz del proyecto de Magallanes-Elcano empieza a surgir el germen de lo que fue, uno de los mayores imperios de la historia.

¿Qué es la hispanidad? La hispanidad es América latina, son más de 500 millones de hispanohablantes, la hispanidad es uno de los baluartes del catolicismo en el mundo, es el Siglo de Oro, la Escuela de Salamanca y tantas otras obras, acciones y empresas que conforman nuestro patrimonio.

Ginés de Mafra, Hernando de Bustamante, Miguel de Rodas, León Pancaldo, Esteban Gómez son algunos de los nombres que quedarán para la posteridad. Son los nombres de héroes, sobrevivientes de esta gran misión que pocos hoy pueden recordar. Recordar que tiempo atrás se construyó nuestra nación, se construyó nuestra amada España.

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