Flavius Leovigildus Rex

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  Leovigildo aparece como rey de los godos tras un periodo turbulento en el cual se suceden el asesinato de Teudiselo en 549,  la rebelión de la ciudad de Córdoba contra su sucesor Agila, también asesinado en 555, quedando Atanagildo como soberano, el cual pudo reinar hasta 567, muriendo, sorprendentemente, de muerte natural. Con dicha muerte, se abrió una etapa de cinco meses durante la cual el trono quedó vacante. Este vacío de poder, aunque efímero, fue también excepcional, puesto que siempre se procuraba tener un heredero designado por si el rey fallecía repentinamente. Con cierto desconocimiento de lo sucedido desde la muerte de Atanagildo, llegamos al reinado de Liuva I, dux de Septimania. La debilidad de la corona preocupaba enormemente a la nobleza, viendo su reino en peligro por la amenaza de sus vecinos, los francos. De ahí que, un año después de su proclamación Liuva nombrase un heredero asociándolo al trono: su hermano Leovigildo, el cual, buscando apropiarse de la red clientelar nobiliaria y militar del difunto Atanagildo, se casó con su viuda, Gosvinta. Nos hallamos con Leovigildo rey de los godos en 569, compartiendo ambos hermanos el reino con idénticos derechos, aunque san Isidoro dice que, de los dos, Leovigildo fue el monarca más preeminente desde el principio, puesto que se acordó que él reinaría en la península ibérica y Liuva permanecería en la Septimania. Es decir, que Leovigildo llega al trono después de una nefasta situación de todo el mundo godo, a la cual algún historiador califica como la más confusa y critica de la dominación visigoda de España.

Leovigildo, único rey godo cuyo reinado se recoge en las dos crónicas hispano-godas, la Historia de los godos de san Isidoro y la Crónica de Juan de Bíclaro, puede considerarse el primer monarca que gobernó en casi todo el territorio hispano. Las fuentes mencionadas son breves y limitadas, e incluso la labor de Leovigildo no ha dejado rastro escrito, salvo referencias en texto posteriores como el Liber iudiciorum, promulgado en 654.

De manera incansable entre el 570 y el 577, Leovigildo realizó una serie de campañas militares que le permitieron tanto restablecer el pleno control político y militar en aquellas áreas periféricas que habían alcanzado una posición de fáctica independencia, como debilitar al reino suevo y a los bizantinos con el fin de impedirles cualquier tentación de apoyar a tales focos independentistas. Quizá por tales motivos el contemporáneo Juan de Bíclaro pudo afirmar que Leovigildo había sido capaz de “volver a extender de forma admirable, hasta sus primitivas fronteras, el territorio provincial de los godos, que había sido disminuido ya por rebeliones diversas”. Tal mérito surgió del hecho de dedicar la mayor parte de su reinado a realizar una campaña bélica cada año.

Así, en el año 570-571, arremetió contra la provincia bizantina de Spania, es decir, la región de Baza, Málaga, Asidonia, hoy Medina Sidonia, abandonando su campaña ante los escasos resultados. En 572 consiguió apoderarse de Córdoba, para, además, sofocar las revueltas de campesinos que se producían desde tiempo atrás. En la campaña de 573 Leovigildo atacó y venció a los «sappos», pueblo habitante de Sabaria, de quienes ésta es la primera y última mención en la historia. Su territorio, que quedó incorporado al reino visigodo, seguramente estaba ubicado en una comarca montañosa por la que corre el río Sabor, entre la actual provincia española de Zamora y el distrito portugués de Braganza. En 574 conquistó Cantabria, territorio de indígenas siempre rebeldes que seguramente habían vivido de forma independiente desde el fin del Imperio Romano. En 575 el rey godo ocupó los montes Aregenses, en el extremo oriental de Orense, territorio que, en teoría, formaba parte del reino suevo, derrotando a un caudillo de nombre Aspidio. En 576 el monarca godo se propuso atacar el reino suevo, sin embargo, pospuso su acoso, seguramente por haber logrado algún tipo de acuerdo de vasallaje con el rey Miro. Al año siguiente arremetió otra vez contra Andalucía, atacando la Orospeda, en el extremo oriental de Sierra Morena, en donde la nobleza había constituido un poder independiente. En el año 578, no emprendió ninguna campaña, dedicándose a fundar la ciudad de Recópolis (Guadalajara), siendo el primer rey godo en instaurar una ciudad.

Podría decirse que el reinado de Leovigildo, largo reinado de 14 años, tuvo dos períodos diferenciados, consecuencia de la rebelión de su hijo Hermenegildo en 579, el cual, desde 573 estaba asociado al trono, habiendo sido designado gobernador (dux) de la Bética años después. Ese levantamiento pudo ser consecuencia de la conversión al catolicismo de Hermenegildo, presumiblemente instigado por su esposa franca Ingunda, con la cual matrimonió en ese año 579, junto con la intervención de Leandro de Sevilla, futuro santo, como lo fue el hijo rebelde. Leovigildo no respondió de inmediato a la rebelión de su hijo, seguramente buscando una negociación que superase el enfrentamiento. Pero este surgió en 582, con una continuada campaña que perduró hasta 584. Así, en 582 Leovigildo tomó Mérida, Sevilla en 583 y Córdoba en 584. Al ser capturado Hermenegildo fue conducido a Valencia y posteriormente a Tarragona, en donde fue ejecutado por  Sisberto,  su carcelero,  en el 585.

Aquella rebelión había puesto de manifiesto que el problema tenía un trasfondo religioso que hacía difícil la integración étnica de la minoría visigoda arriana con la mayoría católica hispano romana, principalmente liderada por el episcopado eclesiástico. Conversión del reino visigodo al catolicismo que no llegaría sino hasta el III Concilio de Toledo, con la conversión del otro hijo de Leovigildo, Recaredo, al catolicismo, en parte instigada por el martirio de su hermano, Hermenegildo. Fue Recaredo quién ordenó el ajusticiamiento de su verdugo.

Ya al final de ese reinado, Leovigildo logró la unificación casi por completo de la península bajo su mandato al derrotar a los suevos el 585 en la batalla de Braga, su capital, la metropolitana Bracara Augusta romana, siendo Andeca rey de los derrotados suevos.

Leovigildo ha dejado rastros evidentes de su espíritu guerrero, e incluso de presunto fundador de la ciudad de Vitoriacum, Vitoria. También se encuentran indicios de su labor legislativa como la revisión del Código de Eurico, para convertirlo en el Código de Leovigildo, siendo su reforma más importante y trascendente la abolición de la prohibición de matrimonios mixtos entre visigodos e hispanorromanos.

El monarca godo que logró reinar sobre la práctica totalidad de la Hispania falleció en Toledo en la primavera de 586, sucediéndole su hijo Recaredo, de cuyo tránsito por las tierras hispanas ya completamente católicas nos deberemos ocupar en algún momento. Cabe añadir que, según algunos estudiosos, Leovigildo en las postrimerías de su vida pudo abandonar el arrianismo para abrazar el catolicismo, incluso, instando a su sucesor a seguir su ejemplo, aunque quizás Recaredo ya lo había hecho meses atrás.

Francisco Gilet

Bibliografia
R. Grosse, Las fuentes de la época visigoda y bizantinas (Fontes Hispaniae Antiquae IX)
J. Campos, Juan de Bíclaro. Obispo de Gerona. Su vida y su obra,
J. Orlandis, “El Arrianismo visigodo tardío”

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