Discurso de Dionisio Inca (1 febrero 1811)

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Dionisio Inca Yupaqui es el nombre completo de uno de los productos de la presencia de España en América. Se le conoce por el discurso que hizo en Cádiz el 1 de febrero de 1811, frente a las Cortes reunidas durante la prisión, en Francia, de Fernando VII. Representaba al Virreinato del Perú, en calidad de suplente, ya que debido a las dificultades de comunicaciones, los diputados titulares no pudieron llegar a Cádiz. La asamblea tomó una decisión un tanto especial y se nombraron como suplentes a algunos de los residentes en Cádiz en aquel momento y que fueran oriundos de los territorios representados. Dionisio era  teniente coronel de un regimiento de dragones en la Península y había nacido en el Virreinato del Perú y fue nombrado suplente.

El discurso de Dionisio fue bastante duro. Lo inicio con una presentación afirmando que era “Inca, indio y americano” y reclamando que cesaran los maltratos, la discriminación y la desigualdad que sufrían los indígenas en América. Propuso un decreto, instruyendo a los virreyes y audiencias para «Que con suma escrupulosidad defiendan a los indios, y cuiden que no sean molestados ni afligidos, en sus personas y propiedades, ni se perjudique en forma alguna a sus personas y privilegios». Un mes más tarde, hizo otro discurso abogando para que se incluyera en la futura Constitución un texto que declarara la igualdad entre blancos e indígenas. Ambos discursos tuvieron eco en los decretos de las Cortes del 13 de marzo de 1811 y el 9 de noviembre de 1812, que eliminaban algunos tributos específicos en América.

En 1814 suscribió el llamado “Manifiesto de los Persas”, documento de tendencia monárquico absolutista, y que denunciaba los excesos de la Constitución de 1812 y exigió volver y recuperar el espíritu de la Constitución. Nada más se sabe de Dionisio.

¿Pero quién era Dionisio Inca? Cuando se escarba en la documentación se descubren cosas bastante extrañas. Para empezar, siempre se había afirmado que había nacido en Cuzco, cuando la realidad es que según el acta de bautismo encontrada en el Archivo Arzobispal de Lima, nació el 9 de octubre de 1760 en Lima y según dicha acta, era hijo legitimo de Don Domingo Ampuero y Doña Isabel Bernal. Lo primero que salta a la vista es que los apellidos de sus padres no cuadran con los que ostentaba en 1811 durante sus discursos en Cádiz.

Siguiendo sus vicisitudes vitales, vemos que con 7 u 8 años se embarca con su padre hacia España y entra en el Colegio de Nobles de Madrid. Le seguimos la pista cuando sirve a la Armada Española, lo hace bajo el nombre de Dionisio Uchu Inca Yupanqui. En el expediente de servicio de la Armada dice ser, ”nieto legítimo por línea recta de Varón del Ynca Huaina Capac duodécimo y último Emperador del Perú”. En la Armada participa en diversas acciones contra los ingleses y en el norte de África, aunque nunca llegó a destacar.

En 1786, hizo valer su origen real (descendiente del último emperador Inca) y solicitó una pensión para su padre y para sí mismo, alegando su ascendencia y su situación económica actual.

Este tipo de solicitudes no eran raras en aquellos tiempos y las autoridades debían tomarse su resolución con atención, ya que, si por un lado las arcas reales no andaban sobradas, por el otro, desestimar solicitudes de este tipo podían generar descontento dentro de las filas de los criollos y mestizos pertenecientes a la aristocracia americana. El caso es que la administración real desestimó su solicitud y como compensación le otorgó el cargo de teniente coronel de dragones. Con esta graduación participó en diversas acciones durante la guerra contra el ejército napoleónico, pero probablemente quedó el resquemor por haber sido rechazado.

Es fascinante la figura de este personaje. Se proclama “Indio”, cuando es probablemente mestizo. Reniega de sus apellidos paterno y materno y toma otros que no son tales ya que “Inca” es un titulo, no un apellido.

De todas formas, en medio de la niebla que esconde un pasado no tan lejano, vemos algunas luces claras. Por un lado una persona que se declara “Indio” es aceptado en una asamblea española. Esta persona puede lanzar soflamas y criticas, con toda libertad hacia el gobierno y la sociedad que le entorna, todo ello a principios del siglo XIX. En la misma época, en el ambiente anglosajón, francés o neerlandés, por citar solo unos cuantos ejemplos, esto sería totalmente imposible e inimaginable. Pero fue posible en la Cádiz española de 1811.

Manuel de Francisco Fabre

https://es.wikipedia.org/wiki/Dionisio_Inca_Yupanqui

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